El señor Fernando. |
Javier Vellón envía el siguiente texto para su publicación:
Ginés Carrión, en su obra dedicada al patriarca de los Gallo –Fernando Gómez ‘Gallo’, publicado en 1908, en la colección Sol y Sombra, número 13- relata un episodio que, pese a las evidentes licencias a la ficción, demuestra la dureza de los inicios en el mundo del toro en pleno siglo XIX.
Acudieron al pueblo de Rociana del Condado, en la provincia de Huelva, Fernando Gómez y dos de sus compañeros maletillas, Manuel Campos y José Rodríguez ‘Tabardillo’. Se celebraban las fiestas patronales y se había ajustado un festejo taurino.
Los toreros contratados por el ayuntamiento de la localidad se enteraron de la presencia de los tres aspirantes y avisaron al alcalde para que les prohibiera salir al ruedo. Así se hizo y los tres mantuvieron su compromiso.
"Capea" de Eugenio Lucas. |
En un momento del festejo salió a la arena un toro muy serio, de seis años, llamado ‘Regalado’, que por lo visto se había corrido el año anterior en ese mismo lugar y había matado a dos diestros. Cundió el pánico entre las cuadrillas, que se negaron a torearlo, por lo que se armó un tremendo escándalo.
Fernando Gómez se lanzó al ruedo y a fuerza de tesón llegó a dominar la descompuesta embestida del animal, hasta el punto de que, en un alarde final, llegó a acostarse ante él.
Tras acabar con el cornúpeta, los espectadores le llenaron el capote de monedas y billetes. Además, el alcalde le dio el dinero de la corrida, pero no lo aceptó y se lo cedió a los matadores titulares. Eso sí, se comprometió a volver al año siguiente.
La hazaña se extendió por las provincias de Cádiz y de Sevilla, lo que le granjeó una gran fama.
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