Pastora y Rafael tras contraer matrimonio. (Foto: diariodecadiz.es) |
Lo anunció la prensa en vísperas de la Navidad de 1.911. El matrimonio compuesto por Pastora Imperio y Rafael El Gallo se rompió apenas nueve meses después que se dieran el sí quiero. Mucho se ha escrito al respecto, muchas han sido las elucubraciones sobre la ruptura sin que sus protagonistas soltaran prenda.
'La Correspondencia de España' del sábado 23 de diciembre del mencionado 1.911, publicaba la noticia en la que daba a conocer que los rumores de separación eran de dominio público desde el verano y que fueron desmentidos por los partidarios de Rafael. ¿Las causas?. Según el mismo rotativo los celos injustificados del matador y algunos anónimos que llegaron a sus manos. Pastora vivió recluida en el domicilio conyugal, ajena a las miradas de los admiradores. El Gallo sufrió un gran desánimo al leer los anónimos y se le notaba en la plaza. El incidente con el barbero, del que se dio cuenta en su día en este blog, fue consecuencia del momento anímico que atravesaba.
La situación se hizo insostenible y Pastora corrió a refugiarse en la casa que sus padre tenían en la calle Correduría. Hasta allí acudió el abogado Andrés Ponce de León para que la artista firmara la demanda de divorcio. El asunto llegó al juzgado de El Salvador y el mismo 23 se personaron en casa el juez don Luis Gutiérrez de la Higuera y el escribano Manuel Moreno, quedando Pastora bajo la custodia de sus padres como trámite previo a la demanda basada en los malos tratos. El letrado, según rumores, estaba dispuesto a pedir para su representada una pensión mensual de 3.000 pesetas que el juez redujo finalmente a 300. También se aseguraba que tenía ofertas para volver a los escenarios y un empresario estaba dispuesto a pagarle 250 pesetas por función.
Los defensores de Rafael alegaban que no podían existir malos tratos dado que el coletudo llevaba un mes de cacería en El Pedroso, reponiéndose de su delicado estado de salud, y que Rafael no sabía que su esposa había abandonado el domicilio. Fue la señora Gabriela quien avisó a su hijo con un telegrama para que se personara en Sevilla 'por un asunto urgente'. Contrariado, dijo: "¡Ya se ha ido! ¿Qué hemos de hacerle? Después de esto solo me resta irme al campo, cuidarme y recobrar facultades para luego procurar quedar bien ante los toros".
Gallito permaneció en la casa de su propiedad, comunicada con la vivienda que ocupaba su madre, y fue visitado por el abogado y el procurador que lo representaban. Los vendedores de periódicos vociferaban la noticia por las calles de Sevilla y Gallito dijo que no quería saber nada de lo que se había escrito al respecto.
Finalizaba el extenso artículo con la esperanza de una reconciliación que nunca llegó: "Opinión general es que, como ambos se profesaban gran cariño, descartada la influencia ejercida por personas que han estado cerca de ellos, el asunto podría tener próximo arreglo, volviendo Pastora y Gallito a unirse, merced a las gestiones de otras personas de buena voluntad".
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