Mostrando entradas con la etiqueta Gregorio Corrochano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Gregorio Corrochano. Mostrar todas las entradas

miércoles, 24 de enero de 2024

TRES CONTEMPORÁNEOS RECUERDAN A RAFAEL (I)

La revista 'El Ruedo' dedicó un amplio despliegue a plasmar la figura de Rafael El Gallo tras su muerte. El 2 de junio de 1960, en su número 832, apareció un extenso reportaje firmado por Santiago Córdoba en el que Gregorio Corrochano, Vicente Pastor y Antonio Pérez Tabernero lo recuerdan. 

En esta primera entrega se recogen las palabras del cronista taurino:


Corrochano
Vamos a hablar de Rafael Gómez, «el Gallo». Sí, vamos a seguir hablando del torero que dio más que hablar. Porque no ha habido una figura taurina más admirada, más pintoresca, más discutida, más celebrada, más simpáticamente popular que «El Gallo». 

 «El Gallo, dentro y fuera de la Plaza, tenía una personalidad arrolladora, En el redondel era distinto a todos los toreros; cuando le soplaban las musas, incomparable; cuando tomaba precauciones, único. Por eso era «El Gallo». Pero no divaguemos. Vamos a hablar de «El Gallo» con tres contemporáneos suyos. Tres representantes de la época gloriosa de Rafael «el Gallo». Un ilustre cronista taurino, un famoso torero y un ganadero de solera: don Gregorio Corrochano, don Vicente Pastor y don Antonio Pérez Tabernero. Tres nombres prestigiosos de la Fiesta. El mejor cartel que se puede ofrecer hoy en homenaje al torero más sensacional de ayer. 

 — Don Gregorio, vengo a robarle un artículo. Usted habla y yo escribo. Vengo a que me hable de Rafael «el Gallo».

A don Gregorio, que podría dictar de un tirón la tauromaquia de «El Gallo», se le agolpan los recuerdos. Pongamos orden a la garbosa palabra del maestro. 

 — Empecé a ver a Rafael de matador de toros en Madrid, en la época de Mosquera, cuando empezó a revelarse como lo que era. Mosquera le dio oportunidades, como a Vicente Pastor. Entonces se ve lo cerca que torea; tanto, que cuando se perfilaba para matar apartaba con la mano las ban erillas. Todos lo habían hecho con el estoque. 

 — ¿Qué escuela acusa «El Gallo»? 

-La escuela sevillana, empalmada con la rondeña, El trajo lo de cambiarse la muleta de  mano; así torea al natural —arte rondeño— y se adorna — arte sevillano—. «Don Modesto» ve a «El Gallo» y escribe: «Que pase con su pase. Con ese pase se pasa a la Gloria sin permiso de San Pedro.» 

 — Muy bonito. Verá, verá. Entonces «Don Pío», gallista por convicción, pero también por polemizar con «Don Modesto», cuando «El Gallo» estaba bien, gritaba: «;Kikirki... Ey Carballeyra!...» Estos gritos los daba en la Plaza y en «La Tribuna», su periódico. Y cuando el torero daba la vuelta al ruedo recogiendo puros y devolviendo sombreros. «Don Pío», tirando las cuartillas a su paso» le decía: «Pon lo que quieras, que yo lo firmo.» 

 — ¿Se mezclaron entonces los gallistas de Rafael y de José? 

 — No. Rafael tenía un partido suyo, único, entusiasta y fanático, que no tenía nada que ver con «Joselito». Y tornamos a la anécdota. Porque «El Gallo», como todos los genios, como todos los hombres fuera de serie, es pura anécdota. Y don Gregorio, que tiene una prodigiosa memoria y un estilo verbal que emboba al que le escucha, como su pluma deleita al que le lee, cuenta...

—En «El Huerto de Capuchinos», donde se desarrolla la comedia quinteriana titulada «Las flores», un viejo aficionado que se pasaba la vida cultivando flores con el mismo amor que cultivaba su admiración por «El Gallo», me preguntó un día: «¿Qué le ha pasado a Rafael el otro día en Madrid?...» «Pues nada -le respondí vacilante—, que le salió un toro a contraestilo, que no se arrimaba...; pasó el tiempo y se lo devolvieron al corral.» Y él replicó sentencioso: «Pues no  pasará mucho tiempo sin que le saquen ustedes bajo palio.» Efectiva mente, a los pocos días, un 15 de mayo, con un toro memorable de Aleas, al que Rafael hizo una de las mejores faenas que se vieron en la Plaza madrileña, lo sacaron a hombros. Entonces recordé al viejo aficionado de «El Huerto de Capuchinos" y le puse el siguiente telegrama: «Rafael ha salido bajo el palio de las palmas de los espectadores.» ¿Sabe usted lo de «El Alfombrista»?

