miércoles, 28 de febrero de 2024

RAFAEL REPITE EN BILBAO

Portada de la revista. (Foto: hemerotecadigital.bne.es)
Rafael, como se recoge en la entrada anterior de este blog, toreó en Bilbao la tarde del  1 de mayo de 1906 con Bombita. La pareja repitió al día siguiente, pero esta vez el ganado fue de Teodoro Valle. 'La Fiesta Nacional' publicó el 14 del mismo mes la siguiente crónica firmada, como la anterior, por K. PITA:

"En la corrida del día 2 se lidiaron 6 toros de D. Teodoro Valle que no resultaron, ni con mucho, tan bravos y duros como los de Saltillo. Sin embargo, no dejaron mal puesto el pabellón salamanquino. 

 BOMBITA. Se limitó a cumplir (mejor dicho estaría a salir del paso) y como queriendo poner de manifiesto que la asaura se va apoderando de él. ¡Rediez; y qué conservadores se vuelven estos astros en cuanto tienen un par de cortijos y cuenta corriente en el Banco de España! 

 GALLITO. Vamos: en la segunda corrida y hasta el cuarto toro ya nos enseñó algunas cosillas buenas de esas que se aplauden sin reservas. Con estoque y muleta trató de conquistar el tercer puesto de nuestras famosas corridas de feria y según parece lo ha conseguido en parte, pues según rumores la Comisión de la Plaza ha quedado bien impresionada de la labor de ambos empleada por Gallito." 

domingo, 25 de febrero de 2024

RAFAEL CON SALTILLOS EN BILBAO

Gallito. (Foto: La Fiesta Nacional)
El 1 de mayo de 1904 Rafael Gómez 'Gallito' se anunció en Bilbao para despachar astados de Saltillo en compañía de 'Bombita'. 'La Fiesta Nacional', en su edición del 14 del mismo mes, da cumplida cuenta de las actuaciones de ambos coletudos con la siguiente crónica:

" No cabe hacer distingos entre unos y otros de los seis Saltillos. Todos ellos hicieron la pelea del primer tercio con voluntad y gran poder, dando lugar a que la corrida pueda ser calificad. de superior por parte del ganado, no habiendo llegado a ser calificada de archisuperior por la maldita brega que caballeros y peones dan hoy día a los toros; pero, amigo, con las lanzas modernistas, con el toreo modernista y con el ajetreo modernista no es posible que haya toros bravos ni toreros concienzudos. 

BOMBITA. El primer Saltillo llegó a sus manos muy debilitado de los remos delanteros. El muleteo fue breve y sin mérito alguno; lo despachó Ricardo de una estocada ida y contraria, entrando recto aunque desde largo. Su segundo llegó a la muerte con la cara en el suelo, a pesar de lo cual el matador hizo toda la faena por bajo, bueno está el arte. Desde buen terreno agarró media, pasada, deshaciéndose de su enemigo de una estocada caída, caidísima, yéndose del mundo con todo descaro. La maldita aprensión según unos, y según yo la maldita desconfianza, le originó en su tercero un susto mayúsculo. Intentó comenzar el muleteo con un cambio a muleta desplegada, pero como a Ricardo los riñones le deben estorbar, no se atrevió a meterse en el terreno verdad para cargar la suerte, y como quedó en el de la mentira hizo el toro por él encunándolo y derribándolo con aparato horripilante; gracias a que quedó debajo del toro en buena posición no sufrió más que el susto consiguiente, pues el animal en su afán por empitonarlo, a manotazos se lo llevaba debajo de su hocico; el experimento duraría así como unos cinco segundos de minuto. Gracias a que el sustazo no hizo mella en Bombita y si lo hizo se le pasó con un trago de agua que por lo visto es un gran remedio y con tranquilidad lo pasó con tres naturales con la izquierda para una estocada hasta las cintas, buena de verdad que le valió una gran ovación. 

 A excepción de un buen cambio de rodillas, varias verónicas, dos de ellas de recibo, un farolillo bueno y una de frente por detrás, dado todo ello al toro del susto, nada hizo de particular encomio. Banderilleando nada más que con deseos de agradar. En la dirección de lidia, nulo. 

