domingo, 3 de marzo de 2013

ACCIDENTADA CORRIDA DE MAGDALENA EN 1.903

Cartel de la corrida.

El domingo 22 de marzo de 1903 la plaza de toros de Castellón abrió sus puertas para celebrar la tradicional corrida de la Magdalena.  El cartel estaba formado por toros de Peñalver para Antonio Fuentes y Rafael Gómez “Gallito”. Tarde controvertida por el equívoco generado al cederle Antonio los trastos a Rafael, que muchos interpretaron erróneamente como la alternativa, y de lío gordo en los tendidos y fuera de ellos...

Por la mañana

El Liberal relata la expectación previa: 

“Hay gran animación con motivo de la feria. 
De madrugada llegaron las cuadrillas de Fuentes y el Gallito. 
Los trenes de Valencia han traído cinco mil personas. Cerca de cuatro mil han venido de los pueblos de la Plana y del Maestrazgo.
Toda esta gente ha animado mucho las calles de Castellón, haciéndose imposible el tránsito por muchas de ellas.
La feria ha estado concurridísima por la mañana, hablándose con entusiasmo de la corrida y de la función de teatro de la noche, para la cual estaban agotadas las localidades en el despacho, ofreciéndose a precios bien altos por los revendedores”.

El Globo refiere igual cifra de visitantes, pero difiere en cuanto a la  procedencia: “llegaron esta mañana más de 9.000 forasteros en los trenes especiales de Valencia y Cataluña”.

La corrida
Gallito toreó la Magdalena de 1.903.

Lleno en sol, tres cuartas partes en sombra y luce Lorenzo. Brillante el desfile, escuchando palmas de bienvenida las cuadrillas.

Los toros de Basilio Peñalver aguantan 28 puyazos, derriban en diez ocasiones y dejan cinco jacos para el arrastre. “La presidencia descuidada y el servicio de plaza malo” en opinión de El Liberal.

El Toreo, en su edición del 6 de abril, pormenoriza sobre la corrida: 

El primero es pequeño, bien puesto de cuerna. Tomó, acudiendo pronto, pero sin poder, seis pinchazos, entre puyazos y refilones, matando dos caballos. Los chicos de Fuentes ceden los palos a los de Gallito; Rodas, de frente, prende un gran par, cuadrando en la cabeza. (Aplausos). Braulio Martínez cuarteó un buen par y repitió Rodas con otro de primera.
(Palmas a los dos).
Antonio Fuentes alternó con Rafael.
Fuentes cede los trastos a Rafael Gómez, y éste, que va de rojo y oro, equivoca la faena, pasando por bajo al bicho, que tiene la cabeza por el suelo. Fuentes le vuelve el toro, levantando el capote. Después de media bien puesta, atizó Gallito una estocada delantera que bastó. 
(Algunas palmas.) 

Segundo.—Negro, pequeñito como el otro; tomó 
siete puyazos; en los quites muy bien Gallito. Repetida la ceremonia por los chicos de éste, Roura cuarteó un buen par, cayendo a la salida, sin que el toro se fijara en él; Cuco metió un palo, y repitió Malagueño con un par bien puesto. 
Gallito cedió a Fuentes los trastos, y éste, de café y oro, comenzó con un pase natural y otro ayudado muy buenos. Parando mucho siguió la faena con pases en redondo, ayudados y con la derecha. Entrando bien, agarró una estocada hasta el puño muy buena, que bastó. 
(Muchas palmas ) 

Tercero.—Bizco y astillado del izquierdo. 
Sufrió cinco picotazos, por cuatro tumbos y dos caballos muertes. Los banderilleros cumplieron bastante mal su cometido, y Fuentes lo pasó con ambas manos, bailando algo, pues el torete se comía la muleta, y metió una estocada superior, entrando muy bien. 
(Ovación.) 