 -No. 

-Sale para Rafael un toro en Madrid. «El Alfombrista», gallista hasta los tuétanos, ve que va a estar fatal su ídolo; se pone en pie y grita al usía: «¡Señor presidente: este toro es «burraco!» Se corre por la Plaza el grito, se arma la marimorena y el presidente saca el pañuelo verde y cambia el toro Al día siguiente hago la crónica, lo cuento y hago la siguiente definición del toro: «"Burraco", toro negro. picado de blanco por detrás, a quien  los vaqueros llaman «Burraco» por el parecido del color de las urracas.» Habían echado para atrás un toro por el pelo, como podía haber sido berrendo, castaño o cárdeno. 

 —Don Gregorio, ¿cómo definiría usted a Rafael «el Gallo»? 

 —Un torero clásico, con el arte jugoso de la escuela sevillana. Tan clásico, que macheteaba con la izquierda, suerte poco lucida, pero necesaria, como hacían los clásicos. Y lo hacía con la izquierda, con objeto de no perder tiempo para matar.

 — ¿Y Rafael como persona? 

 —Bondadoso, educado, muy educado y humilde, cualidad ésta que rara vez se da en el toreo. Jamás habló mal de nadie. Del pecado de envidiar, del mal causado por injuria y calumnia, ni siquiera por ligereza de juicio, se va libre. Rafael «el Gallo», cuando hablaba de algún torero, solamente cogía para hacer mención la parte buena. Elogios le oí muchos, disculpas también. Censuras, ninguna.

— ¿Cuándo le yio usted por última vez? 

 —El 8 de mayo último, en Sevilla. Me despedí de él, incorporándose trabajosamente en la cama. Ayudado por el abrazo que le di, me echó los brazos al cuello. Nos separamos procurando que la emoción no se asomara a los ojos. Por decirle algo, le dije: «Volveré pronto», y él me contestó: "A. ver si es verdad». Pero los dos comprendimos que no volveríamos a  vernos.

miércoles, 19 de octubre de 2022

RAFAEL Y LOS TOROS SIN CUERNOS

 

En la entrevista de ABC del 5 de marzo de 1917 comentada en la entrada anterior de este blog, Gregorio Corrochano expuso la siguiente anécdota de Rafael.

Lo cierto es que el conde me refirió que una vez El Gallo le pidió una corrida para Barcelona. Se envió la corrida, y al desencajonar los toros, uno se rompió un cuerno. Telegrafiaron al conde dándole cuenta de ello y le preguntaban ¿qué hacemos? Cuando se recibió el telegrama, Rafael, de paso para Barcelona, visitaba a Santa Coloma.

-Mira lo que me dicen, Rafael -dijo el conde-, que un toro se ha roto un cuerno, y que qué hacen.

-Dígales osté que a ve si puen haser que se rompan los cuernos los otros sinco.


domingo, 16 de octubre de 2022

EL CONDE DE SANTA COLOMA Y EL BOICOT A LA MONUMENTAL


 En una entrevista publicada en el diario ABC el 5 de marzo de 1917, el conde de Santa Coloma confesaba a Gregorio Corrochano su oposición a la plaza Monumental sevillana, pese a su amistad con Joselito:

 -¿Es verdad que se ha negado usted a dar toros para la plaza Monumental de Sevilla?

    -Sí, señor. Yo soy maestrante y no puedo contribuir a que se perjudique a la plaza de la Maestranza, que es la Beneficencia de Sevilla. Gallito me pidió toros y le contesté: “Están a tu disposición todos mis toros para que los mates tú solo, en cualquier plaza, menos en la Monumental de Sevilla”.


domingo, 29 de julio de 2018

RAFAEL Y ALEJANDRO LERROUX


El 3 de mayo de 1934 reapareció Rafael en Madrid. Al día siguiente, Gregorio Corrochano, en las páginas de ABC, le dedicaba la siguiente crónica, en la que relacionaba al diestro con el político Alejandro Lerroux, presente en la plaza.


