miércoles, 30 de agosto de 2023

GALLITO CHICO OVACIONADO EN CIUDAD REAL

 

De Luis Rogelio HM - Ciudad Real Capital - 064, CC BY-SA 2.0,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=72662508
'El Comercio de Córdoba' dio la noticia, en su edición del 14 de junio de 1897, de la novillada celebrada la víspera en Ciudad Real. El breve recoge un éxito de Rafaelito Gómez, por entonces 'Gallito Chico':

Ayer, en Ciudad Real, se corrieron cinco becerros de Porzuna, que resultaron buenos.

Revertito y Gallito Chico mataron los cuatro primeros de cuatro estocadas y dos pinchazos, siendo objeto de grandes ovaciones.

EI sobresaliente Ochoa mató bien al último bicho.

Durante la corrida llovió bastante.

domingo, 27 de agosto de 2023

SEIS DÉCADAS DE LA CONFIRMACIÓN DEL SEÑOR FERNANDO

 El señor Fernando El Gallo fue ascendido a matador de toros el 4 de abril de 1888. Sesenta años después, el domingo 4 de abril de 1948, Madroños rememoró su figura en 'Correo de Mallorca':

LA ALTERNATIVA DEL SEÑOR FERNANDO EL GALLO 

EN MADRID


Sesenta abriles hace hoy que el señor Fernando el "Gallo" (Fernando Gómez y García, Gallito II), padre de Rafael el calvo, de Fernando el gordo y de Joselito, tomó la alternativa en la plaza madrileña.

El señor Fernando nació en Sevilla el 18 de agosto de 1849, aprendió el oficio de zapatero, y el ejemplo de su hermano José, banderillero de 'Lagartijo', le hizo ser torero. Fue banderillero con 'Gordito' y con 'Chicorro'; el 71 se presentó como novillero en Sevilla; el 73 lo hizo en Madrid alternando sus labores de rehiletero y de matador de novillos toreó no pocos años.

Él quería ser espada de cartel, pero sus grandes deficiencias con la tizona mataban sus ilusiones; de un lado luchaba su afán de gloria y de otro su talento natural; sus ambiciones le empujaban al doctorado, mas su clara percepción de las cosas le hacía contenerse.

'Bocanegra' le dio una alternativa en Sevilla, pero luego siguió durante muchos años matando novillos, y triunfando al fin sus anhelos de ser matador de toros, recibió una nueva investidura de manos de 'Jaqueta' en la misma plaza. Esta alternativa no la confirmó en Madrid hasta muchos años después en tal día como hoy.

Fue en la primera corrida de abono de aquella temporada; torearon 'Currito', Ángel Pastor y el señor Fernando; los toros eran de Vicente Martínez y de Núñez de Prado, y el toro de la cesión, perteneciente a la primera de dichas vacadas, se llamaba 'Coleto', retinto, al cual dio muerte el 'Gallo' de un pinchazo, una estocada ida y descabelló al segundo golpe, por cuya faena oyó muchas palmas.

Como tenía una gran amistad con el empresario don Rafael Menéndez de la Vega (padrino de su hijo Rafael), le abrió ancho campo en la plaza madrileña y en el cartel de abono de la misma figuró no pocos años. Su labor con el estoque era generalmente desastrosa, pero sus fracasos quedaban atenuados por su arte finísimo de torero grande, de torero artista que, según 'Guerrita', despedía un aroma que asfixiaba

Torero inteligentísimo tuvo un vasto repertorio sobre todo con la capa, realizando unos quites que llegaban al mayor grado de perfección y lucimiento en aquella época.  Su cambio de rodillas era maravilloso, no tuvo rival. No lo inventó, como muchos dicen, pero, según opinión general de los más autorizados críticos y aficionados, hizo de esta suerte una especialidad y no ha habido ni antes ni después quien la ejecutara como él la practicaba con toda clase de toros.

Fue teóricamente uno de los mejores maestros que hubo pues tuvo un don especial para saber transmitir sus conocimientos, y cuantos figuraron a su lado, empezando por 'Guerrita', que fue el primero en reconocerlo, supieron aprovechar sus enseñanzas.

El Gallo fue, en resumidas cuentas, un gran lidiador, un torero muy grande y un estoqueador deplorable. Los últimos años de su vida toreaba poco. El 22 de septiembre de 1895, toreó por última vez en Madrid, dando la alternativa al 'Algabeño' y su despedida fue en Barcelona el 25 de octubre de 1896, matando el Gallo el primero de Veragua, que fue banderilleado por 'Guerrita' admirablemente, y los seis restantes fueron estoqueados por el mencionado Guerra, 'Minuto' y Fuentes. 

Se retiró en su huerta de Gelves torpe, hinchado y cardíaco, y allí falleció el día 2 de agosto de 1897, contando al fallecer 48 años de edad.

El señor Fernando fue un hombre graciosísimo y decidor, cualidades que le hacían captar las mayores simpatías.

Su gracia y su conocimiento de los toros se retratan en esta anécdota:

Toreaba con él en una ocasión como sobresaliente, para matar el último toro, un diestro que luego fue espada de alternativa y al ir a trastear a la res dijo al maestro:

- Señor Fernando, ¿empiezo con un cambio?

- No hijo, no cambies ni dos pesetas. Con la derecha y despegadito, que todavía te va a agarrar.

Y le agarró.

Y su franqueza, adobada siempre con la gracia, se revela en la siguiente:

Al ir a matar un buey del Colmenar en Madrid, salieron de entre barreras dos peones, y Mazzantini, que asumía la dirección de lidia les mandó retirar.

- No, Luis, no -dijo el Gallo-. En argunos toros me hase farta toa la cuadrilla y lo que siento es que no puedan ayudarme la Gabriela y los chicos.

Su charla era tan amena, pintoresca y chispeante, su trato encantaba y siempre tenía una agudeza a punto, refiriéndose de él numerosas anécdotas y frases de ingenio con las que se podría hacer un interesantísimo libro.

Ahí van algunas:

Había toreado con 'Frascuelo' las corridas de Feria en Algeciras, y a punto de marcharse de la fonda, cuando empezaron a bajar el equipaje de las habitaciones, le dijo el Gallo a su compañero:

- Oye, Salvaor, llévame tú mi baúl al barco.

A 'Frascuelo' le hizo gracia la ocurrencia, y cuando la refería, agregaba que era que, comparado con él, el Gallo le consideraba toreando, como un mozo de cuerda.

Toreando en Talavera, dobló uno de sus toros de una estocada, y el puntillero, Juan Antonio Mejía, lo levantó:

- ¡Várgame la Maalena! -exclamó el Gallo-. ¿Por dónde andará Don Juan Tinorio?

- ¿Para qué, maestro? - preguntóle un peón.

- ¡Pa que mate a Mejía!

Uno de sus banderilleros había estado fatal pareando, y cuando tocaron a matar y cogió el capote, le preguntó el señor Fernando:

- ¿Dónde va osté?

- A bregar.

- Vaya osté a sentarse en el estribo ahora mismo.

- ¿Pero por qué, mataor?

- ¿No ve osté que se van a mezclar los pitos que le dan a osté con los que me van a dar a mí, y eso va a ser un laberinto?

Y nada más, porque serían interminables. 

miércoles, 23 de agosto de 2023

GAONA PREFIERE A RAFAEL

 'Diario de Burgos', en su edición del 13 de abril de 1948, reproduce una entrevista publicada en 'Unidad' con el diestro Rodolfo Gaona, en visita a España proveniente de Cheburgo. El revistero inquiere sobre qué diestros han sido los mejores con los que compartió escenario...

"fueron Rafael el Gallo y Belmonte.

- ¿Y Joselito?

- El Gallito ha sido un torero muy largo y extraordinario.

domingo, 20 de agosto de 2023

'MUERTE Y FUNERAL DE JOSELITO EL GALLO, UNA EFEMÉRIDE SENTIMENTAL'

 El 1 de julio de 1937, en el número 18 de 'Mi revista', Enrique López de Alarcón firmó el siguiente artículo titulado 'Muerte y funeral de Joselito el Gallo, una efeméride sentimental':


EI 16 de mayo de 1920 muere en la plaza de toros de Talavera José Gómez Ortega («Gallito») EI toro Bailador (sic), lidiado en quinto lugar. procedente de la ganadería de la viuda de Ortega, le echa mano, como suelen decir los flamencos, al diestro famoso y lo asesinó.

