miércoles, 31 de octubre de 2012

FERNANDO GÓMEZ ORTEGA, DISCRETO EN SEVILLA

Desafortunada participación de Fernando Gómez Gallito Chico en una de las novilladas de la Feria de San Miguel de 1902 celebrada en la Maestranza. El mediano de los hijos del señor Fernando y la señora Gabriela no tuvo su día y así lo refleja la crónica firmada por Luís Cornellá en el número 1584 de la revista El Toreo de 8 de diciembre del mismo año.


PORTADA EL TOREO 1584.

Corrida celebrada el 30 de Septiembre de 1902 (Tercer día de feria de San Miguel)

Con entrada completa, tan completa como la del día anterior, se ha celebrado la última corrida de las tres con que se despidió de los aficionados sevillanos la empresa Ruiz de la Vega.
El cartel para este día estaba compuesto en la forma siguiente:
Seis novillos de la popular ganadería de la señora viuda de D. Joaquín Muruve (sic), vecina de Sevilla, lidiados por los diestros Ángel Carmona (Camisero). Fernando Gómez (Gallito chico) y Manuel González (Rerre), de Constantina, Sevilla y Carmona, respectivamente.
Cuando los relojes marcaban la hora que estaba indicada en los carteles para dar comienzo la última de las tres corridas que se celebran en Sevilla para conmemorar la festividad de San Miguel, apareció en el palco presidencial el edil encargado de dirigir el orden de la fiesta taurina, y dio principio éste, cuyo resultado es como sigue:



EL GANADO


Resultaron los seis novillos mandados por la señora viuda de D. Joaquín Muruve superiores de toda superioridad.
Hicieron todos excelentes faenas con las plazas montadas, y muy particularmente los lidiados en tercero, quinto y sexto lugar, y ni uno solo de los seis corridos presentó dificultades en el segundo y último tercio.
En total: una excelente corrida, a la que no puede ponérsele pero alguno.


LOS ESPADAS

ÁNGEL CARMONA CAMISERO
Camisero.- Resultó su trabajo muy desigual. Como torero, me agradó mucho; como estoqueador, no me gustó absolutamente nada.
A su primero (primero también de la tarde) lo pasó de cerca y con inteligencia, dando algunos pases buenos, que son aplaudidos. En esta parte de su faena me satisfizo bastante y me agradó su trabajo; pero en lo que respecta a su labor con el pincho, ni a mí me agradó ni creo que pudo agradarle a ninguno de los espectadores que en esta tarde presenciaban el taurino espectáculo.
Dos pinchazos en buen sitio, pero entrando con marcado cuarteo; una estocada no muy profunda, entrando de lejos, y un descabello al primer intento.
El diestro escuchó palmas a la terminación de su faena.
En su segundo, cuarto de la tarde, estuvo sobrio al pasar de muleta y mandó a su enemigo al desolladero de una estocada tendenciosa, volviendo la cara al entrar.
Como la estocada hizo su efecto, el público aplaudió al diestro de Constantina cuando terminó su cometido.
En quites y brega me agradó bastante y vi, con satisfacción, que ha aprendido mucho desde la última vez en que lo vi torear.
Muy bien toreando de capa a su primero. Superior en el galleo con que obsequió al cuarto (no obstante la inteligente opinión de cierto  revistero local), y muy alegre y adornado en quites.
En banderillas, cumplió.
Dirigiendo, completamente nulo.
En breve me ocuparé con más extensión de este diestro.


FERNANDO EL GALLO.
Gallito chico.- El trabajo, en conjunto, de este muchacho, resultó, como vulgarmente suele decirse, ni fu ni fa. Ni dio motivo a censuras ni mereció grandes elogios.
Al segundo de la tarde lo pasó con ciertas e injustificadas precauciones, y después de tres pinchazos, sin entrar en ninguno por derecho; media estocada desprendida, por echarse fuera desde el momento de engendrar el arranque; otra media, casi en el gollete, entrando con exagerado cuarteo, y un intento de descabello, dobló el noble bicho para no levantarse jamás.
El público, no obstante, guardó silencio al terminarse esta faena. 
En su segundo, quinto de la tarde, estuvo, en mi opinión, casi tan desacertado como en su primero. Lo toreó de muleta con despego y movimiento, y lo hizo arrastrar después de proporcionarle, sin estar el toro en condiciones, media estocada honda y atravesada y una entera con tendencias.
El público le tributó algunas palmas.
Toreando de capa a los dos que le tocaron en suerte, no hizo nada notable. En quites, procuró agradar.
En banderillas, muy bien.


MANUEL GONZÁLEZ RERRE.
Rerre.- Estuvo bien, muy bien en su primero. Varios pases dados de cerca, pero con movimiento en los pies; un pinchazo hondo en su sitio, y una buenísima estocada, bastaron para que el toro rodara a los pies del diestro, siendo innecesarias las funciones del cachetero.
El diestro de Carmona escuchó una justa ovación. 
Al que cerró plaza lo toreó de muleta con desconfianza y lo despachó mediante un pinchazo en su sitio, entrando de largo, y una estocada caída.
Toreó de capa a los dos novillos que le tocaron en suerte, de un modo aceptable, y estuvo activo y adornado en la brega. 

Con las banderillas, sin mucha fortuna.
De los banderilleros, Mazzantinito y Miranda.

Bregando, Vega y Cabellito.
Este último demostró ser un excelente peón de brega.
Los picadores, remolones.
La presidencia, acertada.

domingo, 28 de octubre de 2012

JOSELITO TESTIGO DE LA COGIDA MORTAL DE FLORENTINO BALLESTEROS

Joselito es testigo presencial de la cogida mortal de Florentino Ballesteros. Don Pepe publica en El Día el mismo domingo 22 de abril de 1917 la crónica del festejo. La muerte del coletudo zaragozano tuvo lugar la madrugada del 24 de abril.
CABECERA DE EL DIA DEL 22 DE ABRIL DE 1917