 GALLITO. Toda la tarde anduve buscando por el ruedo el tan cacareado toreo del hijo de Fernando y, francamente, no lo vi. Tiene su toreo de capa algo especial, algo que alegra momentáneamente pero es como A modo de estrella fugaz; aparece y desaparece momentáneamente, pero no deja tras sí castillos luminosos. 

 Y ¡cosa rara! me convenció más como matador que como torero, todo lo contrario de lo que su fama pregona. Su primer toro llegó a sus manos más suave que la seda y Rafael aprovechó la ocasión, flameando la muleta primorosamente. Entró una vez a matar desde algo largo pero recto, cobrando un pinchazo ladeado. A volapié neto agarró media estocada en todo lo alto que le valió prolongada ovación.

Acobardado y reservón llegó a, la muerte su segundo a quien metió mano guapamente tres veces para colocar tres buenos pinchazos y luego media estocada muy buena, teniendo que hacérselo todo el matador. 

 El último llegó a sus manos congestionado a la vista y por consiguiente completamente ciego. Aunque para la inmensa mayoría la muerte de este toro fue deslucida, a mí me agradó porque vi que el matador supo lo que tenía que hacer con el toro y aunque pinchó cuatro veces lo hizo  con la vista fija en los extraños que el toro hacía por efecto de la ceguera."

miércoles, 21 de febrero de 2024

DISCRECCIÓN DE FERNANDO EN UNA TARDE DE TANCREDO

'El Correo Español' publicó en su edición del 1 de octubre de 1906 esta escueta crónica de la novillada que tuvo lugar en Tetuán y en la que tomó parte Fernando:

"Los cuatro novillos-toros del marqués viudo de Salas, malos, mansotes, huídos y sin poder. 

Los dos novillos de Mariano Torres, tan malos como los de Salas, con el agravante de tener postizos los remos delanteros: flaqueaban a cada paso y hocicaban. Pero estos últimos llevaron su merecido. Fueron estoqueados por Patolas. ¡Para qué decir más!

Fernando Gómez (Gallito) a pesar de sus condiciones toreras, no pudo lucirse, sin duda por la mala catadura del ganado. Su segundo toro lo despachó con una degollación que ni la de Herodes. 

Ostioncito, muy trabajador y afortunado en su segundo, entrando bien e hiriendo en su sitio. 

De los peones Ragel y Pajarito. 

Los de a caballo valientes y trabajadores; pero sin lucimiento. 

El empresario de caballos afortunado, porque no perdió ni una sola aleluya. 

Sin novedad Gonzalito en sus suertes tancrediles.

Y la empresa de enhorabuena, porque tuvo una entrada colosal.

Y hasta otra."

domingo, 18 de febrero de 2024

FERNANDO, BANDERILLERO EN UN ESPECTÁCULO ACCIDENTADO

El 15 de agosto de 1902 se celebró en Sevilla un espectáculo benéfico en el que tomó parte Fernando Gómez 'Gallito chico', en su faceta de banderillero. Al día siguiente, el rotativo valenciano 'Las Provincias', daba cuenta de lo que aconteció, más en su parte anecdótica que en materia taurina:

"Hoy actuaron en esta plaza Gorete, Padilla y Francisco Carrillo. Fernando Gómez 'Gallito Chico' banderilleó uno de los bichos. 

La corrida era a beneficio del hospital de San Juan de Dios.

Los toros los regalaron D. Anastasio Martín (dos), y D. Eduardo Miura, Sra. Viuda de Concha y Sierra, Moreno Santamaría y vizconde de Sanmartino, los restantes hasta seis.

Al salir el quinto lanzóse al ruedo un aficionado intentado torear.

Un guardia municipal fue a evitarlo, y al saltar la valla le cogió el toro, derribándole al suelo, donde quedó tendido. De allí le recogieron, trasladándole a la enfermería. 

El aficionado quiso huir, pero el público se lanzó sobre él, apaleándole entre barreras".

miércoles, 14 de febrero de 2024

RAFAEL EN LA MIURADA DE CASTELLÓN DE 1905: OTRA CRÓNICA (Y III)

En esta segunda crónica, Francisco Moya da sus impresiones de lo que aconteció en el mano a mano entre Lagartijo y Gallito celebrado en Castellón el 25 de marzo de 1905. La crónica apareció en la revista 'Sol y sombra' el 6 de abril:

 Siempre fue la de Castellón la plaza que cierra y abre el curso taurino. 