EI ganado. de poca sangre, obligaba a llevar la fiesta lánguida y sin incidentes notables. La plaza estaba llena. porque acudió medio Madrid a Talavera, abandonando el circo de la carretera de Aragón, donde se corría la de Beneficencia.

Joselito había toreado en Madrid el día de San Isidro. No tuvo una tarde feliz, EI público de la fiesta encontró al ídolo apático, indolente; lo juzgó frío y lo acusó de cobarde. Algunos espectadores. desafectos, llegaron a arrojar almohadillas al ruedo. y una de ellas. arrojada con más tino, al rostro del famoso torero que — sin disculparse, sin perderle la cara a un toro que no que-ría morirse — mordía la soberbia de cien tardes triunfales y de miles de aclamaciones y de salidas en hombros.

EI público, hosco y cruel, le echaba en cara los honorarios crecidos, los millones cobrados en lucha con la muerte; al público le enojaba la maestría, la juventud, el vigor y el arte de que veía dotado a su ídolo de ayer. Lo acosaba y lo vejaba, con voces y denuestos, y lo escarnecía y le deseaba la muerte.

- Déjate que te coja -aulló una voz salida del tendido.

El camino de la plaza a la casa del diestro, en la calle de Arrieta, al otro extremo de Madrid, fue un velatorio. Nadie despegó los labios. La cohorte que acompañaba ordinariamente al diestro era más corta que nunca.

Parrita, el mozo de estoques de José, que hacía también funciones de administrador, de secretario y de apoderado, apenas soltó el fundón de los estoques y la sera de los capotes, salió andando a decir a Retana -gerente de la Empresa - QUE JOSÉ NO PISARÍA MÁS EL RUEDO DE LA PLAZA DE MADRID. Parrita, el simpático biógrafo del gran Joselito el Gallo, no pensaría, de cierto, en que la frase con que le quitaba el sueño a Retana había de ser trágicamente exacta, tan definitivamente implacable.

La brutal maldición del espectador sanguinario que gritaba en el tendido y la sentencia melancólica del fiel mozo de espáas de Jose... las dos fueron cumplidas del modo inexorable y casi en el mismo día en que fueron pronunciadas. 

- Ya está -musitó Parrita al volver a entrar a la alcoba donde José, friccionado de perfumes caros, pijamas de seda, caftán de felpa, cejijunto y remiso -remusgaba la desazón de la tarde adversa.

- Dile a Corrochano que mañana vamos a Talavera a matar la corrida de Ortega. Avísale a Ignacio y a Blanquet y que Matías Lara salga con Rafael en Madrid. Yo no toreo más aquí.

¡Y no toreó!

La tragedia de Talavera

Al día siguiente en Talavera, Bailador (sic), el quinto de la tarde, pasó a manos de José tardeando, avisado y con la cabeza suelta. En un pase por alto desarmó al espada. José se puso a apañar la muleta; el toro se la arrancó gazapeando, José no pudo irse y Bailador lo  prendió por el muslo, donde le dio un puntazo y lo echó al alto; lo recogió en el aire y le caló el vientre de un cornalón hasta la cepa.

Visto y no visto. Ignacio y Blanquet entraron como centellas al quite, Ignacio, a cuerpo limpio, levantó en sus brazos el cuerpo de su amado maestro y lo condujo a la pieza donde debiera haber estado la enfermería. Lo depositó sobre la lona de un catre de tijera. —Me ha matao, Ignacio —murmuró. Y luego, a poco—: ¡Que venga Mascarell!

Ignacio Sánchez. Mejías, el torero más valiente que ha habido, bajó a la arena, limpiándose las lágrimas a puñados. y dio muerte a Bailador entre las protestas del público, arrepentido de haber presenciado tan horrible tragedia: el coloso de la torería, muerto en la plaza de un pueblo por un toro de media sangre.

Después del final de la corrida triste, al subir Mejías y Blanquet y los otros toreros, y las asistencias de la plaza; al irrumpir los amigos del diestro y los aficionados, en un tropel de sollozos contenidos y de palabras entre dientes, el gran torero Joselito había muerto. solo. sin haber recibido el auxilio de la ciencia médica y sin que estallase sobre su frente el beso amoroso de nadie.

Se fue sin despedida, bruscamente como quiso el Destino, corno pedía el espectador bestia del tendido de Madrid. Su arte no había tenido más que mieles para él; el mundo, halagos. y la Fortuna propicia le prodigó en su corta vida de hombre y de artista todos los dones que pudiera imaginar la fantasía. Y murió corno el más misero de los mortales.

Ignacio y Parrita cubrieron el cadáver semidesnudo de José, no con el capotillo de paseo, sino con una burda manta. complemento y tapijo del catre donde yacía el cuerpo; el cuerpo esbelto, joven, atlético, que venia de la arena del circo con las entrañas destrozadas. deshechas como si hubiera parido a la propia Muerte y por la reguera de su sangre brotada de las carnes rotas se hubiera dado a luz en el plano de la Inmortalidad.

Rafael, loco de pena

La noticia  infausta llegó a Madrid con la rapidez del rayo y en alas del viento se expandió a toda España.

Rafael el Gallo gritó su desgarrado dolor fraterno con palabras arrancadas de las estrofas de Federico el Grande entre los poetas que han cantado la pena popular a compás de fragua en estilo de martinetes. Rafael, que había salido en la plaza de Madrid con varia fortuna, apenas se desnudó a tirones el vestido de torear pidió el 'Hispano' y salió a toda marcha hacia Talavera.

Fruncidos los gruesos labios rasgados, en un mohín de dolor; adormilados los grandes ojos, la gorrilla de través sobre la lívida calva de cera, afiladas las facciones por la emoción y la inquietud, Rafael, dentro del coche lanzado a toda marcha, mordía las leguas en la siringa de su habano. Al divisar la ciudad bañada por las últimas luces del tramonto moroso de mayo, que arrancaba reflejos lunáticos a la loriga del río fatídico diez veces padre de la Muerte..., dio un grito junto a la bocina:

-¡Para!

El coche derrapo cien metros con las cuatro ruedas presas en los potentes frenos.- Vuelve, por tu salud. Vuelve pa Madrid. Es mentira, es mentira. Mi hermano no ha muerto. José no puede morir, porque José es el más grande. ¡Tira pa Madrid!

Y recostado en el muelle respaldo lloraba de un deseo irreparable de ver a su hermano y abrazar sus despojos y saber de él y verlo por sus ojos. Y sollozaba, camino de Madrid, con una pena cordial infinita, retornando a Madrid a cien kilómetros por hora.

Injerto en el tronco de Faraón

La señá Gabriela Ortega. viuda de señor Fernando  el Gallo, había sido tronco. emblema y patrona de una tribu de toreros y de flamencos de Chipén. Señor Fernando fue,  amén del maestro de Rafael Guerra, el primer banderillero de su tiempo. y la señá Gabriela estaba emparentada con los Ortegas y los Monges, con los Heredias y los Montoyas. es decir, la flor de la gitanería que hace palmas y lleva el son del latido de la Andalucía baja. Así se explica que en el solar de la huerta de Gelves donde el señor Fernando cuidaba y enfurecía a sus homónimos los gallos de pelea nacieran siete hijos. los tres varones toreros y las hembras, casadas con toreros bravos y de trapío. La menor de ellas, Dolores, casó con Ignacio Sánchez Mejías después de varios incidentes muy de panderetas. —¿Cómo se va a casa ese pimpovo de mi Lola con un payo que es banderillero de un diestro de Bilbao?

Ignacio Sánchez Mejías, que entre otros motivos, conquistó la celebridad porque como ya dije, fue el torero más valiente que ha existido, procuró con todas sus fuerzas, que no eran cortas, honrar la memoria de su hermano. Fundó, presidió y protegió el "Club Gallito" y dos años después dio remate a la idea de levantar un monumento que perpetuara la memoria de José en mármol y en bronce como ya se mantenía perenne en el alma y en el recuerdo del pueblo andaluz. Mariano Benlliure, con singular acierto, dio fin a la obra, pieza escultórica que se ha hecho merecidamente popular no sólo por el objeto que celebra y conmemora. sino por el acierto con que está concebida y rematada.