FLORENTINO BALLESTEROS
(1893-1917)
Esta tarde se presentan al público madrileño, por primera vez en 1917, tres toreros representativos: Bienvenida, José Gómez y Ballesteros, o sean los tres tiempos del verbo taurino: el pasado, el presente y el futuro.
Manuel Mejías, después de rodar por esas plazas desde los trece años de edad, llegó una temporada en que quiso colocarse. ¿No ganaban dinero otros lidiadores más miedosos y menos artistas que él? Pues había que dar el estirón; y tuvo en Madrid dos o tres tardes colosalísimas, allá por el 1910; peor el 10 de julio del mismo año, al pasar de muleta a un toro de Trespalacios, por olvidar un detalle, al parecer insignificante, nimio, el de adelantar la mano izquierda un poquitín cuando el toro llegaba a su jurisdicción, sufrió dos cornadas en el muslo izquierdo, y allí acabó para siempre Manuel Mejías (Bienvenida). ¿Para siempre? Hoy tiene él la palabra para desmentirme.
De Joselito el Gallo, ¿Qué vamos a decir que no se haya escrito? Que puede más que los toros; que al público no le interesa muchas veces su trabajo porque se ve la desigualdad en la lucha. Joselito, todo fuerza, todo agilidad, todo juventud; el toro, las más de las veces, chico, débil, sin pitones; recortado por los toreros de a pie, rajado por los jinetes… un duelo muy desigual, que no interesa porque se descubre desde el primer instante la enorme superioridad del lidiador y de parte de quién va a estar la victoria.
Ballesteros es aún la nebulosa poco definida: torea bien, es inteligente, ha tenido aciertos y triunfos y una cornada grave; su historia está por escribir; de lo que haga este año dependerá en gran parte el puesto que ocupe en el escalafón taurino. ¿Se conformará el maño con el modesto hotel que ya posee en Zaragoza? ¿Vendrá dispuesto a gastar automóvil?
La tarde es hermosísima, tarde de verano, tarde legítima de toros.
Preside D. Fulgencio de Miguel y de asesor actúa Valentín Martín.
En el palco regio, la Infanta doña Isabel y el Infante D. Fernando.
La entrada, un lleno. Y después hablan de las subsistencias, la guerra, etc., etc.


PRIMERO

BIENVENIDA PASANDO DE MULETA A SU PRIMERO.
Cerezo, negro, bragado.
Es de Benjumea, como el segundo y sexto, pues los veterinarios han desechado tres de Gamero Cívico.
Bienvenida escucha palmas en unos capotazos recogiendo al toro, que sale fugitivo. Joselito es aplaudido en el primer quite, que remata tocando un pitón.
Anoto cuatro varas, dos caídas y cero bajas.
Moyano, hijo, prende un par caído, cortándole el terreno el buey; Sotito, uno con habilidad, y doblan ambos pronto y con pulcritud. 
Bienvenida, de verde claro y oro, pasa al amigo “Cerezo” con bastante confianza para lo poco que se viste, pero distanciado y encorvadillo. Una casi entera atravesada, un intento y descabella a la segunda. (Pocos pitos y pocas palmas).
¡Manolo, el pasado!

SEGUNDO


JOSELITO AL REMATAR UN VISTOSO QUITE.
“Galguero”, núm. 8, negro mulato, bragado, más chico que el anterior y de Benjumea también, y manso.
Joselito da unos lances para recoger al buey, pegado completamente a los costillares, y las palmas hacen humo, así como en el primer quite. 
Catalino, Carriles y Camero pican cuatro veces, y Gallito es ovacionado al mudarse el tercio. En la arena queda un jaco.
Cantimplas mete un par pasado; Almendro, uno bueno, y el hombre del Saco, uno mejor.
 Gallito, de morado y oro, brinda, saluda a Menchero y da uno alto con la derecha y tres naturales cerca y bailando; uno de trinchera; paradísimo; varios por la cara, pero siempre solo, y acaba por ser él el toreado y por consentir la ayuda de Blanquet; media tendenciosa. (Palmas y pitos, más de las primeras). Un intento, otro barrenando, otro y el toro se echa. (Más palmas que pitos).
No nos hemos diversionado. El toro, manso, pero muy manejable. El espada no le ha sabido aluñar y ha tenido poca fortuna.
¡Vaya por Dios!

TERCERO

 “Monterillo”, de Gomero, núm. 57, negro mohíno, zahíno y de buena estampa.
Ballesteros da unas verónicas fules, juntando los pies cuando ya ha pasado el peligro, y no es eso, distinguido contertulio.
El toro también es manso, y en el primer tercio se distingue por lo malo Cantaritos.
Cuatro varas, dos caídas y un jamelgo que se esfuma. ¿ y Rubio colocan tres pares y medio y Florentino, de granate y oro, sale a entendérselas con el manso, que además tiene mucho poder. Un ayudado, otros más con la derecha; un ayudado rodilla en tierra, intervención del peonaje y un bajonazo a paso de banderillas con todas las agravantes. (Silencio).
¿De veras será éste el torero del porvenir?

CUARTO

 “Torrealto”, de Gomero, núm. 27, negro mohíno, zaíno y chico. Se le recibe con una pita aceptable. Manolo lo saluda con varias verónicas de esas que invitan a dormir.
Cuatro varas, en dos de las cuales se luce el Francés, dos caídas y ningún caballo.
Africano y Alvarado, ambos de la época de Cúchares, es decir, los auténticos, meten unos palitos a la “Mariana”. Bienvenida, que comienza con un cambio, pasa despegadillo, y recibiendo con un poco de enmienda, mete una casi entera en las agujas. ¡Recibir! ¡Esta suerte sí que es del tiempo pasado! Manolo saca el estoque con una banderilla, intenta una vez el descabello, otra y acertó. (Palmas).
Manolo se ve obligado a saludar desde el tercio.

QUINTO


JOSELITO EN UN PASE NATURAL A SU SEGUNDO.
“Valeroso”, núm. 68, negro zaíno, chico y ancho de cuerna. Joselito nos diverte, ‘ya era hora!, con seis verónicas, de ellas tres superiores.
Bienvenida es ovacionado en una larga afarolada y Joselito en unos lances pegándose al costillar.
Cuatro varas de Camero y Catalino, y José coge los grarapullos. Cuarteando mete Maravilla un gran par por el lado derecho; otro por el mismo lado, superior. Le dicen del sol que banderillee por el lado izquierdo, y por este lado entra y mete medio par y luego uno superior. (Gran ovación).
Con los trastos de matar hace lo siguiente: uno con la derecha; varios con la izquierda; da naturales, muy movidos, y otros varios de rodillas valentísimos, agarrado a un pitón. Sigue haciendo con el toro lo que le da la gana, y atiza un pinchazo, otro y una superior con el brazo suelto. (Gran ovación, vuelta al ruedo y muchas peticiones de oreja).

