
El Divino Calvo esboza una tímida sonrisa mientras Pedrucho aparece con una amplia sonrisa. Ambos ya están liados en sus respectivos capote y los incondicionales, un teniente a la derecha del madrileño y un miembro del servicio de la plaza a la izquierda del eibarrés, no pierden la ocasión de inmortalizarse con sus ídolos.
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