Al regresar Mejías de viaje a Méjico recibió el monumento y fue preciso buscar lugar donde emplazarlo. Coincidió esta fecha con la del segundo aniversario de la tragedia y el Club Gallito organizó una velada en el teatro de Cervantes, de Sevilla. para el 16 de mayo de 1922.

¡Palabras, palabras, palabras...!

El día nueve se presentó Ignacio en el saloncillo del teatro Español donde yo, a la sazón, prestaba mis valiosos servicios. (Dispénseme, lector, este parrafito tan macarrónico. pero yo, cuando hablo de mí,. me acharo y digo más tonterías que de ordinario.)

—Mañana nos vamos a Sevilla, donde vas a pasar conmigo una semana. El día 16 es el aniversario de José; Benlliure entrega el monumento que es una maravilla. ¡para mi! Y yo necesito hacerle a Joselito un funeral poético, si es posible, superior al otro mausoleo. Ven y hazlo tú...y hazme ese favor.

EI discurso de mi amigo el torero, que a la postre fue más desgraciado que todos, tornaba un giro que yo no tenia más remedio que atajar.

—Dame una cerilla — le dije, para encender un "seto's" que me había alargado, sin duda con ánimo de anestesiarme para que le otorgase mi consentimiento.

Detrás de la voluta del humo de color de ónice, levanté los ojos y me tropecé con los retratos del duque de Rivas. de Fernández y González, de Zorrilla.  Algo debió notarme Ignacio en la cara, porque barbotó:

—¿Qué tonterías estás pensando ahí?

i Nada! ¿Nos vamos en el tren o en tu coche?

Al día siguiente, en el expreso de las nueve, salimos para Sevilla.

En la noche del 16 de mayo de 1922 se celebró la velada con el buen éxito que era de suponer. En la velada leí los versos que exigió de mí en Madrid, a la sombra propicia de los grandes románticos españoles, el torero más valiente que ha habido en España, porque se arrimaba al toro con el entendimiento.


Funeral de «Joselito»


Esta luna gentil de Primavera,

tranquila y placentera,

que quiso vibrar, cairel y broche

del capote de lujo en que Ia noche

esquiva y huye la humedad de Mayo. _

Esta luna tranquila y placentera,

mujer al fin, se remilgó la falda.

bajó taconeando por la acera

y recostada al pie de la Giralda

habló al Guadalquivir de esta manera:

—¿Qué hiciste de mi amor? Aunque me alfombres

la tierra de las flores bonitas,

aunque ampares mi espalda

con un manto de luz y la esmeralda

por siempre me rodee... Si al fin me quitas

al más dulce y amado de los hombres

me tendré que morir. Di, padre río,

¿dónde fuiste a ocultar el amor mío?

Betis enmudeció; los ruiseñores

cesaron de cantar v contuvieron

su risa de cristal de los atanores

y lívidas las flores

y rígidos los tallos, no mecieron

sus cuerpos a compás y no esparcieron

su  tesoro de aromas y de olores

y el campo tumba fue, cuando supieron

¡ay, ojos que lo vieron!

la muerte del amor de sus amores.

Lleva el Guadalquivir llanto en sus ondas:

cimbreándose, curva, entre las blondas

gime haciendo pucheros la mantilla.

EI tornavoz del puente de Triana

publicó la espantosa pesadilla

y Córdoba, sultana.

y Ronda —la moruna, la serrana-

plañen por el torero Maravilla.

hijo infeliz de la fecunda hermana

orgullo y prez de la sin par Sevilla.

Lloran ante las rejas, los bordones

reprochando el hipar dc las falsetas,

v lloran, al pulsar, los corazones,

los sonajeros de las panderetas,

los chinos de marfil de los mantones

los calados de luz de las peinetas

y lloran al pasar las procesiones

los dardos de piedad de las saetas

férvidas, musicales oraciones

que junta en sus viriles diversiones

con la gracia sutil de los estetas

la bravura feroz de los leones.

Ven, pasajero, dobla la rodilla,

que en la Semana Santa de Sevilla

porque ha muerto José este año estrena

lágrimas de verdad la Macarena.


Colofón

Estos versitos tuvieron la singular fortuna de satisfacer por completo a mi amigo. Yo con esto me quedé contento, porque Ignacio, que no tenía vocación de flamenco — como ya adivinó zahorí la señá Gabriela Ortega—, tenía, en cambio, una formidable aptitud de escritor. EI talento sirve para todo: lo mismo para poner el par de la mariposa que para escribir una novela o un drama. Lo que ocurre es que la gente no quiere que esto sea así. Por empeñarse en demostrarlo del modo más patente, Sánchez Mejías, en vez de escribir las obras que ya tenia imaginadas, se dejó coger de un toro en la plaza de Manzanares la tarde del 10 de agosto de 1934. Y murió, después de una agonía espantosa, en que él quiso espantar a la muerte, en la noche del día diecinueve.

Ignacio fue sepultado en el mismo panteón de Joselito. Reposan ambos allí, tan cerca el uno del otro como estuvieron la noche mortal con que obscureció en Talavera el día 16 de mayo de 1920.

miércoles, 16 de agosto de 2023

EL GALLO PASA LA GUERRA EN MADRID

 Juan Ferragut firma el siguiente artículo, publicado el 16 de junio de 1937 en 'Mundo gráfico', en el que cuenta cómo vive Rafael El Gallo en pleno conflicto bélico:

RAFAEL 'EL GALLO', 'COLECCIONISTA' DE GUERRAS Y REVOLUCIONES, TIENE UN BAR

Rafael Gómez, el Gallo, veterano del arte taurino, poseedor legitimo de una auténtica popularidad cordial y pintoresca, tiene un bar flamante, recién inaugurado en una de las calles más céntricas de Madrid.

'EI Gallo' ha abierto un bar, es el decir de las gentes, que cunde de boca en boca. No nos metamos en interioridades administrativas, que acostumbran a ser un misterio. Y más tratándose de el Gallo, que en materia económica ha sido siempre una verdadera calamidad. Nadie —ni él mismo—ha sido capaz nunca de "echar la cuenta" a este Faraón flamenco, manirroto y genial. Nadie—ni él mismo—ha sabido jamás lo que el Gallo ha ganado ni lo que tiene. Auténtico bohemio, calé de raza, este calvorota artista y arbitrario ha hecho de su vida acaso su mejor 'faena' de arte. Supersticioso. fatalista, abúlico y simpático, el Gallo es, por sí solo, toda una tradición y toda una leyenda. Nunca un hombre vulgar, ni una personalidad amorfa y adocenada, Rafael es único en su arte, en su bondad libérrima, en su pintoresquismo y hasta en su prestancia física, que los años no han podido amortiguar.

Lo cierto es que, sea o no cierto—dejemos interioridades administrativas—, el Gallo tiene un bar. Allí está él, de la mañana a la noche, con su cráneo reluciente y su sonrisa matizada de gitana melancolía, haciendo los honores del nuevo establecimiento. "El bar de el Gallo" le llama la gente, y la gente tiene razón, porque su instinto le dice que el pintoresco disparate de establecer un despacho de bebidas cuando no hay vino ni tapas, y la cerveza escasea, y los mariscos tienen precios astronómicos, y los licores famosos se han transmutado en química misteriosa, no podía ocurrírsele más que a Rafael el Gallo.

Sin embargo, allí está Rafael, hierático, cetrino y sonriente, como siempre; parco de palabras y de gestos, como un auténtico ídolo de bronce el rostro, de marfil antiguo la calva veterana.

Rafael es estoico y fatalista. Por su edad, podría libremente estar lejos de Madrid, o, por lo menos, evacuarse a un barrio menos batido por la metralla enemiga. Pero Rafael tiene los oídos habituados a todas las tempestades.

—Los que se estremecen—sentencia Rafael— cuando estalla un obús no saben cómo suena un "¡ole!» cerrado o una "bronca" en una plaza de toros.

EI bar de Rafael se rotula 'Los Hércules». Es un recuerdo a la vieja Alameda sevillana, matriz de toda una casta de artistas flamencos y toreros famosos, sevillanos todos... , menos este magnifico Rafael Gómez Ortega, que nació en Madrid.