LOS TUFOS DE RAFAEL Y LOS DE DON ALEJANDRO

Alejandro Lerroux
 A mi juicio, es un error traer a Rafael "el Gallo" al abono de Madrid. Porque el abono de Madrid es una dura prueba de toreros. Y más este año, donde las circunstancias han hecho que haya pocos toros para elegir. Claro que me refiero a un error artístico; de ninguna manera a error  financiero. Como empresario, el acierto fue total. Se llenó la plaza. Y un vendedor de billetes, amigo mío, me dijo que habían ido en busca de localidades personas que hace  muchos años que no iban a los toros. Y todo por ver a Rafael. Así, por ver a Rafael; porque como no van a ir a verle al hotel o al café, pues se dijo la gente: ''lo mejor es ir a la plaza y allí le vemos." La prueba de que fueron a verle es el recibimiento que le hicieron, que obligó a Rafael a quitarse la  montera  en el paseo, y salir luego destocado hasta los medios. La gente quería eso: verle. Su toreo era después algo que estaba al margen.

 ¿Que se dejó el primer toro vivo? Nadie dijo nada. Porque nadie iba a verle matar el toro. Claro que si lo mata, mejor, por satisfacción de él. Pero no lo mató. Pues qué se le va a hacer. El segundo lo mató, como pudo no haberle matado tampoco. No había en ello especial interés. Lo peor es que Rafael se puso triste. Sin duda, las corridas de Sevilla y Barcelona, le habían hecho concebir ilusiones. Y una ilusión, pasados los cincuenta años, da ánimos para seguir viviendo. Pero esta ilusión muerta al nacer debe ser algo, como el dolor del abuelo que se le muere el nieto. Ese nietecito  que le enredó la muestra de pelo que le queda cerca de las orejas, que fueron tufos toreros en los años mozos. Ese nietecito que le ha hecho vestirse de torero, con el cuerpo ya un poco ancho por el lado de la faja, que ayer no se puso sin duda porque no se la podía ceñir. Y ese nietecito, esa ilusión que le nació en Sevilla y se lo llevó muy contento a Barcelona y  trajo a Madrid, se le ha muerto en Madrid; el primer día que ha hecho de primavera. Y Rafael se entristeció y nos entristecimos todos.Lo de menos es que matara o no matara el toro, que su larga no fuera su larga, que su cuerpo no estuviera estrangulado por aquella faja. La prueba es que nadie selo tuvo en cuenta. Y hasta el presidente se le disculpó con un gesto, como diciendo: "Querido Rafael, no es culpa mía. Es culpa del tiempo." Oue a Rafael le echen un toro al corral, no tiene una gran importancia. Lo que tiene, importancia es que él no ha estado a gusto.  Que ha sufrido una desilusión. Y que quizás esto se hubiera evitado no trayéndolo a Madrid, que es un clima duro, para ilusiones tardías. […]

Don Alejandro Lerroux, que también fue a ver al Gallo, recibió el homenaje del público, que le aplaudió fuertemente. Por cierto que entre los tufos alborotados de Rafael y los de Don Alejandro encontramos cierto parecido. No queremos con esto decir que D. Alejandro se haya dejado también un toro vivo. Hacemos esta aclaración para los maliciosos.

domingo, 24 de diciembre de 2017

JOSELITO PRECOZ CON LOS MIURA

Joselito visionario.
El catedrático Andrés Amorós refiere en el prólogo del libro 'Tauromaquia Lírica' de Daniel Pineda Novo, la siguiente anécdota protagonizada por José:

'A Corrochano le contó don Eduardo Miura una anécdota extraordinaria, cómo se reveló Joselito, con 13 años, en un tentadero de su casa, al enfrentarse a una becerra difícil:

- Salió del burladero Joselito, que por entonces no era más que el hermanillo de Rafael, y, sin vacilar, se fue con la mano izquierda; la becerra le achuchaba mucho, se defendía y apenas se dejaba torear. Rafael le dijo: 'José, ¿no ves que achucha por el izquierdo? Toréala con la derecha'. '¿Con la derecha? -exclamó, extrañado, José-. Anda, toréala tú'. Y dio la muleta a su hermano. Salió Rafael con la muleta en la mano derecha y, al dar el primer pase, se le coló y lo derribó. José, riéndose, le hizo el quite. '¿Por qué habías visto que no se podía torear con la mano derecha?' le preguntaron. 'Pues porque, desde que salió, hizo cosas de estar toreada. No pueden haberla toreado más que en el herradero y, como los muchachos que torean al herrar las becerritas torean con la derecha, comprendí que, al achuchar por el lado izquierdo, por el derecho no se podía ni tocar. Y ya lo han visto ustedes'. Entonces se cayó en cuenta de que, efectivamente, la habían toreado los muchachos del herradero'. 

