domingo, 10 de febrero de 2013

RAFAEL EL GALLO Y LOLA MEMBRIVES

Cabecera de la publicación.

La Fiesta Brava, seminario taurino publicado en Barcelona, refería en su número 289 aparecido el 2 de septiembre de 1.932 una función benéfica ofrecida por la eximia actriz Lola Membrives a favor de Rafael El Gallo, que en aquella época se encontraba en América:

COSAS DE RAFAEL


Un periódico de Méjico, publica la siguiente interesante información:

“LA MEMBRIVES ORGANIZA UNA FUNCIÓN A BENEFICIO DE “EL GALLO” EN BUENOS AIRES”

Buenos Aires, julio 23.- La notable actriz argentina Lola Membrives ofreció anoche una función a beneficio del gran matador de toros Rafael Gómez “El Gallo”, que se encuentra recluido en un hospital.
La Membrives llevó a escena la obra de los Machado, “La Lola se va a los puertos”.

*   *   *

Otra vez se han vuelto a encontrar por el mundo estos dos grandes artistas. Precisamente hace diez años, la notable actriz argentina y el genial torero gitano se encontraron en México. En aquella ocasión Armando de María y Campos escribió una croniquilla sobre Lola y Rafael. La circunstancia de que la Membrives haya vuelto a unir su nombre con el de “El Gallo” presta un poco de actualidad a la mencionada croniquilla, que es la que reproducimos:

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Nosotros fuimos testigos del incidente conmovedor, y aun el corazón nos palpita al recordarlo, como si otra vez las pupilas se nos llenaran con las siluetas de Lola Membrives, vestida con el escarolado variopinto ropaje de las gitanas del Albaicín y de Rafael Gómez “El Gallo”, con la cabeza destocada, haciendo brillar su áurea calva, y alargando la mano a la actriz, en ademán de ofrecerle un manojo de joyas...

Lola Membrives del brazo de
Federico García Lorca.
Antes de que se levantara la cortina, toda la sala del Fábregas se volvió un murmullo, y las pupilas se clavaron en la menuda y nerviosa silueta de un hombre triste que ocupó una platea. – Es “El Gallo” –dijeron cien bocas y enmudecieron porque ya la escena, con la cortina izada, escuchaba la trémula inquietud, de una mujer, de una gitana, con el traje  de escarolas multicolores y chillantes, el espumarajo rojo de una flor entre el pelo, un pañolito rojo segándole la garganta y una pena muy honda y húmeda en las pupilas llameantes... Ya el lector habrá adivinado que quien está en escena es Lola Membrives, y que lo que canta es ese doloroso poema andaluz que se llama “Afrentaíta”.
Durante tres, cuatro, acaso cinco minutos, Lola Membrives nos cautiva contándonos, con la voz que llora y sufre, como si por la voz se le escapara el alma hecha pena, que es una “afrentaíta”, que amó y la engañaron que va arrastrando su dolor por la vida, mientras el que le jurara amor, amor goza con otra... Y hay tanta viva sinceridad en sus frases, tanto dolor en el rostro, que al fin y al cabo es el espejo del alma, que llora ella en la escena y lloramos nosotros, pero para adentro, tragándonos las lágrimas, que corren interiormente hasta derramarnos el vaso de la emoción.

 Y después en el camerino de la Membrives, la escena que recordamos arriba. En tanto que la Membrives cae sobre el sofá emocionada y satisfecha, “El Gallo” entra con la calva reluciente al aire y con unas joyas en la mano y se las ofrece a la actriz que, muda, no sabe si aceptarlas o no. Entonces “El Gallo” se explica. Las joyas que ofrece son unos pendientes de su madre que allá en el cortijo andaluz, se los dio como amuleto cuando el torero se hizo a la mar para torear en América. Desde ese día los pendientes maternos han acompañado al genial lidiador por estas plazas criollas, y dice él lo han salvado de mil peligros. La Membrives acepta agradecida y emocionada las joyas que el gitano torero le ofrece, y promete solemnemente, delante de los que el incidente presenciamos, que siempre que cante la “Afrentaíta” llevará los pendientes de la “señá” Gabriela.

Armando de María y Campos


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