—Me dicen que me vaya—dice el Gallo—, y no me voy. Por casualidad nací en Madrid. y si aquí tengo que morir, será mi sino. Todo lo que le tiene que pasar a un hombre está ya escrito, y no hay nadie más tonto que el que cree que poniendo tierra por medio se libra de su suerte. Además, a mí no me cogen de sorpresa guerras y revoluciones. Parece que me dedico a coleccionarlas. He dado muchas volteretas por el mundo. En América, ya se sabia: llegar yo a una República y liarse un fregao de tiros, era todo lo mismo. En Méjico, en Uruguay, en Paraguay, en Venezuela, en la Argentina, en Cuba, he sido testigo de no sé cuántas revoluciones. Estoy curado de espanto. Ahora, compadre, que "esto" de ahora es lo más serio que había visto: er sin fin der mundo...

Rafael enciende un cigarro puro. Atiende, con su característico gesto cordial, a unos amigos que llegan. Su silueta magra, estilizada. tiene un aire inconfundible, de auténtico señorío, garboso y simpático. Se habla de la guerra, de los ausentes, de los que a los primeros truenos bélicos se fueron lejos.

Rafael sentencia:

—Cada uno, aunque no entienda de política, tiene su sitio. Un artista popular es del pueblo que lo hizo. ¿A quién se lo debe uno todo? Al pueblo. Su aplauso, su cariño nos dieron fama y dinero. iEa!, pues con el pueblo hay que estar a las duras y a las maduras... Yo he pasado muchos tragos amargos. Me he visto a veces 'entregado', hundido. En una sola tarde de suerte, el aplauso del pueblo me ha resucitado. ¿Es que uno puede olvidar esto?

Y el Gallo vuelve a su silencio hierático.

Empiezan a estallar, no lejos, truenos de metralla asesina. Rafael fuma impasible. En su rostro broncíneo, el gesto hermético, inalterable-—estoicismo y melancolía—, de las "tardes malas".

domingo, 13 de agosto de 2023

EL GALLO CUENTA SU VIDA EN 'MUNDO GRÁFICO' (Y II)

 Segunda, y última entrega, de la biografía de Rafael El Gallo aparecida el 19 de agosto de 1936 en la revista 'Mundo Gráfico':

Un fraile «afisionao» en el corazón de la selva

Otra vez—sigue contando el Gallo—, en el río Magdalena, junto a las Bocas de Ce- niza de Barranquilla, en Columbia (Su criado de confianza: "¡Osú, la jograffa que sabe Rafaé!», me ocurrió una cosa grasiosísima. Íbamos unos cuantos amigos a caballo por aquellos lugares y nos cogió la moche sin llegar a poblado. Delante de nosotros había un río, y más allá de él brillaba' a lo lejos una lusesita. Tuvimos. que atravesá er río en un tronco que nos prestaron los índios, y otra ves empesarnos la caminata. Pero la lusesita paresía huir de nosotros, porque cada vez estaba más lejos. Toa la noche estuvimos anda que te anda, hasta que a las cuatro de la mañana llegamos a unconvento y llamamos para pedir agua y un rincón donde pasar el resto de la noche. Cuando nos abrió el lego de la puerta y me vio, se restregó los ojos, como si lo que veía le paresiera una pesadilla, y sin desirnos una palabra, salió corriendo para avisar al principal. Nosotros, desde la puerta, le oíamos gritar por los pasillos: «Padre prior, padre prior, o yo estoy loco, o ahí, en la puerta, está el Gallo.» ¡Ave, María Purísima, la que se armó! EI prior era de Valensia, y un barbián dc los buenos, más afisionao a los toros que Cúchares. EI pater me abrasó emosionao, y quieras que no, me tuve que quedar con él todo el día siguiente, hablándole de España y de los toros.

Un soneto de Villaespesa

——En el Perú coinsidí con el poeta Villaespesa, que andaba por allí con una Compañía de teatro disiendo unos versos muy bonitos. Yo había ido a torear dos corridas en Lima, con Belmonte, y los afisionaos de allí nos dieron un banquete a Juan y a mí por lo bien que habíamos quedao. AI final de la comida le dijo la gente a Villaespesa:

—Dígale usté un soneto a Rafaé.

V verá usté el soneto que dijo de mí el poeta. Es un soneto muy chiquito, pero muy bonito:

Con tu estupenda calva gitana,

a la fiesta española das alegría,

y en los tiempos presentes nadie te gama

en arte, en elegancia y en gallardía.

Pues bordas con tu capa de seda y grana

—capa que 'Lagartijo» te envidiaría—

arabescos sutiles de filigrana

y encajes prodigiosos de orfebrería.

Tu montera es corona de emperadores,

y tu capote, su manto regio a tu espalda,

porque siempre, entre todos los lidiadores,

se destaca tu arte de maravilla,

como la gracia esbelta de la Giralda

sobre todas las torres que hay en Sevilla.

Excuso desirle a usté lo que le aplaudieron. Si yo supiera haser así los brindis, ¡qué torero más completo sería!

Cómo, cuándo y por qué se quedó calvo

- Desde cuándo está usted calvo?

—Desde el año 1901 ; tenia yo entonses diez y nueve años. Una tarde, toreando en Jerez de la Frontera. me corté el cuero cabelludo con el estoque, y se me empesó a caer el pelo ensortijao que tenía. El año dos, cuando tomé la alternativa, ya estaba calvo. Yo he sío el primer torero que ha llevao la coleta postisa.

—¿Cuántas cornadas ha sufrido usted?

—Catorse. Catorse bujeros que tengo en el cuerpo. Dos de ellos muy graves y otros cuatro na más que graves. Los demás, pa ir tirando.

—¿Cuál ha sido el mayor éxito de su vida?

—La tarde más grande la tuve con un toro de Aleas, el día 15 de Mayo dc 1912, en Madrid. Toreé con Bombita y Vicente Pastor. Tres días antes me habían echado un toro al corral en la misma plaza.

¿V la bronca más grande de su vida?

-—¡He oído tantas! ¡Cualquiera se acuerda ahora de cuál fue la mayor!

Teoría y definición de la «espantá'



La 'espantá' según Martínez de León.
- A propósito, Rafael—y usted perdone el modo de señalar—, ¿por qué da usted esas espantás que le han hecho famoso?

—Porque hay que darlas. Cuando no se puede con el toro, hay que defenderse como sea. Y cada uno se defiende como puede. EI torero que tiene mucho poder en las piernas, disimula mejor el mieo. Porque mieo, lo que se dice mieo, lo sentimos todos los toreros al salir a la plasa. Y cuando sale un toro de esos que saben más que un dotor, no quiero desirle a usted. El que no puede disimular el mieo con las piernas, tiene que irse antes de que el toro llegue, porque si no, luego no se puede ir.

—Entonces, ¿cómo define usted la espantá ?

—iPero si la espantá no es cosa mía! Hase ya muchos años desía Lagartijo: "Cuando el toro viene pa ti, si te quitas, pasa el toro. Si no te quitas, te quita el toro." Y la espantá es eso: quitarte a tiempo, antes de que le quite a uno el toro.

Supersticiones

_ —¿Es verdad todo lo que se cuenta de sus supersticiones?

—Sí, señor. Yo soy muy supersticioso. Pero. ¿quién no lo es? ¿A usté no le han dao nunca calofríos al encontrarse con un tuerto? La superstición creo yo que la tiene todo el mundo, y sale o no, según cómo le coja a uno el cuerpo. ¿ Usté es capá de comer con dose tíos en la mesa y usté trese? Yo creo que cada hombre tiene un ventanillo de éstos, porque si no, la vida sería muy monótona.

—¿Cuál es el tema principal de su superstición ?

—¡Cualquiera! Depende de los momentos. A lo mejor está uno tan tranquilo, y de pronto le entra a uno un hormiguillo que no se puede sujetá. Los toreros somos corno los jugadores: que nos molestan mucho los pelmazos. ¿Ve usté aquel hombre vestío de negro que está tomando café en aquella mesa de enfrente? ¡Bueno! Pues aquel es un tío malage, esaborío, que me tiene nervioso toa la tarde. ¡Mardita sea su estampa!

—¿Qué tiene ese hombre?