 Este año desconté, desde hace tiempo, el que, siguiendo la costumbre, pudiera celebrarse ningún espectáculo de alguna seriedad o presupuesto, por razón de la crisis económica por que atraviesa esa provincia. La naranja, fruto de riqueza de la misma, vióse toda helada de un día para otro, llevando la desolación a miles de familias. 

 Aquel huerto frondoso y sin interrupción, cargado del más simpático de los frutos, por que atravesaba el tren, no es hoy más que un montón de leña amarillenta, destacándose de la misma, por su soledad, millares de naranjas abandonadas.

Por esta poderosa razón, supuse que este año en la feria de la Magdalena faltaría al programa su célebre corrida de toros; pero me equivoqué. En el programa figuraba ésta, con toros nada menos que de D. Eduardo Miura y como matadores Lagartijo chico y Gallito. Había surgido una empresa valiente que, con más afición a nuestra fiesta que miedo a las pérdidas seguras, arrostró con todo, y Castellón no perdía la prioridad de abrir y cerrar el curso taurino. La animación fue grande y de Valencia no faltaron algunos miles de aficionados, viéndose la plaza con más público que el que se esperaba y sus palcos repletos de las mantillas clásicas en esta fiesta, sirviendo de marco a caras que al sol dan envidia. Y la certeza de esta afirmación mía, está en que al ocupar los palcos mis bellas paisanas, el sol se cubrió, no tardando en obsequiarnos con una ligera llovizna. La fiesta nacional se celebró, y allá va lo que fue: 

Los toros de Miura estaban bien presentados, y en conjunto dejaron satisfecha a la asamblea. 

 El primero era un bonito toro en lo que respecta a tipo y defensas; pero en el primer tercio se limitó a cumplir, buscar el callejón a la tercera vara de las cinco que tomó, a cambio de un porrazo, y a llevar la cabeza más suelta que un chivo de dos días. 

 A banderillas difícil, y entre esto y el sobón de los peones, llegó áa manos de Lagartijo chico como digan dueñas. 

Este, de negro y oro, le toreó con la derecha, viendo en este toro al animal más difícil que tocarle pueda en lo que resta de temporada, consignándolo así el público. Pinchó una vez, y acabó de media estocada caída. ¡Vaya un animalito que se quitó de delante el de Córdoba! 

 El segundo fue el toro más bravo y noble de la corrida. En el primer tercio tomó siete varas por tres caídas y tres acémilas, dando lugar a que los matadores entablaran competencia en eso de los adornos. 

 Sevillano coloca un buen par. 

 Gallito, de azul celeste y oro, principió con un pase ayudado y uno en redondo. Siguió un muleteo movido, sin causa ni razón justificada, dio un pinchazo, y terminó de media estocada buena. (Aplausos.)

En tercer lugar salió un  toro largo, fino y levantado. Hizo una buena pelea en el primer tercio, aguantando seis lanzazos por cuatro caídas y un penco. A la muerte llegó noble hasta dejárselo de sobra, dando con esto ocasión a que Lagartijo chico le toreara de muleta sobrio y con tranquilidad. Le toreó por abajo según indicaba el estado del toro, y después de dos medias estocadas, entró al volapié con muchos redaños, dejando una monumental estocada, de la que salió el toro muerto de las manos. ¡Olé los niños entrando a matar! 

Gallito ante el cuarto. (Foto: Sol y Sombra)
 El cuarto llevaba el tipo legítimo de la casa. Tomó cinco varas, por tres caídas y dos caballos. Esto es decir que a pesar de su tipo era mansurrón. Se banderilleó a la media vuelta, y Gallito le toreó de muleta con la derecha y sin lucimiento y con despatarramiento. Pinchó bajo y acabó de una esto cada delantera, con derrame externo. Intercalando en esto un achuchón con abandono de mercancía y fuga... de vocales. 