SEXTO

MOMENTO DE SER VOLTEADO FLORENTINO.
 “Cocinero”, de la ganadería de Benjumea, berrendo en castaño.
Florentino Ballesteros lo veroniquea lucidamente.
Cogida de Ballesteros
Al dar uno de los lances, el diestro es empitonado por el brazo derecho, corneado y derribado, recibiendo ya en el suelo una cornada en el pecho.
Cinco varas toma el bicho, tumbando dos veces a los piqueros.
Bienvenida prende dos partes, uno al cuarteo y otro de dentro afuera, medianos.
Con la muleta hace una faena regular y atiza cuatro pinchazos y media estocada que da fin del bicho y de la corrida.

La herida de Ballesteros

EL TORO HUYE TRAS COGER A BALLESTEROS.
Según el parte facultativo dado en la enfermería, el diestro Florentino Ballesteros sufre una herida en la región torácica anterior derecha, de ocho centímetros de extensión, al nivel del cuarto, quinto y sexto espacio intercostal, penetrante en la cavidad torácica, y de pronóstico grave.

Ballesteros, gravísimo

A la hora de cerrar esta edición nos comunican que el diestro Ballesteros continúa gravísimo.
Acaba de sufrir un colapso mucho más intenso que los anteriores.
Su estado es gravísimo.

miércoles, 24 de octubre de 2012

PASODOBLE DE RICARDO RUFINO PARA GALLITO CHICO

Santiago Lope Gonzalo compuso el pasodoble Gallito, el más conocido de los que lleva este título. No lo escribió para José sino para su hermano Fernando. El que hoy presentamos es una rareza que vio la luz en 1913, cuando Joselito llevaba apenas un año de alternativa. Lo firmó el maestro Ricardo Rufino Gutiérrez y está concebido para piano. Esta es su partitura:





domingo, 21 de octubre de 2012

MUERE FERNANDO GÓMEZ "EL GALLO"


La muerte de Fernando Gómez El Gallo mereció un amplio reportaje en el número 325 de la revista El Enano que apareció el 4 de agosto de 1897.  A continuación reproducimos íntegramente los textos:


FERNANDO GÓMEZ “EL GALLO”

Poco nos ha durado la satisfacción, que hace tres días sentíamos por no haber sido confirmada la noticia que el día 30 corrió por Madrid de que había muerto el clásico torero cuyo nombre encabezan estas líneas.
Anteayer 2 de Agosto, a las dos y diez de la tarde falleció en la huerta denominada “Algarrobo” término de Gelves cercano a Sevilla.

FERNANDO FUE PORTADA DE EL ENANO.

Ha fallecido después de recibir los santos sacramentos, rodeado de su esposa y dos hijos, los demás de estos no se hallaban presentes y anoche ignoraban la muerte de su padre.
Ya en estos últimos días Fernando no dejaba de acariciar a sus queridos hijos, pues al ver tan cercano su fin y considerar el desamparo en que su familia quedaba, sentía mayores deseos de verlos felices que nunca.
Ha sido una muerte la del simpático Gallo, que no nos ha sorprendido; mas no por eso ha sido menos nuestro sentimiento al perder para siempre al torero de la buena escuela, de lo poco que nos va quedando, y más que al torero al amigo cariñoso, afabilísimo en su trato, y de esmerada educación como pocos de su clase.
Cuando hace dos o tres meses próximamente estuvo en Madrid gestionando su despedida, tuvimos ocasión de hablar con él y cuando nos dijo que la corrida se celebraría en Octubre, un distinguido aficionado añadió por lo bajo: -¡Pobre Fernando, no llega él a esa fecha!
Por desgracia la profecía se ha cumplido.
En cadáver ha sido amortajado por el tío del finado D. Emilio Alcalá y el picador Pimienta, que quería entrañablemente al maestro Fernando y no le ha abandonado un segundo en el ocaso de su carrera.
Hablar de lo que era Fernando como torero es repetir lo que mil veces hemos dicho: era un torero excepcional que dominaba a los toros como muy pocos; unía a su inteligencia extraordinaria un completísimo conocimiento de todas las suertes del toreo, y si bien a la hora de matar no fue sobresaliente, era reconocido por todos como verdadero maestro.
Sabía como nadie hablar de toros, y se aprendía más hablando con él que leyendo todos los tratados de tauromaquia habidos y por haber; tal era su facilidad para expresar el pensamiento. Por eso ha sido el torero de estos tiempos que más ha enseñado a la grey torera actual, y no habrá uno solo que haya toreado a su lado que no haya aprendido algo provechoso con sus lecciones.
Para corroborar esta afirmación, relatamos seguidamente lo que un aplaudido matador de novillos nos decía no hace mucho tiempo. Tiene la palabra el matador citado:
- “Toreaba yo un día con el maestro Fernando, figurando de sobresaliente con obligación de matar los dos últimos toros.
Llegó la hora de matar mi primero, que yo creía era noble y acudía bien, y al dirigirme a cumplir mi misión, dije al maestro: Señor Fernando, ¿le tanteo con un cambio?, y me contestó: -No, hijo, no; no cambies ni dos pesetas; tantéalo con la derecha y estira bien el brazo que puede que te venga todavía corto. Obedecí al maestro, paseé con la derecha alargando mucho el brazo, y todavía se llevó con el cuerno algunos alamares de la manga. Tenía razón él. ¡Si todos supiéramos lo que sabe el Gallo, cuántas desgracias se evitarían en las plazas’”.
He citado este ejemplo como prueba de lo que en todas ocasiones enseñaba a los toreros que con él trabajaban; pero pudiera citar muchos más si para ello tuviera tiempo y espacio.
Imposible es que olvidemos sus clásicas largas, sus artísticas verónicas, sus adornados quites, su elegante toreo de muleta y sus inimitables quiebros de rodillas, de los que no ha tenido inconveniente en decir Frascuelo: Hay que desengañarse, eso no lo hace nadie más que el Gallo.
Han figurado en su cuadrilla los picadores Manuel Bastón, Manuel Crespo, Francisco Fuentes, Emilio Bartolesi, Rafael Alonso, Chato, Artillero y Pimienta, los banderilleros Diego Prieto, Cuatrodedos, Miguel Almendro, Antonio García, Morenito, Rafael Guerra, Guerrita, José Martínez Galindo, Fernando Lobo, Lobito, Saleri, Regaterillo, Aransáez, Nene, Tomás Recatero y otros varios, y los puntilleros Pepín, Jaro, Mejía y otros.
Excusado es decir que la redacción de El Enano lamenta la pérdida de tan notable torero, cuya biografía publicamos en artículo aparte.
Reciban su desconsolada viuda e hijos cariñosos la más sincera expresión de nuestro sentimiento, y cónsteles que tomamos una parte muy activa en su justísimo pena.
A Dios rogamos que le conceda la gloria y descanso que todo buen padre de familia se merece.