—¿Pero usté no se ha fijao que detrás der crista aumao, dc la izquierda no tiene ná? Que es tuerto, home, que es tuerto!

Toreros

—¿Cuál ha sido para usted el mejor torero?

—Toreros buenos ha habío muchos. En mi familia, casi tós: el Lillo, el Cuco, mi tío José, mi padre, mi hermano Joselito... Todos han sido muy buenos toreros, menos el padre de mi madre, que fue fata. Uno de esos hombres que nasen de vez en cuandoipa desgrasia de las familias, Yo no puedo hablar de mi hermano José, porque no estaría bien. José fue un caso excepcional. Después de él, creo que los mejores toreros del mundo han sido mi padre y Lagartijo, que fue la matemática del toreo.

Hasta cuándo piensa usted seguir toreando?

—Hasta dentro de un par de años. Lagartijo se quitó de los toros a los sincuenta y siete años. Yo pienso retirarme a los sincuenta y seis. Porque tó eso de las facultades y de los años son pamplinas. Hase dos años, cuando llegué a España. llevaba tres años sin haser ná, sin coger tan siquiera un capote. Y pa desayuno me dieron la feria de Sevilla, que es el paquete más grande que he tenío en mi vida. Aluego, en Cádiz toreé los dos toros más grandes de la temporada. Dos mosos con más de cuatrosientos kilos cada uno.

Una pausa. Y esta lamentación de Rafael:

—¿Pero usté se ha fijao en el tío de las gafas?

Y sin poderse contener más tiempo, Rafael enciende otro puro, se cala el sombrero gris de ala ancha y, casi sin despedirse, se marcha del café, dejándome con la palabra en la boca.

ANTONIO OTERO SECO

miércoles, 9 de agosto de 2023

EL GALLO CUENTA SU VIDA EN 'MUNDO GRÁFICO' (I)

'Mundo Gráfico' empezó a publicar el 12 de agosto de 1936 la biografía de Rafael El Gallo. En pleno conflicto bélico Antonio Otero Seco consigue entrevistar al Divino Calvo.

La primera entrega dice así:


ANDANZAS DE RAFAEL EL GALLO, EL TORERO QUE NACIÓ EN MADRID


Gitano es sinónimo de nómada, de aventurero, de caminante por mar o por tierra; de hombre con las piernas abiertas en el compás alegre de la marcha. Donde se ofrezca una tentación de caminos, allí habrá siempre un gitano dispuesto a tragar sorbos de ruta en copa de horizontes nuevos. Porque un gitano nace ya con la esfera del mundo sobre la palma de la mano, llena de rutas tentadoras para el bronce andariego de sus piernas.

Rafael el Gallo -¿quién no lo sabe?- es la medula más pura y mas cañí de la gitanería andante. Por gitano y por torero, Rafael ha pisado una y otra vez, con un aire jacarandoso de paseíllo, todas las venas azules de las cartas geográficas, con una rosa de los vientos en la solapa de su chaquetilla. Vientos de acá y de allá, con el yodo de los mares en medio, le han pronunciado el bronce de la piel faraónica hasta hacerse puro metal brillante sobre el hipódromo famoso de la calva.  Y entre sus manos, las olas han sido como un capotillo de lujo con que bajar la frente de ese toro babeante y marrajo que es el mar.

Pero vayamos por partes y no adelantemos los acontecimientos. como decían los folletinistas del siglo pasado. Antes de hablar de los viajes de Rafael, de su continuo ir y venir por las rutas del mundo, conviene contar algunos detalles pintorescos del Gallo que sirvan de antecedentes y de punto de referencia a sus aventuras. Aunque lo mejor es que sea el propio Rafael quien lo cuente, sacando a relucir su mas gustoso ceceo. Porque el reportero, en este caso, no tiene más misión que la de ver, oír y contar.

Esos señores que le siguen a todas partes...

Oíd a Rafael. Antes será conveniente que demos algunos datos de lugar y de indumentaria. Estamos en un café elegante de la calle de Alcalá. Junto al Gallo, rodeándole, los de siempre. Su criado de confianza—"un picaor que no pica na, aunque él quiera ser más subío que la guindilla"- y esa media docena de amigos que le sigue a todas partes con la boca propicia a desgarrarse en una abertura de admiración. Viste Rafael un traje negro, que hace aún más claro el rio blanco de la pechera bordada, sin corbata y con botones negros. Junto a él se quiebra la cintura contra el respaldo de una silla una capa llena de bordados, y un sombrero cordobés color plomo hace un flan de aire sobre el asiento.

Estamos todos? Sí. Ya se han frotado las manos esos señores que le siguen a todas partes y se han arreglado el nudo de la corbata después de entreabrir los labios con su mejor sonrisa de adhesión.

Vamos a oír a Rafael. Y, ¡atención!, porque va a temblar la Giralda por la pérdida de un paisano.

Un gitano de Madrid

- Yo no soy de Sevilla, como ha dicho casi todo el mundo, sino de Madrid. Tan madrileño como el Julián de 'La verbena de la Paloma'. Aquí nací, el 16 de julio de 1882, el día de la Virgen del Carmen, en el número 16 de la calle la Greda, hoy de Los Madrazo. Me bautizaron en la pila de la parroquia de San Sebastián, donde también fueron bautizados la Patti y el abuelo del famoso Curro Cúchares, que también se llamaba Curro y también era torero.

- ¿Hubiera usted querido nacer en Sevilla?

- ¿Por qué? Sevilla es Sevilla: pero Madrid es también Madrid. Allí está la gracia. el donaire y el salero; pero anda que Madrid también se trae lo suyo...

—¿Cómo fue el nacer en Madrid?

—Porque mi madre iba detrás de mi padre a tos los sitios donde toreaba. Ya ve usted: yo podía ser ahora gallego o aragonés, lo mismo que soy madrileño, con lo que me va tan ricamente.

Un señor de esos que le siguen a todas partes:

- ¡Y olé!

Dándole aire al capotillo

—¿Cuándo empezó usted a torear?

—A los catorce años me puse por primera vez el traje de luses; pero ya llevaba mucho tiempo dándole aire al capotillo por los enserraderos sevillanos.

(Rafael casi no necesita el estímulo de las preguntas para seguir haciendo su biografía. Se le nota un afán gustoso en esta evocación de sus años juveniles, cuando su calva andaba en lenguas de romances y de copla, hecha historia de amor desgraciado, por todas las esquinas españolas. Episodio por episodio, año por año, va contando su vida con una precisión asombrosa en los detalles v en las fechas. Sólo cuando en la evocación surge alguna amarra sentimental, el Gallo salta sobre ella con la misma gracia gitana y despreocupada que saltaba la barrera las tardes de bronca.

"Yo era un mosito espigao"

—El año 1902 tomé la alternativa. Tenía entonses veinte años, y era un mosito espigao que le gustaba a las mujeres. Por entonses, un pintor de Sevilla me hiso un retrato que estaba la mar de bien, con mi traje de luses y er capote de lujo ar braso. No he vuelto a ver aquel lienso, porque un americano se le llevó, pagándole a peso de oro.

Una pausa, y vuelta al día de la alternativa:

- Aquella tarde estuve superió. La gente se rompía las manos aplaudiendo, y me sacó en hombros. Aquel mismo año fui por primera vez a América Y desde entonses hasta 1914 fui a torear todos los años a Méjico. Pero en 1914 se empesó a «infestar» el mar de submarinos, y no era cosa de perder el pellejo de una corná de aquellos bichos. Aluego después, en 1926 y 1928, recorrí toda la América de punta a punta: la del Norte, la del Sur y la del Centro. He viajado en tren, en barco, en aeroplano... Menos en globo de gas, he montado en todo. Hasta en el submarino Peral hise un viaje corto por la bahía de Cádiz. Por cierto que ya no volveré en mi vida a montar en aeroplano desde que una vez...

Pero esto merece capítulo aparte.

Un curso de volatines

—Había yo despachao una corrida en Bucaramanga, y un alemán amigo mío me invitó a montar en su aparato. Como yo tenía que atorear en un pueblo próximo, le dije que sí, a condisión de que me llevara a aquel pueblo. Vivía su novia allí, y el hombre me obligó a prometerle que le brindaría un toro a la gachí. Me subí al aparato, y cuando ya estábamos ensima del pueblo, el alemán empesó a haser unas cosas raras con el aeroplano que me pusieron la garganta en los zancajos. Desde entonses no he vuelto a montar en aeroplano, ni volveré a montar en mi vida.