El quinto toro fue el que más satisfecha dejó a la concurrencia. Seco en el arranque, de poder, certero y bravo. Pedir más sería gollería. ¡Vaya un toro! Tomó sus siete varas, dio siete porrazos y mató seis caballos. Los matadores se arrodillaron, tocaron el testuz y amenizaron la lidia de tan bravo animal. Tomaron los palos los maestros, y aquí hubo su pequeño incidente entre ellos, que llegó al público, gracias á Gallito, que proporcionó una bronca á Lagartijo chico. 

Lagartijo entrando a matar. (Foto: Sol y Sombra)
 Antiguamente y cuando los matadores tomaban los palos y había más compañerismo, era sencillamente con la sana intención de buscar el lucimiento, sin perjudicar al que debía estoquear aquel toro. Hoy las cosas cambian, y si se toman loa palos, es para pasarse un cuarto de luna en preparaciones y saliditas en falso y que llegue a manos del compañero con resabios. Esto el público no lo comprende y de ahí que se ponga al lado del matador de las sanas intenciones, creyendo que es orgullo o falta de compañerismo el que deje o no banderillear al que con él figura en el cartel. Tres toros corresponden a cada uno; si se tiene voluntad de lucirse con los garapullos, puede elegir si quiere el primero o el último, cuya muerte le corresponda. A tal conclusión ha llegado o debe llegar las intenciones sanas de les toreritos que hoy padecemos, sin exclusión. 

 Lagartijo chico, como Gallito dejaron un buen par al cuarteo. El primero de éstos muleteó a este toro con pases por abajo, se arranco bien a matar y dejó un pinchazo hondo, dos en hueso y una estocada hasta lo rojo de la empuñadura. 

 El último salió aplomadote, y antes de aparecer en el ruedo se presentó en escena un émulo, provisto de muleta, de la cual no pudo hacer uso por entregarle Lagartijo chico a las autoridades con trastos y todo.

 Este toro no fue gran cosa, aceptando cuatro varas por una caída y dos caballos. 

Gallito, con ganas de acabar, entró a matar al tercer pase, pinchando; repítese la escena, pero esta vez perdiendo los papeles el matador. Entra de nuevo al cuarteo, para media estocada delantera y atravesadilla y acaba de una entera. Todas las veces que entró a matar en este toro, lo hizo sin esperar a que igualara; así resultó ello. 

 Y como me he extendido demasiado, no entro en consideraciones menudas que alguien me agradecerá.

domingo, 11 de febrero de 2024

RAFAEL EN LA MIURADA DE CASTELLÓN DE 1905: UNA CRÓNICA (II)

 

Caída con Lagartijo al quite. (Foto: Sol y Sombra)
Seguimos con la corrida de la Magdalena de 1905 verificada el 25 de marzo en la plaza de toros de Castellón. Solventadas las incidencias acaecidas durante la desencajonada, veamos cómo refleja 'Heraldo de Castellón', en su edición de 27 de marzo, la actuación de los diestros, en una crónica firmada por X.:

"Con mejor entrada de la que hacía esperar el año, aunque una poquita menos que en otras mejores circunstancias hubiera conseguido la empresa, se celebró el sábado la anunciada y esperada corrida de toros. 

El día amaneció espléndido, hermoso, meridional y estimuló el deseo de los aficionados forasteros de venir a presenciar el espectáculo taurino y gracias al extraordinario contingente de público de los pueblos ha podido la empresa salir por un lado, aunque todavía habrá perdido algunos cuartos. 

Al empezar el espectáculo se aturbonó el horizonte y empezó a gotear con visible enojo de los aficionados pero la cosa no pasó a mayores y tras el desfile de las cuadrillas y todas las ceremonias del caso se abrió la puerta de las sorpresas y saltó el primero de Miura que, con sus restantes hermanitos, con la sola excepción de los lidiados en segundo y quinto lugar que resultaron de bastante poder y sangre y supieron crecerse al castigo, traían la pólvora mojadita y no demostraron la bravura e intención propia y exclusiva de los miuras.

Los siniestros augurios que se hicieron de los toros no han tenido afortunadamente realidad con la pesadumbre de los que van a estos espectáculos sólo por ver si hay hule. 

