miércoles, 20 de marzo de 2013

EL VIVO DE LA ALAMEA

Cabecera de la sección taurina de El Duende.

Justo antes del estallido de la I Guerra Mundial aparecen en Madrid numerosos periódicos sensacionalistas. Éste es uno de ellos, de corta vida pero gran popularidad, fundado por Adelardo Fernández Arias, y tiraba 150.000 ejemplares por número. Es un periódico polémico, duro en sus críticas y repleto de escándalos de alcoba, que fue denunciado en numerosas ocasiones. 
En el número 22, que apareció en Madrid el 29 de marzo de 1.914, Don Justo firma el siguiente artículo en su sección taurina, que titula “El Vivo de la Alamea”. En el mismo aparece la siguiente caricatura con un revelador pie de foto.

Cada día llega a mis manos un nuevo periódico de cuernos. 

Estamos en pleno furor de Prensa taurófila. Ayer nos enteramos que en Logroño ha empezado a publicarse La Cornamenta, semanario belmontista que va a quitar la cabeza a Joselito, y hoy, apenas acabamos de tomar el chocolate, nos encontramos con El Castoreño, de Castro Urdiales, salido a la luz con el sano propósito de hacer mucha pupa al trianero Belmonte, y en el que, como es natural, se defenderá calurosamente al quinto de la dinastía de los Gallos.

Es el objeto que media humanidad taurina se vuelva local, y ¡viva la Pepa!

"Gallito» viendo a Belmonte con una
lupa, sin perjuicio de que pueda darse
lo contrario en la próxima corrida"
La misión de los periódicos hoy al uso es muy sencilla: ensalzar al ídolo constantemente, presentar al contrario en notable estado de decadencia, ocultar la pequeñez del ganado, desviar a los aficionados del camino de la verdad y ser un pozo del apoderado, que por obra y gracia de la dejadez o estupidez del torero, es el verdadero amo, el único con firme derecho y voluntad para hacer y deshacer a su antojo.

Como en todo, existen excepciones más o menos honrosas; pero no hablaríamos con franqueza al no hacer público el asco que nos ha producido la especie purulenta que hace unos días ha lanzado un señor de desarrollado abdomen, manifestando que él es el amo de la Prensa, a la que tiene metida en el bolsillo interior del chaleco, departamento muy a propósito y seguro para llevar los billetes de Banco.

El apoderado hueso, al hablar en términos generales, habrá hecho seguramente una excepción: la de EL DUENDE. Pero, por si acaso, nosotros, en este asunto, queremos destacarnos.
En la Alameda de Hércules, como en otros muchos puntos de Sevilla, existen muchísimos vivos entre los muertos. 

Sí que nos han producido gracia las declaraciones políticas-taurinas de El vivo de la Alameda.
Y ya que de apoderados ha consistitudo el vermouth de hoy, vamos a copiar lo que hemos leído esta misma semana en El Chiquero, de Zaragoza:

Crasísimo apoderado,
Tus deseos has logrado,
De hábil estás reputado, 
Y si eres tan gordinflón
Es de aquello que has chupado 
A los que te han confiado
Poderes sin restricción.
¡Bien chupaste del turrón!


Ahora, quien quiera ver que oiga, y quien desee ver que escuche.
¡Entiende usté, Vivo de la Alamea?

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