
En su trayectoria artística, en la que combinó la pintura con la escultura o la escritura, se atrevió a pintar con sangre de toro utilizando anticoagulantes. Mantuvo un estudio hasta su muerte en el barrio de Santa Cruz y fue apoderado del primer torero japonés, Yasuhiro Shimoyama.
En la obra que referimos representa a un Joselito en sus últimos tiempos -se le acentúan mucho las entradas en el pelo- dando la vuelta al ruedo y recogiendo un ramo de rosas. Cabe fijar la atención en dos detalles: lo lacio del capote que lleva sobre su brazo izquierdo y las cintas de la montera. A sus pies, laurel de gloria, con las fechas de su nacimiento y defunción.
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