Y es que ha ocurrido con los mocitos de miura lo que con un tal Espresati, de feliz memoria, de quien era fama que se comía los niños crudos cuando sólo tenía de Herodes lo que yo de obispo. 

Lagartijo estuvo apático en su primer toro pero en el segundo reivindicó el honor de la casa solariega y trasteó a su adversario parado, elegante y ceñido, como quien dice con todas las de la ley y tras de un pinchazo bien señalado emprendió nuevo viaje y soltó un volapié casi tan bueno como el del amigo Llorens en la última sesión del ayuntamiento. 

En el último, bien al empezar, pero se descompuso enseguida y cuarteó de mala manera al echarse la carabina a la cara, resultando los tiros mal dirigidos. 

Con el capote se mostró activo e inteligente y apretó para que no se llevara todos los aplausos El Gallo, y como este hizo quites oportunísimos, se arrodilló delante de su enemigo y le puso la montera entre los pitones. 

Gallito empleó un precioso trabajo de muleta en sus tres toros pero al herir estuvo desgraciado como su compañero. Sin embargo, en todos los quites electrizó al público arrancándole palmas y bravos con sus floritures, largas, molinetes y quiebro de rodillas que ejecutó a la perfección. 

Parearon al quinto los dos maestros muy acertadamente y en algunos momentos de la lidia produjeron el delirio en el público por su guapeza y valentía. 

Las cuadrillas estuvieron muy mal toda la tarde, los del castoreño picaron bastante menos que el sol, inmolando en su apatía o asaúra unas diecisiete Rebecas. ¡Pobrecitas!

La presidencia a cargo del señor alcalde don Joaquín Peris muy acertada.

Algunos palcos estaban que daba gloria verlos. Había cada manola que arrancaba "un mar de suspiros". 

El desfile resultó lucido y brillante". 



miércoles, 7 de febrero de 2024

RAFAEL EN LA MIURADA DE CASTELLÓN DE 1905: LA DESENCAJONADA (I)

El 25 de marzo de 1905 Castellón celebró su tradicional corrida magdalenera. En los corrales, tras no pocas incidencias, seis toros de don Eduardo Miura esperaban a sus matadores: Rafael Molina Martínez 'Lagartijo' y Rafael Gómez Ortega 'Gallito'...

Cuenta 'La Correspondencia de Valencia' del martes 21 de marzo que el domingo anterior se celebró en el coso de Ribalta la desencajonada...:

"Los dos primeros bichos fueron desencajonados sin novedad y lo propio sucedió con el tercero, que pasó inquieto y buscando pelea al primer corral. Al abrirse la puerta que comunica al segundo corral, los toros segundo y tercero se embistieron y al tropezar lo hicieron con tal fiereza que los dos quedaron muertos en la misma puerta. Uno tenía fracturado el cráneo y el otro quedó desnucado. 

El público, que estaba entusiasmado de la hermosa lámina de los bichos, sufrió la natural sorpresa de aquel nuevo espectáculo que tan caro ha costado a la empresa. 

El cuarto bicho, bonito animal, dio un salto tan tremendo que colocó las patas encima de un burladero; después embistió al primero que había sido desencajonado, produciéndole una pequeña herida. 

Los dos restantes toros se desencajonaron sin novedad. 

El público presenció cómo sacaban de los corrales los dos toros muertos.

La empresa telegrafió enseguida al ganadero para que dispusiera que mañana salgan para Castellón dos toros más de Miura. 

Aquí no se habla de otra cosa, lamentando todo el mundo lo ocurrido, y la empresa ha pedido dos buenos toros cuesten lo que cuesten. 

Los toros que quedan en el corral están muy bien criados, bonita y fina lámina, muchas libras y bien armados. La corrida promete."

"Acaba de recibirse un telegrama del ganadero Sr. Miura diciendo que esta mañana han salido de la ganadería, para ser embarcados, dos toros superiores que sustituyan a los dos muertos. 