Otro señor de esos que le siguen a todas partes:

- ¡Y olé!

Viajante de la revolución por América

—Por sierto—continúa Rafael—que las últimas veses que estuve en América ocurrieron unas cosas tan raras que a mí me traían preocupao. Se lo voy a contar a usté para que se enteren tos esos que se ríen de los supersosiosos. Pasaba que en cuanto llegaba yo a un Estado se declaraba la revolusión.

-¡Hombre!

—Ni ná ni ná, Como se lo digo. En cuanto llegué a Colombia empesó en la capital una mano de tiros que pa qué le voy a contar a usté. Total: que me fui de allí porque a mí no se me había perdío ná con las balas, y me largué más que de prisa al Ecuador; pero el buque en que yo iba naufragó en el camino, en las costas del Perú, y nos tuvo que recoger un barco que se llamaba EI Rimel y llevarnos hasta Lima. Bueno: pues lo mismo fue llegar a Lima que declararse allí la revolusión. Me escondí donde pude, y aluego me fui al Cuzco, con la esperanza de que aquello estuviera más tranquilo. Pero sí, sí. En el Cuzco me pasó otra cosa peor.

Cómo salvó al alcalde del Cuzco

——¿Qué fue lo del Cuzco?

-—iCasi ná! Que también estalló allí la revolusión. En el Cuzco, el Comité revolucionario de la siudá tenía sercada la casa del alcalde para apoderarse de él y de su familia y fusilarlos después. Todos los caminos estaban interceptados y en poder de los revolusionarios, menos la vía férrea, que aun permanecía fiel al Gobierno. Unos amigos fueron a verme al hotel, y me dijeron que el alcalde quería saludarme. Como yo no sabía hasta entonses nada de lo que pasaba, y además yo era muy popular allí, no me extrañó la proposisión: me monté con uno de ellos en un auto, y me fui a casa del alcalde. Por el camino veía que se acercaban al auto grupos de soldados, y al verme se marchaban, disiendo:

- Dejarle pasar, que es el Gallo.

Desde las ventanas de la casa del alcalde soltaban más tiros que en la guerra; pero era para disimular, porque ni él ni su familia estaban allí. Un grupo de amigos los tenían escondidos en una casa, y allí los vi yo. Luego me dijeron que los acompañara a la estasión en un coche serrado y que sacara la cabeza por una ventanilla cada vez que viera acercarse a los guardias. Se salvaron. por fin; pero cuando yo me di cuenta del berenjenal en que me había metío, me entró tanto miedo que me enserré en el cuarto del hotel y no salí a la calle hasta que vi sonreír a las personas que pasaban por las aseras. ¡AqueIlo sí que fue una "espantá"! Yo creo que si me dejan, del salto que pego me dejo atrás el charco, y llego lo menos hasta Gibraltá.

El Cuzco, ciudad de mal arate

—Pa colmo de mis males, atoreé en El Cuzco, y un toro marrajo, bragao y corniveleto me partió la clavícula de una corná. Aquello tenía que acabar así, porque El Cuzco era una siudá de mal arate. Cuando se me curó la herida me fui a Bolivia, y luego, a la Argentina. Bueno; pues en cuanto llegué se armó la gorda en las dos nasiones. Totá: que empesé a echar mis cuentas y a dudar si ir o no al Brasil. Por fin me desidí a realizar el viaje, y cuando Ilegué se declaró también la revolusión.

Su criado de confianza:

—i Y aquella fué de las gordas!

"¡Y a los toreros que nos parta un rayo!"

—¿Qué otros hechos pintorescos recuerda usted de sus andanzas por América?

—¡Hombre! Muchas cosas buenas y muchas cosas tristes. Voy a contarle algunas. EI año 26 me ofresieron en La Habana la exclusiva de todos los negosios taurinos que se pudieran haser en la isla de Cuba. Si aquello me llega a salir bien, a estas horas estoy yo forrao de billetes y más rico que Romanones. Pero no tuve suerte. Cuando ya estaba todo a punto y habían llegado de Méjico unos toros de Piedras Negras, con más coraje que el Gran Capitán y unas intensiones más negras que las piedras, salió gritando una señora de esas que llevan gafas y las llaman de la Sosiedá Protectora de Animales—iy a los toreros que nos parta un rayo!—y se lió a dar chillíos hasta que consiguió, la muy sufragista, que se suspendieran las corrías. Después se dio un golpe de Estado revolusionario—iSeñó! ¿No estaba yo en Cuba?—, y la buena señora, que debía de tené mucha mano con el nuevo Gobierno, consiguió que se suspendieran definitivamente. ¿Usté ha visto en su vida algo paresío? Pero, señó, si es lo que yo digo: ¿Qué tendrán que hasé las mujeres en er mundo fuera de guisá y de coserle los carsetines a su marío?

Un señor de esos, etc.:

—iY olé!

(Continuará)

domingo, 6 de agosto de 2023

CINCUENTENARIO DE JOSELITO ( Y XI)

 Pepe Capa es el autor de las siguientes líneas publicadas el 16 de mayo de 1970 en el periódico 'Nueva Rioja':

EL GENIO DE JOSELITO MURIÓ ASÍ EN 

TALAVERA DE LA REINA


Hoy , 16 de mayo, se cumplen cincuenta años de la muerte, en la plaza de toros deTalavera de la Reina, de aquel inmenso lidiador que se llamó en la vida José Gómez Ortega y en los carteles, al principio, 'Gallito Chico'; después 'Gallito a secas; y antes y después, siempre, para las gentes, simplemente Joselito Maravilla.

Y eso fue, en efecto, José: una auténtica e inigualable maravilla en el arriesgado y gallardo arte de lidiar toros bravos. 

Pero esto se ha dicho y repetido tantas veces que, por sabido, se calla. No hay por qué insistir en ello. Joselito fue un lidiador enorme -el más 'largo', el más sabio de todos los tiempos- que tuvo la suerte de emparejar en los ruedos con otro torero singularísimo -el más genial y revolucionario torero conocido y casi nos atreveríamos a decir que por conocer- Juan Belmonte García. Y de esa feliz coyunda surgió lo que, desde entonces, se viene llamando, con entera justicia y verdad, la Edad de Oro del toreo.

Alguien ha dicho, de modo algo irreverente pero atinado, que lo mismo que la Historia 'grande' distingue, para el cómputo de los años, entre los que corrieron "Antes de Jesucristo" y "Después de Jesucristo", también la del toreo ha quedado signada, dividida para siempre por un "Antes de José y Juan" y un "Después de Juan y José".

Antes de José y Juan, la lucha varonil y entera con el toro.

Después de Juan y José, el juego bello y artístico con el toro.

Así de radical y profunda fue la transformación que Joselito y Belmonte - o Belmonte y Joselito, que también aquí viene lo de 'tanto monta' como anillo al dedo- imprimieron al toreo.

Mas ya hemos dicho que de esto, de todo esto tan sabido, no era necesario hablar, aunque, no obstante, no hayamos sabido sustraernos a la tentación de 'decir algo', ganados por ese tirón irresistible que, en cuanto se rememora aquella áurea época, siente el aficionado viejo que alcanzó a vivirla.

Por eso, por nuestra condición de 'viejo aficionado' que ha sido testigo 'consciente' de aquello, creemos -pura ilusión quizá- estar en condiciones de recordar algo, sin duda mucho, menos importante que la decisiva y perdurable influencia de aquella grandiosa pareja en el toreo, pero al menos curioso, mucho menos conocido y que puede contribuir, sobre todo, a restituir la verdad a sus justos términos en cuanto a las circunstancias que rodearon la muerte del gran torero de Gelves. No porque nosotros la presenciáramos sino porque, por aficionado viejo, en nuestro pobre archivo, en nuestra modesta biblioteca taurina se conservan libros y papeles de aquellos días, en los que tanto se habló, y se fantaseó más, del modo y manera en que Joselito muriera. Y, entre ellos, un pequeño folleto del que es autor un destacado escritor talaverano y gran aficionado a toros, don Ángel Hernáiz, que fue testigo de excepción de la tragedia, folleto escrito precisamente -lo dice el propio autor en el prefacio- para 'rectificar las absurdas invenciones propaladas' por casi todos los informadores que, en auténtica avalancha, llegaron a Talavera de la Reina 'después' de muerto Joselito, y hubieron de dar cuenta del luctuoso suceso apresuradamente, sin la debida confrontación de datos y dejándose ganar por un tan tentador como humano y facilón afán de sensacionalismo.