LA REDACCIÓN



SU HIJO RAFAEL

Ayer mañana llegó a esta corte de Valladolid en el expreso del Norte, el mayor de los hijos del pobre Fernando.
Cuando llegó a la fonda de Dª Gregoria Echezarreta, que es donde paraba su padre, los compañeros allí hospedados le ocultaron en un principio la noticia; pero por fin creemos que ha sido Minuto el encargado de comunicarle la triste nueva.
El pobre joven comenzó a llorar, sin que fueran bastante para acallarle las frases de consuelo que todos los presentes le dirigían.
Ayer noche en el correo marchó el joven Rafael a Sevilla a unirse con su desgraciada familia.


¡POBRE FERNANDO!

Estaba herido de muerte y en vano fue que la artera enfermedad que minaba su existencia concediera una tregua al paciente.
La fatal noticia que corrió hace unos cuantos días y que por fortuna se vio entonces desmentida, por desgracia no ha tardado en confirmarse.
El torero alegre y lleno de inteligencia, el que supo ocultar sus deficiencias físicas, con su arte consumado y con su habilidad por todos celebrada, ha muerto joven todavía.
CABECERA DE LA REVISTA EL ENANO.
La fiesta nacional había perdido ya al diestro.
El año pasado dio las últimas corridas despidiéndose de las plazas en que mayores habían sido sus triunfos y para éste reservaba dar su adiós postrero a la de Madrid, donde siempre tuvo entusiastas partidarios y cariñosos amigos.
En realidad hoy al que se llora, y se llora sinceramente, es al hombre cuyas excelentes cualidades superaban a un a sus buenas dotes de lidiador de toros.
Su cortés y abierto trato, su amabilidad para con todo el mundo, había que los que con gran placer cultivábamos su amistad, le estimáramos en todo lo que valía.
Amante de su familia, no pensando en otra cosa que en labrarla un porvenir, que su mala suerte hizo que no fuera todo lo risueño que debió soñar, su expresiva fisonomía se animaba extraordinariamente siempre que hablaba de los suyos y el recuerdo de su amante esposa y de sus hijos humedecía a veces sus ojos.
Además de esto Fernando era un excelente maestro, quizá el más maestro en el sentido de saber enseñar, de cuantos toreros existían en estos últimos tiempos.
Discípulos suyos son más de cuatro que ni de ello se perciben siquiera, y que a ciencia infusa atribuyen recursos que sólo del Gallo aprendieron.
Para éstos, más que austero y áspero  dómine fue cariñoso compañero y sabe Dios si todos pagaron en la medida que lo merecían los cuidados que Fernando empleó con ellos.
Pero aunque esto, que es cosa perfectamente humana haya sucedido, no quita para que hoy esos mismos que no tuvieron tiempo de agradecer reales, e inestimables favores sientan la pérdida del que no siempre se vio mantenido por la veleidad de las multitudes en el puesto que tan legítimamente se había ganado.
No son para mí estos momentos los de apreciar las grandes cualidades que a Fernando Gómez adornaba como torero.
Por mucha que sea mi afición al arte en que tanto se distinguió, confieso que en este momento más recuerdo al amigo cariñoso que no al diestro que con sus gallardías nos distrajo cien veces y que en más de una ocasión llenó con sólo el anuncio de su nombre las plazas.
Más tranquilidad de espíritu, que la que mi sincera pena me deja ahora, sería preciso para aquilatar los méritos del que supo hacerse fuerte en tiempos en que no era tan fácil abrirse camino como en épocas que sobrevinieron posteriormente.
Baste como recuerdo al torero traer a la memoria que el período en que Fernando logró ser solicitado por todas las empresas y deseado de todos los públicos, era aquel en que todavía estaban en todo su apogeo esos dos colosos que se llaman Lagartijo y Frascuelo y en que ocupaban una segunda fila espadas tan alegres y lucidos como Cara-ancha y de torero tan clásico y perfecto como Ángel Pastor.
Mas ya lo dije, no son éstos ocasión ni tiempo de hacer un trabajo crítico de los méritos del que como verdadero maestro ha de ocupar un distinguido puesto en la historia de la tauromaquia. 
Esta, con la fría imparcialidad que dan los años le hará la justicia, que a veces la pasión anubló un tanto y seguramente Fernando Gómez, el Gallo, figurará en ella, si no en la línea de los más excelentes matadores de toros, al nivel de los toreros que mayos prestigio han dado a un arte que dominó como pocos y en que llegó a la más envidiable de las alturas.
Hoy, por lo menos en mí, no hay espacio para otra cosa que para lamentar muy de veras la muerte del amigo excelente y cariñosísimo que se llamó en vida Fernando Gómez, el Gallo.

ANGEL R. CHAVES



¡POBRE FERNANDO!