domingo, 10 de enero de 2016

ÉXITO DE RAFAEL EN LA ALTERNATIVA DE RUIZ TOLEDO

Rafael cede los trastos a Amador.
Rafael El Gallo le concedió la alternativa a Amador Ruiz Toledo en Valencia el 31 de julio de 1.934. Tarde de éxito para el madrileño, que reflejó Gregorio Corrochano en ABC con profusión de párrafos. Al principio, dice el crítico: “… es conveniente señalar, no lo que hace el Gallo, sino lo que intenta hacer. A través del Gallo se adivina, se ve algunas veces otra época del toreo”. Cabe señalar que Rafael había reaparecido esa misma temporada tras una prolongada ausencia de los ruedos españoles y que ya contaba 52 años de edad.

Gregorio sigue analizando al Divino Calvo: “Como Rafael es un torero que conoce perfectamente la profesión y pertenece al tránsito de las dos épocas, su toreo tiene de las dos y sus recursos son amplísimos. Fijaos bien que no me refiero a la ejecución actual, que adolece de la edad, sino a la amplitud que da al toreo, a la concepción llena de variedad, que no se para en monotonía. Con el capote tiene un repertorio de quites, aunque sena movidos por la inseguridad que influye el toreo con una mano. Con la muleta apunta todavía más el toreo clásico.”

El escritor arremete contra el toreo con la derecha, en favor del realizado al natural, con una frase lapidaria: “A un hombre que le falte el brazo izquierdo puede ser un aplaudidísimo muletero”. También pone a Rafael como espejo para los toreros de los años treinta: “Si cuando torea el Gallo como esta tarde a sus dos toros se fijaran los toreros, no en la ejecución inquieta de su edad y circunstancias, que no es esto lo que aconsejo, sino en la variedad de toreo puesto en juego, sería de gran aprovechamiento toreando como ellos torean. Esta es la importancia que puede tener la vuelta del Gallo”.

Rafael ofreció la muerte del burel a un artista insigne: “Este toro se lo brindó Rafael a Mariano Benlliure, artista glorioso, que ha llevado el nombre de Valencia por el mundo del arte, y todos los años descansa aquí unos días para llevarse un poquito más de Valencia para su obra. El Gallo fue aplaudido y festejado con cariño y consideración y llevado en hombros hasta el hotel, teniendo que asomarse al balcón”. 

Vicente Barrera se enfrentó a un torete chico muy protestado ante el que abrevió. Luego brindó el otro a Rafael y construyó una buena faena, bien rematada con los aceros, que le valió una oreja. El toricantano, a juicio de Corrochano, tomó una alternativa “precipitada”. Acertó el columnista, renunció Amador al doctorado, y volvió a ceñir el seda y oro diez años después. 

Los toros de Alipio Pérez Tabernero tuvieron una deficiente presentación. El primero fue fogueado y el resto resultaron fáciles para la terna. 

miércoles, 11 de junio de 2014

LA CASA DE LOS GALLOS

Corrochano, autor del texto.
Gregorio Corrochano publicó en la página 6 del diario ABC de fecha 18 de noviembre de 1.916 un interesante artículo titulado La casa de los Gallos, en el que describe la casa que ambos hermanos compartían con su familia en Sevilla.  

El torero en la intimidad

LA CASA DE LOS GALLOS

Sentía una viva curiosidad por conocer al torero más allá de la plaza de toros, en su casa, en su ambiente, entre sus amigos, algo más íntimo, menos teatral que las tardes de corrida, en las que todo es falso, desde el traje de relumbrón hasta la alegre sonrisa, desde la gallardía de una figura estudiada y compuesta hasta el valor no menos estudiado y afectado que la figura. Quise además conocer al torero en las faenas de campo, en el acoso y derribo de las reses, complemento de la vida del lidiador. Y vine a Sevilla, aprovechando una ocasión en la que todo esto se me ofrecía.