Sin embargo, el documentado y bienintencionado folleto fue, entonces, muy poco divulgado y completamente olvidado al poco tiempo. Lo que ha prevalecido ha sido lo otro. Y por eso puede resultar oportuno exhumar ahora, al cumplirse el medio siglo de la muerte de José, los párrafos que aclaran y puntualizan lo acaecido desde que el torero ingresó, agonizante, en la enfermería, hasta el momento de su muerte, apenas veinte minutos después. 

Datos que, por otra parte, no proceden realmente del autor del folleto, sino de persona todavía con más razones para estar bien enterada, por hallarse directa y estrechamente responsabiliza con lo ocurrido: del propio médico director de la enfermería talaverana, don Francisco Luque, en carta que éste dirigió a raíz de la muerte de José, al repetido señor Hernáiz y que, en su parte fundamental, dice así:

"Protesto en primer término de la calumniosa especie vertida y acogida en distintos diarios, de que la enfermería careciese de material sanitario, siendo así que en la misma no faltaba detalle alguno instrumental quirúrgico y farmacológico para, no sólo hacer curas de urgencia, sino hasta para practicar una operación por delicada que fuese; de ello pueden testificar dignísimos profesores médicos que de Madrid vinieron a presenciar la fiesta y que, en honor suyo, debo hacer constar que desde el primer momento acudieron a la enfermería y con gran interés y solicitud auxiliaron inútilmente al infortunado Joselito, que colapsado e inmóvil, se le veía por momentos sucumbir en la mesa de operaciones bajo el peso de la tremenda y horrorosa cornada que sufrió".

Luego, el doctor Luque reproduce el parte facultativo por él redactado, en unión de su compañero el también médico de la enfermería de Talavera, don David Ortega, y que es el siguiente:

"Durante la lidia del quinto toro ha ingresado en esta enfermería el diestro José Gómez 'Gallito", con una herida penetrante por asta de toro en la región inguinal derecha, con salida del epiplón, peritoneo, vejiga e intestinos, con schok traumático intensísimo y probable hemorragia interna. Pronóstico gravísimo. También sufre otra herida en la parte interna, tercio superior, del muslo derecho".

Por último, don Francisco Luque ha ce una serie de reflexiones del más subido interés, porque vienen a aclarar y puntualizar toda la tremenda verdad de lo sucedido. Son estas:

"Cuando un organismo viviente sufre una violenta impresión, su sistema nervioso se trastorna, se aterroriza el ánimo más templado, se conmueve todo su ser, es presa de terrible angustia, y la depresión nerviosa es tan grande que sobreviene, como aquí ocurrió, la pérdida o parálisis casi completa de la inteligencia, el movimiento y la sensibilidad. Y a no ser que acuda la naturaleza en su auxilio con una reacción saludable y enérgica, sucumbe sin remedio, a pesar del estímulo prestado por las inyecciones de cafeína, suero y aceite alcanforado que, sin pérdida de tiempo, se le propinaron. Todo inútil. La ciencia registra infinidad de casos en lo que ha producido la muerte casi instantánea esa conmoción nerviosa que origina un profundo pesar o una intensa alegría; esta impresión, esta conmoción de los centros nerviosos (shock) debió sentir el dicho José al verse herido en el vientre con salida de vísceras importantes. Una causa ocasional determinante de su muerte.

Ahora analicemos la herida del vientre. Esta, que era penetrante, lesionó el peritoneo, formando hernia; el epiplón, la vejiga en parte y la masa intestinal; interiormente debió el asta herir dichos órganos y provocar hemorragia probable de vasos de mayor o menor calibre. Otra causa determinante y afección también gravísima y casi mortal de necesidad.

Una laparatomía a tiempo hubiera podido descubrir las lesiones y tratarlas como hoy sabe hacerlo la cirugía; pero en otras circunstancias diametralmente opuestas a las en que se encontraba el paciente, siendo muy problemático un feliz resultado. No fue posible nada; el desgraciado diestro llegó a la enfermería casi inerte, con paralización completa de todos sus miembros, sin poder articular palabra alguna; sólo pequeñas frases entrecortadas, que indicaban el sufrimiento; sin conocer a los que le rodeaban, y sucumbió al poco tiempo, extinguiéndose paulatinamente la vida de relación y vegetativa, sin agonía, sin contracción alguna en su rostro ni en su cuerpo.

En resumen: las causas de la muerte han sido, simultáneamente, las lesiones viscerales de la cavidad ventral y la conmoción nerviosa consiguiente. Esto es lo que yo vi; esto es lo que yo creo; si estoy equivocado, será por mi ignorancia".

Siempre que una gran figura del toreo muere por cornada en una localidad de segundo orden -Joselito en Talavera, su cuñado Ignacio Sánchez Mejías en Manzanares, Manolete en Linares...- la fantasía popular teje la misma negra leyenda: "La herida no era mortal. En la enfermería no había 'de nada'. Los médicos se aturdieron y no acertaron a proceder con eficacia...".

En el caso de Joselito se dijo todo esto y mucho más. Y, al menos en el caso de Joselito, no era cierto. Lo desmiente categóricamente la carta del doctor Luque que acabamos de reproducir en sus partes esenciales. Por eso nos hemos decidido a exhumarla del olvido en que yace. Aunque hayan transcurrido, ya, cincuenta años. Mas vale tarde...

miércoles, 2 de agosto de 2023

CINCUENTENARIO DE JOSELITO (X)

 El periódico castellonense 'Mediterráneo' publicó el miércoles 20 de mayo de 1970 el siguiente artículo dedicado a conmemorar el cincuentenario de la muerte de Joselito. Fue elaborado por Manuel María para PYRESA:

EL GENIO DE JOSELITO

Foto que ilustró el artículo en su día.

Cincuenta años de la muerte de Joselito. En esta hora es bueno rendir homenaje a su memoria  evocando con unas pinceladas su figura elegante y artista por los ruedos de España. Mucho se podría decir de José y mucho se ha dicho ya en libros, reportajes y artículos, a lo largo y a lo ancho de estos cincuenta años, desde que el toro " Bailaor", de la Viuda de Ortega, segara su vida en la plaza de Talavera de la Reina. Pero sobre los hechos. las anécdotas, y desde muy dentro de ellos, iluminan su vida sus cualidades de hombre excepcional. Joselito había sido predestinado para representar la más alta cumbre del toreo. Nieto e hijo de toreros, hermano de toreros. lo tenía todo preparado para triunfar y triunfó. Fue el compendio de toda una familia torera. Se podría decir que su familia, su raza, trabajó la selección del individuo para cuajar en él el genio. Este ser superior de Joselito, como torero y como hombre, destaca en toda su vida en dos facetas, de inteligencia y voluntad, extraordinarias: su superior sabiduría y su dominio soberano sobre el toro y sobre el hombre.

JOSELITO, NIÑO SABIO

Loa primeros escarceos de Joselito en el mundo de los toros ocurren cuando el chaval no tenia más de seis años. Se escapaba de la escuela y se iba a torear a la huerta "La Barqueta", propiedad del médico D. José Sánchez padre del que sería más tarde gran torero y cuñado de "Gallito", Ignacio Sánchez Mejías. Allí hostigaba a unos becerrotes mansos y hacía toreo de salón con una perra, llamada "Diana", magníficamente enseñada a embestir. Pues se cuenta que ya entonces los mayores que veían sus quites y sus faenas quedaban admirados de la sabiduría torera del chaval. Pero ocurre un año después, cuando ya se ha aficionado por la Fiesta, en Coria del Rio, un exponente más claro. Había capea en Coria y allá fue con un par de banderillas cortas ocultas bajo su chaquetilla. En un momento, el banderillero de turno se ve y se desea para poner un par al bicho. José salta de su asiento al ruedo improvisado y dice al banderillero: "Ven, ponte aquí; donde estas no se arranca". Y acto seguido explica la lección prácticamente, Cita al toro que se le arranca como un tren, le aguanta, cambia la arrancada y le coloca un soberano par, utilizando las cortas que llevaba ocultas bajo la chaquetilla. Cuando la gente asombrada pregunta quién es el chaval, la respuesta suena a liturgia: "Es el hijo menor del señor Fernando "El Gallo".