En la llamada por los poetas Perla del Guadalquivir, en la inmortal Sevilla, nació Fernando Gómez el día 18 de Agosto del año 1849, sin que nada de particular ofrezca su vida en los primeros años que no haya sido común a todos los de su oficio.
Dio a sus padres los naturales disgustos al querer dedicarse a una profesión que raro es el padre que quiere dedicar a sus hijos; pero saltando por encima de todo, y desobedeciendo los mandatos de los autores de sus días, no desperdició ocasión para asistir a los tentaderos y capeas que se verificaban en las posesiones y pueblos inmediatos a Sevilla, en donde unas veces con fortuna y otras sin ella, toreó hasta cuajarse y hacerse notar, con especialidad en las suertes de capa y muleta, en las que desde un principio fue notable por la precisión y elegancia con que lo ejecutaba todo.
Como todo el que es notable, no tardó en llamar la atención de los buenos toreros, y le empezaron a sacar como banderillero unas veces Manuel Domínguez y otras Bocanegra y el Gordo, al lado de los que aprendió no poco ya que él era tan dispuesto y tan buenos toreros eran los que ejercían de maestros suyos. 
Enseguida se distinguió como buen peón de brega y como muy notable banderillero, sin desperdiciar ocasión cuando se le presentaba de ensayar la suerte de matar, la que no pocas veces ejecutó con fortuna, haciéndolo por fin antes el público sevillano el día 26 de Diciembre de 1873.
Hizo después una excursión a América, en donde ganó mucha honra y no menos provecho, regresando a la madre patria hecho ya un torerito de cuerpo entero, con no poca nombradía, por lo que fue muy solicitado por todos los públicos que con mucha satisfacción aplaudían sus hechuras y consumados conocimientos en el arte de Pepe Hillo.
Tenía un hermano, José Gómez que fue banderillero de Lagartijo y al que apodaban Gallito, por cuya razón Fernando fue por entonces conocido por Gallito-chico.
Manuel Fuentes “Bocanegra” le dio en Sevilla la alternativa de matador de toros el día 16 de Abril de 1876; pero realmente su carrera como tal matador de toros no dio comienzo hasta que la confirmó en Madrid el día 4 de Abril de 1880, en que Currito le cedió el primer toro de aquella tarde, que pertenecía a la ganadería de D. Vicente Martínez, de Colmenar y se llamaba Coleta.
Muy difícil era en aquella época sobresalir, y algo extraordinario debía tener el que esto consiguiera, si se tiene en cuenta que estaban en todo su apogeo los dos titanes de la tauromaquia que se llamaron Lagartijo y Frascuelo, y que aún alternaba con ellos Antonio Carmona “el Gordito” y ya habían empezado a sumar simpatías los buenos toreros Cara-ancha y Ángel Pastor.
INVENTOR DEL QUIEBRO DE RODILLAS.
Pero como en vencer loas grandes dificultades está el mérito de los hombres, no se arredró Fernando, y cifró todo su afán en no hacer nunca un mal papel al lado de hombres que tanto valían, y con conseguirlo hizo todo lo que podía hacerse en aquellos tiempos.
Tal era su modo de ser y su modestia, que a Rafael y Salvador les llamaba Prim y O’Donnell, y por su parte los dos maestros no se ocultaban para decir que el que quisiera encontrase una cornada que trabajase al lado de Fernando Gómez.
Por aquella época era cuando Lagartijo entusiasmaba a los públicos con sus clásicas y elegantes largas, y Gallito llegó a dominarlas de tal manera que los mismos lagartijistas reconocían que era el único que había logrado imitarlas y le admiraban como se merecía el que tan bien supo apropiarse lo que vio en los buenos maestros.
Baste para juzgar lo que valía, advertir que figuró en el cartel de Madrid sin interrupción hasta el año 86, siendo el mejor tercer espada que por aquellos tiempos alternó con los ya referidos.
Sus mejores campañas fueron sin duda las ejecutadas los años 83 y 84, durante los cuales ejecutó faenas que hubieran aprobado los mejores toreros habidos y por haber.
Una tarde de Julio el primero de dichos años, por una de esas causas imprevistas, se entabló una competencia entre Rafael Molina y él, en la que no quedó desairado, haciendo con la capa, la muleta y las banderillas tan fina labor, que los mismos partidarios le tocaron las palmas, porque en justicia las mereció.
Su toreo de muleta era tan fino y artístico, que el aficionado se extasiaba al ver con la maestría que Fernando se llevaba a los toros, como si una atracción sobrenatural les hiciera seguir el trapo rojo en las direcciones que el maestro les marcaba.
También dominaba a la perfección las verónicas y navarras, siendo verdaderamente notable su modo de ejecutarlas; así es que quien tanto arte poseía, no era extraño que todas las tardes que pisaba el ruedo obtuviera ovaciones unánimes de esas que tanto ansían todos los toreros.
El fue el primero que presentó en Madrid al célebre Guerrita, porque Fernando ha tenido siempre esa buena condición, ver cuando un torero tenía algo bueno y ayudarle en todo lo que podía; vio a Rafaelillo en Bilbao en la inauguración de la plaza de Vista Alegre, banderillear con Bocanegra, y con el permiso de éste, le dio un puesto en su cuadrilla para ocupar la vacante que dejara al hacerse matador de toros Diego Prieto, Cuatrodedos.
Con cariño paternal dio la mano a Guerrilla, como él le llamaba, enseñándole mucho de lo que sabía, y haciéndole en poco tiempo el niño mimado de todos los públicos.
Ha tenido tiempo la difícil facilidad de saber enseñar aquello que sabía, cosa que no saben todos, por lo que en la actualidad era, sin disputa, el que con más títulos podía llamarse maestro.
A su lado han trabajado y de él han aprendido no poco, además de Guerrita, los buenos toreros Cuatrodedos, Almendro, Lobito, Saleri, Regaterillo, Jarana, Cuco y algunos otros que no recuerdo en estos momentos.
Un pasajero disgusto que tuvo con Guerrita le alejó algo de la plaza de Madrid, sin que por ello dejara de venir con alguna frecuencia, aunque no con la que venía en un principio.
En el año 88 hizo otra excursión a América acompañado del infeliz Fabrilo, y en estos últimos años ha ido perdiendo facultades de un modo, que ya el pasado, lo poco que toreó lo hizo con no poco trabajo.
Últimamente estuvo en Madrid gestionando su corrida de despedida, y cuando le vimos, se nos cayó el alma a los pies al ver aquel hombre en otro tiempo tan estirado delante de las fieras que apenas se podía tener de pie. Pero aunque conocía que no estaba bien, no juzgaba tan cercano su fin.
Deja una suerte suya que nadie se la ha copiado a la perfección, y es el quiebro de rodillas.
Había que ver al Gallo con ambas rodillas en tierra citar a toda clase de toros, sin que al embestir la fiera se alterase un solo músculo de su faz, y en aquella hermosa postura las esperaba y cambiaba con una precisión que nadie ha sabido copiar. Solamente Minuto es el que más se ha aproximado, sin que la domine como él la dominaba.
Seis hijos deja, y de ellos el mayor es Rafael, que ya empieza a torear por esos mundos de Dios, y sobre el que hoy pesa la obligación de cuidar de su madre y hermanos.
Que no se olviden los compañeros de los desgraciados huérfanos, pues Fernando muere pobre, y las corridas que se preparaban para despedida, que se celebren a beneficio de la familia del que tanto hizo siempre por todos.
Como dato final anotaremos que en donde últimamente ha toreado ha sido en Barcelona a fines de Octubre del pasado año.
En Madrid ha dado alternativas a Espartero, Fuentes, Lesaca y Algabeño.
Descanse en paz el veterano torero a quien tan de veras he aplaudido tantas veces.