He visitado la casa de los Gallos, una de las más características. Joselito nos servía de cicerone.

- Este es el despacho de Rafael y éste es el mío.

Son las dos primeras estancias con que se tropieza el visitante, después de trasponer la escalinata y antes de llegar al patio.

Nuestro deseo estaba satisfecho; vimos el resto de la casa por cortesía, no por curiosidad, que estos despachos nos ofrecían elementos suficientes para componer el carácter, los gustos, las aficiones, el ambiente en que viven sus dueños.

Joselito tiene en su despacho una enorme caja de caudales; Rafael, no. Rafael tiene una caja de reloj sin reloj. Además de los retratos familiares, comunes en ambas estancias, hay en la de Rafael un busto del Rey D. Alfonso, una bendición apostólica, con indulgencia plenaria, concedida al torero pr el Papa Pío X, y un cuadro de Roberto Domingo, en el que se copia una tarde de desastre taurino. Es una plaza de toros. El público, en actitud airada, trata de arrojarse del tendido al ruedo, y en éste, el Gallo pincha desesperadamente en el cuello de un toro que sangra por todas partes; al fondo se ven los cabestros, que salen para llevarse al toro al corral. Es un cuadro graciosísimo, que revela el humor del torero que lo exhibe en su despacho.

Visitaba Rafael una Exposición de asuntos taurinos. Vio un torero con la pechera desgarrada en actitud de desafío ente un toro que rodaba de una estocada. “Este es Machaquito”, dijo el Gallo. “Y éste soy yo”, añadió vivamente al ver el cuadro titulado Al corral.

Y compró el cuadro, con una condición: puesto que aquello estaba inspirado en él, pidió al pintor que rectificara la cabeza del torero y pusiera la suya.

Y así se hizo, y así está, desentonando con su nota buja la severidad de aquel despacho, repleto de muebles antiguos.

Ente los objetos taurinos que decoran la estancia hay una hermosa cabeza de toro con las dos orejas cortadas. Fue del primero que mató en Valencia después de la grave cogida de Algeciras; un buen ejemplar de Pablo Romero.

El despacho de Joselito es moderno, es el despacho de un torero, predomina la nota taurina, tiene toda la afición que su dueño. Encima del sillón hay un documento del año 81 en el que se reconoce el privilegio de alternativa a las plazas de Maestranza de Ronda y Sevilla. Firman el acuerdo Antonio Carmona, Manuel Domínguez, Lagartijo y el Tato. En un lienzo de pared hay tes cabezas de toros: la del centor tiene una oreja cortada; esta oreja que falta es la primera que se concedió en Sevilla. Las dos cabezas extremas son de dos toros de Miura que mató Gallito el 29 de Septiembre de 1915, la tarde anterior de cortar la oreja del santa coloma. 

- Esos son los dos toros que he matado más a mi gusto -dijo Joselito-; como usted ve, eran dos buenos mozos, y además tenían mucho que matar, particularmente el colorado. Fueron los que me prepararon el triunfo de la oreja; pero eso tienen esa colocación.

Y siguió Gallito refiriéndonos la historia que tenían todas aquellas cabezas disecadas.

Llegamos a un caso curioso.

- En este toro estuve fatal.

- ¡Cómo!

- Como usted lo oye, fatal; corté la cabeza por curiosidad. Era del duque de Tovar. Viendo un día la ganadería con el duque le llamé la atención sobre un toro que sobresalía de todos por su enorme tamaño. “Duque, al que le toque ese mozo, ya va servido. ¿Para dónde lo destina usted?”
“Para ninguna parte -dijo Tovar-, porque desiguala mucho”. Y voy a una feria, y lo primero que me veo es el toro. ¡Usted calcule el efecto que me hizo! Se le deja para sobrero, y se hace el sorteo. A poco, nos manda un recado el gobernador, diciendo que había que repetir el sorteo, metiendo el sobrero, porque uno de los otros toros se había inutilizado. Se hace el nuevo sorteo, y me toca a mí. Desde que le vi en los corrales no sé por qué me figuré que tenía yo que matarde, y así pasó. Era un toro enorme, con un poder como yo no he visto otro y con siete gatos en la barriga. Como le he dicho, estuve fatal, y me la gané. Le conservo por la serie de circunstancias que concurrieron desde que le vi en la finca hasta que le arrastraron.