No pasan muchos días y se celebra una tienta en "EI Cigarrillo", cortijo que utilizaba D. Eduardo Miura para estas faenas. Joselito acompañaba sus hermanos Rafael y Fernando, Sus lances a una becerra hacen exclamar al famoso ganadero: "Ahí hay madera y de la buena".

BELMONTE, SU MAESTRO

De La gran inteligencia y sabiduría de Joselito cabe admirar cómo fue capaz de aprender del propio Juan Belmonte, el hombre que estaba enfrente suyo en los toros, que le empujaba cada tarde a la muerte y del que fue, sin embargo, gran amigo. No es secreto ya para nadie que Joselito aprendió del arte de Belmonte muchas cosas. Entre ellas a perfilarse en las verónicas, a meterse en el toro enseñó Belmonte a todos los toreros que le seguirían. Pero la primera lección de Juan la recibió José cuando EI Pasmo de Triana no era más que un maletilla, el precursor de todos los maletillas. Joselito, por aquello de que era hijo del señor Fernando "EI Gallo" y hermano de Rafael y Fernando. tuvo abiertas, desde los seis o siete años, las puertas de todos los tentaderos. Juan Belmonte, no. Tenía que suplicar y que colarse a hurtadillas. En una de estas ocasiones se encontraron juntos por primera vez los que serían luego los dos fenómenos, Belmonte. desgarbado, triste y embarullado. José, sobrado de facultades y recursos. Le toca el turno de la vaca a Belmonte y Joselito, viendo su postura, le dice: "Por ahí no, muchacho, que te va coger". Belmonte no hace caso y la vaca le revuelca. Lo intenta de nuevo y de nuevo recibe el revolcón. Pero se levanta y lo vuelve a intentar rabia, con el mentón crecido. hasta que la vaca pasa sin rozarle y llega una serie de aquellos muletazos "belmontinos" que revolucionaron el arte de torear. Cuando Juan termina su faena se acerca a Joselito y le dice: "Que me iba coger vaco, ya lo sabía yo. Pero el caso era torear allí y así". Y Joselito no tiene más remedio que sonreír y admitir la lección. Su inteligencia y sabiduría llegaban hasta eso, De este Belmonte tremendista, robándole terreno al toro, pero artista enorme, llegó decir "EI Guerra". "Quien quiera verlo torear que se apresure". Porque el gran maestro de Córdoba adivinaba que toreando de aquella suerte no se podía vivir mucho tiempo. Sin embargo. "El Guerra" se equivocó, quien murió en la arena fue el otro, el sabio, el inteligente, el que conocía por talento natural la técnica del toreo desde sus primeros años. Pero es que Joselito murió por eso precisamente. por fiarse de la técnica. EI toro que lo mató no fue precisamente un toro "sabio", sino un toro que no vio el engaño y se fue derecho al bulto turbio que adivinaba a lo lejos, más por el olfato y el odio que por la vista.

DOMINADOR DEL TORO

Del dominio de Joselito sobre los toros casi no cabe decir mucho. Bastaría con leerse una por una todas las críticas de todas las corridas que toreó que fueron muchos cientos.

Cuando José veía un toro de los chiqueros, le bastaba un minuto para estudiarlo. Luego, la brega. era la propia para llevarlo a la muerte. Se sabe que el maestro de Gelves no era un gran estoqueador; pero sus facultades, su sabiduría y el dominio que había ejercido sobre la bestia durante la lidia se lo preparaban todo para entrar matar coa ventaja y mataba siempre. Su ciencia dominante estaba a la hora de los caballos. Meter y sacar el toro tiempo, darle el castigo cuándo y cómo lo necesitaba, y el toro estaba dominado. Luego, perfilarse bien y matar. Pero hubo ocasiones en que las cosas no salieron a su gusto. Conociendo la bestia y dándole el castigo previsto por su sabiduría, hubo dos toros que no se le sometieron. Sólo dos en sus doce años de plazas. El primero de ellos fue "Platero", de la ganadería de Moreno Santamaría, en la plaza de Valencia. Después de corretear toda la plaza, de huir de la espada de José cuanto pudo, sonaron dos avisos para el genial sabio de la tauromaquia. Joselito llegó a perder los estribos y gritar a su peón de confianza: "Blanquet, por tu "mare", mátalo como sea". EI toro asustado llegó por fin a saltar al callejón y, allí, Parrita, le metió el estoque en los ijares. Cuando 'Platero' salió del callejón iba prácticamente muerto y se calló (sic). Así terminó la historia de este toro singular que no fue capaz de dominar Joselito. Historia parecida le ocurrió en Madrid con "Doloroso", de los Herederos de Vicente Martínez, el 31 de Mayo de 1916. Joselito recibió un aviso y pueden ustedes imaginarse la bronca que recibiría. Y en otra ocasión, en Bilbao, hubo un toro que Joselito no llegó a entender. Enterado de que "El Guerra" tomaba las aguas en Cestona, se fue a verlo y a contarle lo del toro. Joselito le dijo a Rafael: "Le hice esto y lo otro, intenté aquello y lo de más allá..." hasta explicarlo toda la lida del toro. Al final, "El Guerra" tuvo que decirle: "Mira, niño, con ese toro tampoco podía yo".

EL REY DE LA TORERÍA 

Se habrá pensado ¿y Joselito no dominaba el planeta de los toros? ¿no imponía condiciones? ¿no se engallaba con los empresarios? Algunas anécdotas hay que confirman el dominio de José, también sobre los humanos. El fenómeno aparece pronto, cuando la cuadrilla de 'Los Niños Sevillanos'. Como se sabe el Guardia Municipal retirado José Martínez contrató a 'Pepete', 'Limeño' y Joselito para una gira por Portugal. El guardia les daba a los muchachos diez reales por festejo. Pero a la tercera o cuarta corrida los niños, viendo las ganancias de Martínez, le exigieron más. Él llegó a ofrecerles hasta tres cincuenta y los chicos no aceptaron. Entonces 'Pepete' rompió con el guardia y se volvió a Sevilla. Joselito, muy hombre, y solo tenía 13 años, se impuso al guardia, a 'Limeño' y a los subalternos y se hizo cargo de la administración y dirección de la empresa. Al guardia para callarlo, le asignó veinte duros por festejo. A los demás, por partes proporcionales de ganancias. Y Joselito hablaba con las empresas y hacía los contratos. El resultado fue de 16 festejos y no llegó a más este número porque la madre de Joselito mandó a un propio a traerlo de Portugal.

Joselito toreaba toros grandes y toros chicos. Pero tenía predilección por los toros buenos, tuviesen la edad que tuviesen y los kilos que pesasen. Con lo que no podía era con los toros malos, mansos, de malas intenciones. Había por aquellos tiempos una vacada, la de Benjumea, que hizo sufrir mucho a José y desbarató a muchos toreros. Un día se le ocurrió la idea de quitarla de en medio. La solución fue comprarla para llevarla, poco a poco, al matadero, que es donde deben morir los toros mansos.

Otra historia de plante fue cuando la Plaza Monumental de Sevilla, la que se edificó con el patrocinio de Joselito, para hacer la competencia a la Maestranza. Cuando iba a inaugurarse, con la presentación de Joselito, en una feria de abril, se cayó un tendido y Joselito se quedó sin torear aquel año en la Feria de Sevilla. Luego, se inauguró por fin, con su presencia el 6 de junio de 1918, pero la rápida muerte del de Gelves acabó con la plaza.

Nos alargaríamos con la semblanza de Joselito hasta dentro de otros cincuenta años; pero lo expuesto es suficiente para hacer resplandecer estas grandes cualidades del torero de Gelves. Su luz se apagó pronto, como la de casi todos los genios. Vino a este mundo a demostrar cómo se debe torear. Luego se fue a la gloria que había merecido como hombre y como artista.