miércoles, 2 de octubre de 2013

TITTA RUFFO Y EL GALLO

El número 1.630 de La Ilustración Artística, publicado el 24 de marzo de 1.913, dio cuenta de la amistad que unía a los artistas Rafael Gómez Gallo y Titta Ruffo ( (Pisa, 9 de junio de 1877 - Florencia, 5 de julio de 1953)

Gallo y Ruffo.
(Foto: V Barberá Masip)
"Los extranjeros podrán decir lo que quieran de la que algunos en España califican de fiesta nacional; podrán tronar contra las corridas de toros, que es la fiesta a que nos referimos; podrán, haciendo extensivo a todos los españoles lo que en el fondo es sólo afición de una pequeñísima minoría, aplicar los más duros calificativos a nuestro pueblo pintándolo como ebrio de gozo ante el sangriento espectáculo del circo taurino; todo esto podrán hacer y decir los que tomando, como vulgarmente se dice, el rábano por las hojas, parece que se complacen en buscar pretextos más o menos especiosos para denigrar a nuestra patria. Pero el hecho es que a las plazas de toros de muchas capitales acuden los extranjeros en gran número, dígalo, por ejemplo, la de San Sebastián, y que muchas notabilidades forasteras en todos los órdenes de la actividad y de la inteligencia humanas no se desdeñan de alternar, cuando se hallan de paso en esta tierra, con los mataores más afamados, de asistir a las corridas y de aceptar, si no es que lo soliciten expresamente, que el espada predilecto del público les brinde un toro.

El grabado adjunto es una buena demostración de lo que afirmamos, y conste que el caso no es único, ni mucho menos. El eminente barítono Titta Rufo, el ídolo de todos los públicos filarmónicos, ha contraído, durante su última estancia en Madrid, cordial amistad con Rafael Gómez, el Gallo, otra eminencia, ídolo también, aunque de otros públicos, de los públicos taurófilos. En Valencia, en donde está tomada la fotografía que reproducimos, el cantante incomparable convidó a almorzar al aplaudido diestro y en una de las funciones que dio en el teatro de aquella hermosa capital le dedicó una canción y el diestro, en justa correspondencia a aquel obsequio, regaló al cantante un magnífico capote de paseo que Titta Rufo prometió llevar cuando interprete el papel del torero Escamillo en la popular ópera de Bizet, Carmen.

Pocos días después, debiendo el Gallo torear en Barcelona, Titta Rufo vino expresamente a esta ciudad para asistir a la corrida. El espada le brindó uno de los toros que le correspondía matar y encarándose con el bicho, realizó una faena que los inteligentes en el arte del toreo calificaron de magistral y que terminó con una estocada magnífica que mató al al animal instantáneamente. Titta Rufo hizo un espléndido regalo al Gallo y el público premió al matador con una ovación delirante”.

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