La capilla donde oyen misa los días festivos y reza la madre las tardes de corrida. Se venera la Virgen de la Esperanza, la Macarena, como la llaman los sevillanos. El manto de la Virgen es de gran riqueza. Se lo regaló Joselito por aquella cogida de San Sebastián en la que una medalla de la Virgen, que llevaba en el pecho, le libró de una cornada.

Cuando salimos al patio paraba en la puerta un coche de corte andaluz, tirado por cuatro mulas cascabeleras.

- Ahí está Rafael -dice José al oír el coche.

Aún tarde un rato Rafael en entrar a la casa. Le han detenido una gitana que le pide dinero, una mujer que le da una carta al pasar como quien entrega un memorial, y un chiculeo que le habla al oído.

Los pedigüeños o los necesitados que vigilan la entrada del torero pródigo desaparecen; a poco se ven otros de la misma catadura que vigilan la salida.

miércoles, 24 de julio de 2013

BELMONTISTAS Y GALLISTAS EN LA PRENSA

Javier Vellón ha remitido el siguiente texto para su publicación:

La pugna entre belmontistas y gallistas fue muy enconada también las páginas de la prensa. En este sentido, uno de los capítulos más relevantes estuvo protagonizado por el crítico taurino de ABC Gregorio Corrochano, seguidor de Joselito que, posteriormente pasó a defender el toreo de Belmonte.
En el siguiente artículo de The Times (28 de septiembre de 1919, nº 110), publicación radicalmente antibelmontista y apologista del coloso de Gelves, uno de sus redactores, Marcelo, carga contra Corrochano.

ESTOS NIÑOS QUE SE LO CREEN

Corrochano en su última época.
No necesito consejos, señor comunicante anónimo, No necesito de sus consejos ni de los de nadie, porque con ese revistero que usted cita no tengo más que una amistad incondicional, que se formó en la Redacción del periódico donde él critica actualmente la magna labor de Joselito el Gallo, donde prepara su artillería para destruir a Gallito y ensalzar al trianero Juan Belmonte. 

Si en mi anterior artículo encontró algunos conceptos duros, puedo asegurarle que no fueron lanzados al calor de la improvisación, sino meditados, detenidamente pensados, y luego llevados a las cuartillas con pleno conocimiento de causa. Una cosa es la amistad y otra el juicio que el escritor merece. 

¿Cómo no me ha de apenar esa postura adoptada por Corrochano con respecto a Gallito, si es arbitraria, injusta y de una ligereza impropia de gente seria?¿Cómo no he de sentir resquemor ante la tendenciosa campaña contra un torero que fue su ídolo, al que dedicó sus mejores imágenes retóricas, y en el que reconoció mil veces la superioridad de su toreo sobre el toreo que prodigan otros que son ídolos por sugestión tipográfica? Y lo siento, no por Joselito, que está a cubierto de malquerencias y acechanzas; lo siento por el escritor que hace el ridículo, exprimiéndose las seseras para demostrar lo indemostrable y para destruir lo indestructible; lo siento por Corrochano, que está pendiente de una mala causa, a la que nadie puede sumarse cuando se goza de imparcialidad y criterio propio. Lo que está haciendo Corrochano es una cosa carnavalesca, adobada de literatura pomposa, hueca, con ribetes de literatura imitativa; una cosa que quiere parecerse a lo que hacía «Don Modesto» cuando defendía a Bombita a toda máquina, pero que no se parece; ¡no, por Dios! 
José y Juan en un descanso.

The Thimes
Lo siento, repito, por el plumífero soñador que en lucha desigual tira de un tecnicismo, que no está mal para andar por casa, pero que, puesto a la pública sanción, resulta cómico. No; a Gallito no puede restarle méritos, ni su reputación se tambalea porque un hombre genial, en un momento de despecho o de mal humor, pretenda hundirlo con cohetes literarios, que se apagan al contacto del aire, o con un perseguimiento tenaz por las plazas del Norte, porque frente a ese fárrago de cosas, 
José prodiga la ejecución de un toreo perfectamente definido y depurado y de sólidos cimientos. José no siente en sus carnes esos mordiscos inocentes, y en cambio él, firme y tenaz en prodigar su arte inimitable, puede firmar la sentencia de muerte del enemigo sin buscar la ocasión ni pensar en la venganza.

Corrochano está equivocado. Su cambio de postura a favor de querencia, no se lo agradecen ni los belmontistas. 




¡Estos niños que se lo creen...!