 

domingo, 4 de febrero de 2024

RAFAEL CUMPLE 75 AÑOS

La revista 'El Ruedo' conmemoró el 75 aniversario del nacimiento de Rafael publicando un extenso, y curioso, reportaje en su número 683 de 25 de julio de 1957. Firmado por Francisco Serrano Anguita, ya había visto la luz días antes en 'Hoja oficial del lunes':

Rafael con unos partidarios. (Foto: El Ruedo)

«Si estoy en Madrid, no faltaré al homenaje que piensan ofrecerle a Rafael Gómez el Gallo con motivo de sus primeros setenta y cinco años. El famoso torero nació en nuestra villa el 17 de julio de 1882, y sigue tan flamenco y desconcertante como en la juventud. He sido gran admirador de su arte y figuro entre sus amigos, aunque solemos vernos muy de tarde en tarde. Siempre han de volver presentármelo, pues él es bastante desmemoriado y yo no frecuento las tertulias taurinas. Sigo mis costumbres de revistero en La Mañana, el semanario que fundó el insigne Manuel Bueno y que dirigió después don Luis Silvela. 

 Durante los dos años que ejercí la critica —de algún modo hay que llamarla— sólo tuve un amigo profesional, y no de los más brillantes: Remigio Frutos, el Algeteño, sobrino de aquel Ojitos que fue maestro y mentor de Rodolfo Gaona. Remigio, muerto no hace mucho tiempo, era un gran tipo y una gran persona. Había sido alcalde en Algete. su pueblo. Luego se hizo picador de reses bravas y acabó matando novillotes de media casta en la placita de Tetuán de las Victorias. En El Algeteño se compendiaron todas mis amistades con la torería de la época. A Manolo Bienvenida, El Papa Negro, del que asimismo fui entusiasta, lo conocí a bordo del vapor María Cristina, en un inolvidable viaje de regreso de Cuba a España, en el que nos acompañaba el eminente actor don Enrique Borrás. Y ni entonces ni luego supo Manolo que yo era aquel Ballestilla que le consagró tantos ditirambos en prosa y en verso..., porque uno cambiaba a veces la seda tersa del estilo llano por el percal ripioso de unos malos sonetos o de unas pésimas octavas reales. 

Volviendo a Rafael, tampoco busqué su trato,, y eso que él me envió una fotografía con esta magnífica dedicatoria: "A mi estimado admirador Ballestilla. Rafael Gómez, el Gallo." Y en cuanto a las presentaciones, ya he dicho que fueron múltiples, y debo añadir que se iniciaron del modo más pintoresco.

Alejandro Pérez Lugín, luego célebre novelista, y en 1910 notabilísimo reportero de El Mundo, modelo de críticos de tauromaquia y gran maestre de la orden del gallismo en todas sus ramas —la disciplinada y subalterna de Fernando, el mayor de los tres hermanos; la pinturera y garbosa de Rafael y el tierno brote de Joselito, ya triunfador en su aprendizaje de becerrista—, había hecho de mi una especie de edecán de su grupo, a lo que yo me sometía gustoso por el afecto que nos ligaba y porque así iba adiestrándome en el oficio periodístico. Lo que no conseguía Lugín era unirme al cortejo del divino calvo. Siempre que intentó llevarme a las reuniones del partido tropezó con mi obstinada negativa, porque no quise que mi devoción al torero en la plaza se quebrantase con el conocimiento del torero en la calle, en el café o en la taberna. Un día, sin embargo, no pude resistirme a los deseos del jefe. Se había celebrado en Madrid una corrida en la que Rafael quedó... una mijita desiguá. 

La desigualdad consistió en cubrirse en el primer toro y dar el mitin en el segundo. Un mitin previsto desde que el bicho salió de los chiqueros y afrontado con la serenidad que El Gallo ponía en tales espectáculos. Ni dio ningún lance, ni siquiera quiso divertirnos con sus habituales espantás. Limitóse a ver cómo trabajaban sus peones, y cuando llegó la hora de matar, apenas si desplegó la muleta. "Yévatelo p'ayá." "Córrelo a este lao." "Sácalo de las tablas." "Tráemelo al dos"... La gritería era espantosa. Llovían almohadillas sobre la arena y el coso amenazaba hundirse a impulsos de la indignación del gentío. Rafael, impávido, como ajeno al tumulto, iba de un lado para otro, contoneándose y a pasitos cortos — "Con mucha repajolera grasia, sí señó", decían sus partidarios—, y de vez en cuando miraba al palco presidencial, haciendo al usía señas y guiñadas, como si le dijera: "Pero, hombre de Dios, ¡que ya es hora de que salgan los mansos!..."