MANUEL SERRANO GARCÍA-VAO



Minuto ha dirigido a Sevilla el siguiente telegrama:
“José Pazo
Zaragoza, 70.- Sevilla
Estimaré mucho trasmita este telegrama de pésame a la viuda Gallo, cuya muerte siento de todo corazón.
Minuto”.



miércoles, 17 de octubre de 2012

PRIMERAS NOTICIAS DE RAFAEL GÓMEZ "GALLITO"

UN GALLITO JOVEN.
La Revista El Enano publicó en el número 289 que apareció el 7 de marzo de 1.897 una de las primeras, si no la primera, referencias sobre Rafael. El mozuelo ni tan siquiera había debutado con la cuadrilla de Niños Sevillanos y su padre, el señor Fernando, ya le auguraba un futuro prometedor. 




DE TAL PALO, TAL ASTILLA

Un torero como Fernando Gómez “El Gallo”, que tan buenos discípulos ha sacado, no podía marcharse de los toros sin dejar un heredero que, moral y legalmente, recogiera lo mucho bueno y clásico que como torero ha poseído siempre.
Este heredero nadie podía ni debía ser con más títulos que Rafael Gómez el hijo del célebre maestro.
Cerca de un año hace que tuvimos ocasión de hablar con el popular torero y con lágrimas en los ojos nos decía: 
PORTADA DE EL ENANO.
“Tengo un chavá que ze empeña en zer torero, y yo no zé aonde podrá llegá zi no les coje mieo á loz pitone, por que le azeguro á osté por mi vía, que er niño torea más que yo”.
Nos pareció esto más que nada una exageración hija del cariño de un padre; pero ya no es su padre el que habla sino un periódico, tan entendido en toros como lo es El Porvenir de Sevilla. 
Después de relatar la faena empleada por Reverte, para despachar un toro de Benjumea en una de estas fiestas íntimas, que con tanta frecuencia celebra el diestro de Alcalá del Río, dice lo siguiente:
“Después jugóse un becerro de la misma ganadería, en cuya lidia tomó parte, revelándose como una esperanza taurina Rafael Gómez, hijo del célebre espada “Gallito”.
Cuando este diestro, después de una vida de trabajos en la que consiguió muchos lauros y un puesto eminente en la tauromaquia, al ver cómo las facultades le faltan y no puede por ello continuar la lucha con los cornúpetos, piensa en retirarse de ella, su hijo Rafael coge los trastos que el padre deja y se dispone a continuar los triunfos con ellos alcanzados.
ARTÍCULO MENCIONADO.
Aleccionado en un corralón que hay en la casa del “Gallo”, en Gelves, no es de extrañar que, con tan buen maestro, el muchacho presente tan excepcionales condiciones para el arte taurino.
Toreando de capa de manera magistral, poniendo banderillas cortas en lo alto, y, por último, manejando con arte y ciñéndose la muleta y señalando con el estoque la muerte, hízose aplaudir por cuantos lo vieron, revelándose, a los que no lo conocían, como un completo torero.
Nos dicen que se formará una cuadrilla de niños sevillanos, de la que serán directores Rafael Gómez “Gallito” y el sobrino de Reverte.
También se dice que el lunes próximo hará su debut en la plaza de toros de Valencia. 
Mucho nos alegramos que el muchacho venga a continuar las glorias de su padre, y que para éste sea pronto realidad la esperanza de hoy.
Si así sucede, nosotros nos complaceremos en poder exclamar cuando trabajar le veamos: de tal palo, tal astilla.

domingo, 14 de octubre de 2012

MANUEL DEL ARCO ENTREVISTA A RAFAEL EL GALLO

CARICATURA DE LA ENTREVISTA.
El viernes 14 de noviembre de 1958 se publicó en la prensa barcelonesa una entrevista a Rafael El Gallo que le hizo Manuel del Arco (Zaragoza, 1909 - Barcelona, 1971), caricaturista y periodista. Rafael acudió a la Ciudad Condal para participar en el homenaje a don Pedro Balañá y esto es lo que dijo:


De Sevilla ha llegado Rafael Gómez Ortega “El Gallo”, para asistir al festival del domingo en homenaje a Balañá. Hará el paseíllo y estrenará un precioso capote de paseo. Sus setenta y seis años no le permiten otros riesgos mayores en el ruedo.
Pero él no ha dicho todavía adiós a la fiesta. Y todo él está en los toros. Así, cuando lo veo, charla por los codos de su vida taurina; está contando una de las suyas.
-Al volver de uno de mis viajes a América –refiere- volví hecho polvo y tenía que torear en Sevilla; la gente ya había dicho que no llegaba en condiciones y en una tertulia en la que estaba “El Guerra” se comentaba mi estado físico y “El Guerra”, no haciéndose eco de lo que se murmuraba, preguntó: “¿Puede correr?” “Sí”, le contestaron. “Pues iré a verlo”.
Con sólo ver correr al “Gallo” merecía la pena ir a la plaza. Este fue “El Gallo” y ésta fue su enorme personalidad en su época de torero.
Al llegar al hotel, aquí en Barcelona, Rafael daba muestras de cansancio y pidió en su habitación: “A ver si podéis traerme un caldo de gallina”. A los pocos minutos era servido consomé: “¡Hijo! –protestó-. Yo quiero tabaco de ese, no este potingue”.
Y, fumador empedernido,alterna el cigarrillo, que lía con el puro.
Pero  todo esto es la anédota; detrás de ella hay un tipo estupendo, que se esconde. Pido permiso a los que le rodean; siempre hay admiradores y chistosos alrededor del “Gallo” y le digo:
- ¿Quiere ser mío un ratito?
- -Vamos allá –acepta, prestándome atención.
- ¿Descansó bien?
- He dormido una cantidad muy grande.
- ¿No hay nada que le quite el sueño?
- Nada ni nadie. ¿Ya, para qué?
- ¿Cuál es el pensamiento que tiene más presente?
- Los toros; el haber estado en ellos y pasar miedo con ellos.
- ¿Cuál fué su época de más valor?
- Napoleón dijo que lo más difícil era saber dominar el miedo; ninguno de nosotros ha dejado de tenerlo.
- ¿Y tuvo miedo fuera de los toros?
- Más, y mire usted que con los toros he tenido.
- ¿Miedo a los hombres o a las mujeres?
- Según cómo han venido, como los toros. Si te viene un toro franco, no hay que temer.
- ¿Miedo al futuro?
- Eso no lo he visto todavía; no sé cómo es.
- ¿No le asustó nunca el día de mañana?
- No se puede contar lo que no se ve; está obscuro.
- Don Rafael: ¿no tiene la impresión de que a usted lo han visto sólo por fuera?
- La leyenda de uno no es la personalidad de uno, pero nace uno para lo que es.
- ¿Ha vivido todo cuanto ha querido?
- Sólo cuanto he podido.
- ¿Hubiera querido más todavía?
- Lo bueno siempre se quiere.
- Y lo malo ¿fue por su culpa?
- Por equivocación, nadie es profeta en esta vida.
MANUEL DEL ARCO CARICATURIZADO.
- ¿Vive ahora más en su recuerdo?
- Recordar el recuerdo es sufrir, quisiera ser joven, torero y todo lo que ya no puede ser.
- ¿Qué preocupaciones tiene hoy?
- Salud y fuerza para los días que me quedan.
- ¿En qué momento de su vida tuvo plena felicidad?
- Desde 1902 a 1912, pero sembré antes.
- ¿Por qué no ha sido hormiga?
- Porque la leyenda mía ha sido así.
- ¿Víctima de su leyenda?
- No he tenido más remedio que vivir con ella; no hubiera sido “El Gallo”.
- ¿Rafael Gómez Ortega víctima de “El Gallo”?
- Sí, pero soy “El Gallo”; si no, usted mismo no estaría aquí hablando conmigo para un periódico.
- ¿Habría sido un desgraciado siendo Rafael Gómez Ortega, ciudadano desconocido?
- No lo sé, pero no lo he sido.
- ¿Es usted capaz de juzgar su papel en la historia del toreo?
- No me veo; me imagino que quedaré en la historia.
- ¿En qué lugar?
- En el que me pongan.
- ¿Se ha encontrado alguna vez solo?
- Muchas veces, y rodeado de mucha gente?
Termino el diálogo y sigue la tertulia. Uno le dice: “¿Te acuerdas, Rafael, de aquel toro cárdeno que te cambió José?”
- Como si lo estuviera viendo –explica-: era un toro bonito, que, según José, sólo tenía tres muletazos...
- Y hablando, hablando de toros, se queda solo...