Cuarto-Negro, bien puesto. Tomó seis puyazos mansurroneando. Entre Pepín y Africano pusieron tres pares buenos. Gallito pasó sin parar y arreó una ladeada, entrando con los terrenos cambiados y estirando el brazo. 

Espectadores en Castellón a principios del siglo XX.
Quinto—Berrendo en colorao, recogido de cuerna. Con bravura tomó cuatro puyazos de Cachiporra, que apretó bien y oyó palmas. En los quites muy aplaudidos los maestros. Cambiado el tercio, tomaron los palos, y Gallito cuarteó un buen par, cambiando el viaje. Fuentes, después de intentar el cambio, puso un buen par, y acabó Rafael con otro bueno, cambiándose de lado en él viaje. (Muchas palmas A los dos.) Fuentes pasó parando y cogió un buen volapié. 

Sexto.—Berrendo en coloran, abierto de cuerna. 
Tomó seis puyazos, y murió a manos de Gallito de una estocada buena, después de algunos pases con ambas manos. 

El Toreo emite el siguiente juicio sobre la actuación de Rafael:

“Gallito continúa siendo con el estoque el mismo matador inseguro y desconfiado que antes de pasar el charco. 
Con el capote lució su toreo adornado y juguetón, variado y alegre, en largas, verónicas, faroles, navarras, todo ello modernista, nuevo, con su estilo propio y de nadie imitado. Su faena en esto fue una verdadera filigrana. Su edad y sus nervios producen su toreo. Por eso con la muleta, cuando el diestro debe mover menos los pies y atender más a la utilidad que al lucimiento, cuando la percalina del capotillo deja de ser juguete y adorno y se convierte en la muleta, defensa y ayuda del matador, que trata de facilitar el último trance quitando defectos, resabios, querencias, cuando eso ocurre, la figura del Gallito decrece y se achica, hasta anularse completamente cuando la punta del estoque mira al morrillo de la res y la franela queda liada al palo”. 

Incidentes

Durante el arrastre del quinto unos tenientes del regimiento de Otumba que ocupaban un palco provocaron un escándalo. Cuando parecía aplacado el jaleo, cayó sobre los espectadores una lluvia de botellas y de sillas.  Parece ser que uno de los ocupantes le dio un garrotazo a un espectador del tendido. 

El público, enarbolando los bastones, tomó por asalto el palco y la emprendió a silletazos con los promovedores de la gresca, y acabó la cosa retirándose éstos con algún hueso resentido, después de un minuto de lucha. Antes, los militares continuaron arrojando objetos entre un estruendoso griterío y el desmayó de muchas señoras. Los tenientes huyeron de la plaza, siendo arrestados momentos después. Personados en el lugar de los hechos efectivos de la Guardia Civil comprobaron que había varios heridos y contusionados. 

El estanque de Ribalta también sirvió de refugio.
El gentío que esperaba pacíficamente en el parque Ribalta la salida de los toros, como es costumbre en Castellón, creyó que un toro había saltado al tendido y que estaba a punto de irrumpir en la vía pública. Todo el mundo quiso ponerse a salvo corriendo alocadamente en busca de un lugar seguro. Los unos entraron a toda prisa en las casas donde encontraban la puerta abierta, otros se encaramaron a las tribunas de la música y la plataforma del Obelisco que preside el parque, los más ágiles treparon árbol arriba y alguno, presa del pánico, se lanzó de cabeza al estanque.


Tal fue el lío montado que, cuando se aclaró, se pensó organizar una manifestación de protesta por lo ocurrido.

Antigua estación de Castellón.
La violencia no terminó ahí y continuó en el tren que llevó hasta su destino a los aficionados valencianos. En los especiales fletados al efecto, que partieron alrededor de las nueve de la noche, se cantó La Marsellesa y se dieron vivas a Blasco Ibáñez y a Fernando Gasset. Al pasar por Villarreal, pueblo eminentemente carlista y católico, algunos de los ocupantes, fervientes republicanos, dispararon varios tiros sin que la cosa fuera a mayores.

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