 Y salieron. ¡No habían de salir! El toro se fue vivo a los corrales, porque ni siquiera le arañó el estoque del diestro. Refugióse éste en el callejón con aire de resignada condolencia, y ya no pudo asomarse al ruedo sin que le persiguieran los denuestos de la colérica multitud. 

No hay que decir cómo abandonamos la Plaza los infortunados gallistas. Péréz Lugín —Don Pío para la afición— iba ronco de replicar a los que le increpaban en gradas y tendidos: "¡A pesar de todo, el mejor! jKi-ki-ri-ki! ¡El mejor! ¡Ey, carballeira!" Y ya fuera del coso, todavía gritaba, entre la riada de los comentaristas del desastre: "E1 mejor!... ¡Siempre el mejor!... ¡Hasta en loe fracasos!... ¡Nadie fracasa como él!..." Porque él fracaso no podía negarlo el bueno de Alejandro, y de ello se valió para torcer mi voluntad de independencia. 

 —Mira, niño —me dijo—, hoy no puedes negarte a venir a saludar a Rafael. En los malos trances se conoce a los amigos. Esta tarde no habrá en la fonda mangantes ni pelmazos que vayan a beberse unas copas con el héroe y a pedirle un par de duros. Únicamente estaremos los cabales, los de verdad, y tú tienes que ir. Te agradecerá mucho la visita. 

 ¡Por fin iban a presentarme al Gallo! Entramos en el antiguo hotel de Roma, de la calle del Caballero de Gracia, y subimos a la habitación del ídolo. Aquello parecía un velatorio. Tendido en la cama yacía el torero, con una camiseta de color rosa y unos calzoncillos de céfiro listado que partían los corazones. Sobre la blancura de la almohada, su cabeza era como un barro cocido, y la coleta, en desorden, fingía ser la aureola del mondo cráneo. Fumaba Rafael un largo veguero, del que arrancaba densas bocanadas de humo- para lanzarlas estoicamente al cielo raso. Rodeando el lecho, los cabales: unos graves caballeros y ocho o diez gitanos de los que constituían el séquito de Rafael. Caras cetrinas, tufos aceitosos, pupilas negras y llameantes; éste con un clavelito sobre la, oreja, aquél , dándole vueltas al ancho sombrero mugriento, el de más allá jugueteando con la vara de mimbres de Antonio Torres Heredia... Y los comentarios: 

-Er toro achuchaba por los dos laos... El (Gallo, chupando con deleite su cigarro, lanzaba un chorro de humo y argüía: 

-Que he estao mu malo... 

-¡A un bicho azín no había máz que ejarlo que ze lo yevazen! 

-Yo no me opuse: pero he estao mu malo... 

-Er público, no sabe lo que píe..: ¿Qué se iba a jasé con un renegao que embestía p'atrás? 

 Y el retornelo de Rafael: 

-Que he estao mu malo, mu malo... Hubo un largo silencio y nadie se atrevió a romperlo. Don Pío, muy en su papel de introductor de embajadores, avanzaba ya hacia la cabecera de la cama. Seguíale yo con timidez no exenta de curiosidad. Y entonces surgió la voz honda y cavernosa de un viejo cañí que se había acurrucado en un rincón de la estancia y evocaba el nombre del toro que fue a los corrales: 

-¡¡¡Y se yamaba Madroño!!!... 

 Volvióse el maestro hacia el individuo, hizo uno de sus guiños característicos, dio una larga fumada al tabaco y contestó con sonrisa picara: 

 —Por mí se yama toa vía. 

 Ya no hubo presentación, porque me acometió la risa, y para soltarla a mis anchas salí huyendo del cuarto y eché escaleras abajo, sin atender a las voces de Pérez Lugín, que venía tras de mí haciendo coro a mis estruendosas y repetidas carcajadas. Y asi fue cómo se malogró mi primera presentación al divino calvo.