jueves, 11 de octubre de 2012

¿POR QUÉ LA GRACIA TOREADORA?

RAFAEL ALBERTI

La Gracia Toreadora no es un título original, ¿para qué habiendo versos insuperables? Forma parte de un poema, Joselito en su gloria, escrito por Rafael Alberti (El Puerto de Santa María, 1902-1999) en mayo de 1927 en Sevilla. La composición tiene una historia curiosa. Sánchez Mejías montó en la ciudad hispalense un homenaje al que fue su cuñado e invitó a un grupo de escritores e intelectuales, entre ellos al joven Alberti. En esa época se cumplía el tricentenario de la muerte de Luis de Góngora, al que los nuevos poetas españoles admiraban. Cuenta Rafael en La arboleda perdida, su libro de memorias: “Poco antes de la fecha del centenario, me llamó a Sevilla. Se celebraba el séptimo aniversario de la trágica muerte de Joselito. Del tren, me trasladó a un cuarto del Hotel Magdalena, encerrándome con llave, mientras me advertía: No comerás ni beberás hasta que escribas un poema dedicado a José. La Velada en su honor es esta misma noche. En el Teatro Cervantes. Unas horas más tarde recuperaba yo mi libertad, leyéndole a Ignacio “Joselito en su gloria”, cuartetas muy sencillas que repetí en la fiesta, entre los oles y ovaciones de un frenético público compuesto de gitanos y gentes de la torería devotas del espada...”.

El escritor peruano Felipe Sassone (Lima, 1884 - Madrid, 1959) fue testigo directo de la velada y en  el periódico ABC publicado el martes 24 de mayo del mismo año firmó el siguiente artículo. Sin citar el título, califica el poema como “unas redondillas preciosas, modernas por la sensibilidad y clásicas por la medida, llenas de gracia infantil y doliente”:



LITERATOS Y TOREROS

FELIPE SASSONE
He sido por unas horas huésped accidental y agradecido de Sevilla, bajo sus aromas de Mayo, claveles y jazmineros, y un lejano regusto a sal marina y un tibio frescor paradójico en las morenas aguas del río. Sin el místico dolor musical de la semana de Pasión, sin el abigarramiento extranjerizante de la feria, la ciudad se ha mostrado a mis ojos con toda su gracia quieta y melancólica, eternamente joven, como si no sintiera el peso de sus capas históricas; pero muy moderna y muy antigua, sin olvidar el pasado, que fue ayer su nobleza y es hoy su prestigio en el verdadero sentido mágico de la palabra. El arquitecto Aníbal González, su novio de ahora, otra vez su novio, la va engalanando, la va erizando de torres esbeltas y airosas, y es que Aníbal González fue quien, acaso en una pretérita encarnación, trazó los planos de la moruna Giralda madre de torres, como un dedo levantado, como el índice de la ciudad que se irguiera, diciendo: “¡La primera soy yo!”

Llegué a Sevilla a honrar la memoria de Joselito el torero, en una velada necrológica, más bien fiesta dionisíaca, como los fúnebres banquetes latinos, metido en un haz de amigos apretados en torno de Ignacio Sánchez Mejía (sic), en cuyo pecho ardía la memoria fraterna como una lámpara votiva. Un discurso claro, sencillo, sentido y veraz, como recuerdo, como admonición y como crítica, del presidente del Club Joselito, que organizaba la fiesta, una sabia y originalísima disertación de José María Cossío, que recopilaba en sabroso comentario todo un florilegio de prosas y de versos; un soneto escultórico de Cortines Murube; unas redondillas preciosas, modernas por la sensibilidad y clásicas por la medida, llenas de gracia infantil y doliente, de Rafael Alberti; una composición españolísima de José del Río, que leyó el ilustre actor Francisco Fuentes; un primoroso romance –“desde entonces tienen sangre los jarros de Talavera”-, de Adriano del Valle, y una oración elocuente y conmovida, del letrado Blasco Garzón, dijeron al público sevillano, que se apiñaba en el teatro Cervantes, la gloria de su torero, que había muerto joven como el amado de los dioses. Y el público asintió en que José Gómez Ortega fue el torero por antonomasia; torero ab ovo, por tradición y por devoción; por influjo de su estirpe y por impulso de su deseo. Torero y sevillano por dentro y por fuera, en el campo y en el ruedo en la vida y en el oficio; torero en la carne de su espíritu y en el indumento que vestía su carne; torero que unía a la pujanza física el conocimiento intelectivo, por recuerdo inconsciente y por sueño alucinado; que era la inteligencia que prepara y dispone, y la destreza, que ejecuta y que cumple, y que, en épocas de casualidades y de destellos pasajeros, fue el acierto constante, el dominio y la gracia, la seguridad y el ritmo, y era más que el milagro porque era la sabiduría.
La fiesta tuvo un epílogo brillante en el Club donde acudieron, invitados de honor, D. Torcuato Luca de Tena y D. José Cruz Conde, gobernador de Sevilla. Don Alberto Pazos saludó como “al primer sevillano”, así dijo, al director de ABC, brindando en su honor la idea de recoger en un álbum las firmas que le testimonian la admiración y la gratitud de sus coterráneos, y en honor del gobernador de Sevilla, cordobés por sangre y cuna, Rafael Alberti recitó dos sonetos de Góngora y la Tercera soledad, que no escribió el precursor de nuestra lírica, debida a su pluma nueva, fiel a la gramática gongorina y primorosa de factura y de intención. Así, en un Círculo de aficionados a toros, celebrábase, como un anticipo del tercer centenario de Góngora, bajo el retrato de Joselito, el sevillano que en su arte era –según el grave decir de un gitano- Séneca y Guerrita.
Caía la noche y corría el oro de la manzanilla, que da sabor a vino al mar de la playa sanluqueña; salían raudales de llanto de la guitarra arábigoespañola del Niño de Huelva, y Tomás Pavón decía, mitad responso y querella, el madrigal grave y triste de la seguidilla gitana. Como en un suplicio, como en un castigo, porfiaba el cantaor, exacerbado el sentimiento, por no respirar, porque la voz no se quehara en la congoja y el tocaor pegaba amoroso el oído a los pulmones de la guitarra, para oirla latir, y lloraba a su vez con ella: las lágrimas, al caer, eran sonidos sobre las cuerdas. Con las notas saltarinas de un fandanguillo partió el aire una copla que Rafael Sánchez Mazas compuso en la ocasión:

“Cuatro blandones había
y cuatro banderilleros
llorando en la enfermería
por la flor de los toreros”

Y Malena, la gitana, bailaba ritualmente, religiosamente, una danza que era a la par evocación y conjuro.
A la mañana siguiente fui a visitar la tumba del héroe popular. Allí estaba el monumento de Mariano Benlliure: el féretro a hombros de unos hombres del pueblo, rodeado de mozas plañideras, y la Virgen de la Esperanza presidiendo el cortejo; pero el dolor se había inmovilizado en el bronce, y la fúnebre comitiva no avanzaba. A Joselito no hay quien lo entierre. Allí está, dormido, suelta la noble y serena palidez del rostro infantil, al azul incomparable del cielo sevillano, infinito como la ciudad.



Joselito en su gloria aparece posteriormente en el libro de poemas El alba del alhelí. Son redondillas, estrofas de cuatro versos octosílabos con rima consonante (abba). Alberti  se las dedica a Ignacio:


Llora, Giraldilla mora,
lágrimas en tu pañuelo.
mira cómo sube al cielo
la gracia toreadora.

Niño de amaranto y oro,
cómo llora tu cuadrilla
y cómo llora Sevilla,
despidiéndote del toro.

Tu río, de tanta pena,
deshoja sus olivares
y riega los azahares
de su frente, por la arena.

Dile adiós, torero mío,
dile adiós a mis veleros
y adiós a mis marineros
que ya no quiero ser río.

Cuatro ángeles bajaban
y, abriendo surcos de flores,
al rey de los matadores
en hombros se lo llevaban.

Virgen de la Macarena,
mírame tú, cómo vengo,
tan sin sangre, que ya tengo
blanca mi color morena.

Ciérrame con tus collares
lo cóncavo de esta herida,
¡Que se me escapa la vida
por entre los alamares!

¡Virgen del Amor, clavada,
igual que un toro, en el seno!
pon a tu espadita bueno
y dale otra vez su espada.

Que pueda, Virgen, que pueda
volver con sangre a Sevilla
y al frente de mi cuadrilla
lucirme por la Alameda. 


La composición se centra en el entierro de José en Sevilla e identifica un símbolo tan inequívocamente hispalense como es la Giralda con todo el pueblo que llora la pérdida del diestro. Éste irrumpe de manera inesperada en el discurso para invocar a la Macarena, a la que tanta devoción tenía. Se le escapa la sangre, la vida y pide que se las devuelva para volver a pasear por un lugar tan familiar como la Alameda, espacio fronterizo entre el ser y el no ser en cuyas inmediaciones tenía su residencia y por el que transcurrió su entierro.

GABRIELA ORTEGA.
 Gabriela Ortega Gómez (Sevilla, 1915-Aznalcóllar (Sevilla), 1995) aportó una versión recitada. Era sobrina de Joselito, hija de su hermana Gabriela y de Enrique Ortega Ferández El Cuco, banderillero del mismo José.



LA CANTAUTORA ROSA LEÓN.




Joselito en su gloria también se convirtió en canción. Rosa León (Madrid, 1951) versionó el poema en su disco de 1989 Paloma desesperada, en el que comparte protagonismo con el mismo Rafael Alberti, quien recita algunos textos suyos.

PORTADA DE PALOMA DESESPERADA.








LETRA DE LA CANCIÓN.

lunes, 8 de octubre de 2012

COMIENZA LA AVENTURA...

RAFAEL, LA GENIALIDAD.

La Gracia Toreadora es, desde hoy, un blog que se suma a los muchos y excelentes que de manera puntual perpetúan la memoria de una dinastía, la de los Gallo. Este lo hará en exclusiva, evocando su fructífero paso por el toreo. Rafael y José serán los principales protagonistas

JOSELITO, LA CIENCIA.
Estas dos imágenes son las primeras que de ellos vi mediada la década de los sesenta. El libro en el que las encontré, dedicado a la figura de Manolo Granero, no tenía tapas y le faltaban las primeras y las últimas páginas. Mucho tiempo después supe que se titulaba Manolo Granero y la Fiesta de los Toros, lo había escrito Habla-Claro y se publicó en Valencia en 1921. Y porque mi padre me lo puso en las manos empezó a interesarme la tauromaquia.

Rafael fue genial y Joselito el Rey. Arte y Ciencia. ¡Toreo!