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El escritor Antonio Reyes 'Don Criterio' relata en su libro 'Treinta años de crítica taurina en el Liberal de Sevilla' cómo conoció la muerte de José y lo que escribió en aquellos días. La obra citada apareció, prologada por Juan Belmonte, en 1.932:
"La primera noticia de la tragedia talavereña, se supo en
Sevilla por un telegrama de "Parrita", dirigido a don. Manuel Pineda,
apoderado de Joselito, que decía lo siguiente: "Talavera de la Reina,
6,40. Joselito cornada grave vientre con salida intestinos. "Parrita".
A la hora se recibió otro despacho concebido en los siguientes términos: "Joselito fallecido, avise hermanos".
La noticia de la tragedia más grande del toreo, produjo en Sevilla
extraordinario revuelo y general sentimiento, siendo el tema obligado
en todas partes. Los clubs, Joselito y Belmonte, entornaron seguidamente sus puertas en señal de duelo. Unos aficionados que formaban
una peña en un café céntrico, a la que concurría asiduamente Joselito,
indicaron al dueño del establecimiento que entornara las puertas del
mismo, negándose a ello. Entonces, los que formaban la peña, decidieron ausentarse del café, como así lo hicieron, instalándose en otro,
de momento.
"El Liberal" publicó, en la mañana del lunes del día 17, un extraordinario y la rotativa no daba abasto para satisfacer la enorme
demanda. La calle García de Vinuesa presentaba imponente aspecto, ante los centenares de vendedores que se apiñaban a las puertas de
"El Liberal" en demanda de papel, y los crecidos grupos de aficionados que se estacionaban en dicha vía, comentando la tremenda tragedia.
Con motivo de esta hecatombe taurina, publiqué el siguiente artículo, que lo reproduzco íntegro. Se trata del llorado Joselito.
Joselito ha muerto.
¿Es sueño o realidad?
La afición está de luto.
Salí de la corrida de novillos celebrada ayer tarde en el circo monumental, y al llegar la calle de Tetuán, me comunica un amigo que
Joselito había sido herido en la plaza de Talavera de la Reina. No
transcurrieron cinco minutos, cuando comenzó a circular la noticia
de que Gallito había muerto. Nadie lo creía, nadie lo esperaba, nadie
podía ni imaginarlo siquiera. No, no podía ser. ¿Joselito muerto por
un toro? Imposible. Todos achacaban el rumor o la noticia a la fantasía y fue acogida con las naturales reservas, tanto más cuanto que se
trataba de Joselito.
Y en estas incertidumbres, en estas zozobras, en. estas inquietudes, vino un amigo muy querido, a quien unían con. "Gallito" lazos
de estrecha amistad.
—Joselito ha muerto.
—No, eso no puede ser. Serán exageraciones, serán impresiones
de momento, serán fantasías.
—No son exageraciones, no son fantasía s de la pública opinión—
me dijo.—Yo, con mis propios ojos, he leído el telegrama, que dice:
"Joselito ha muerto. Avise hermanos".
Y ante el contenido del fatídico telegrama tuve rendirme, y la realidad me hizo ver que, efectivamente, Joselito había muerto víctima de
una terrible cornada.
Aún creo que es un sueño. ¡Joselito muerto! Desgraciadamente
es cierto. Joselito ha muerto allá, en tierra de Talavera de la Reina.
Estaba contratado para torear en Madrid los días 15, 16 y 17 del corriente; pero me afirma persona autorizada, que, accediendo a requerimientos amistosos del crítico taurino de "A B C", Gregorio Corrochano, se prestó a tomar parte en esta corrida, alternando con Sánchez Mejías. Se lidiaban seis bichos de una ganadería cunera, no asociada, pero Joselito había dado su palabra y allí fue a torear, y allí
sucumbió como mueren los valientes, como mueren los héroes.
No conocemos detalles de la corrida.
Sólo sabemos que el trágico suceso se desarrolló durante la lidia
del quinto toro, y cuando Joselito lo muleteaba.
Joselito ha muerto de una terrible cornada en el vientre. El asta
del traicionero cornúpeto había perforado los intestinos del torero,
y éste, recogido de la candente arena, fue trasladado moribundo a la
enfermería, donde a poco, y a pesar de los esfuerzos de los facultativos y de los auxilios de la ciencia, exhaló el último suspiro en la
lúgubre y solitaria enfermería de aquella plaza de toros.
La tarde del 16 de Mayo de 1920, será de triste e imperecedera memoria para los aficionados a la clásica fiesta de toros. La afición estará de luto, de luto riguroso y ostentará negros crespones quién sabe hasta cuándo, pues el torero que acaba de morir, víctima de una
tremenda cornada, es Joselito. Sí, Joselito. Ese torero que, según sus
detractores, no exponía, que su toreo era de ventajas, que no emocionaba. ¡ Que no exponía!
Allá en la oscura enfermería de la plaza de toros de Talavera de
la Reina, está su cadáver de cuerpo presente.
Quiero sustraerme de todo, pretendo apartar mi imaginación de
todo, y no puedo. Aún creo que todo es un sueño: aún creo que esta
espantosa tragedia no es una realidad. Pero, desgraciadamente, es
cierta.
José Gómez Ortega ha sucumbido ¡quién lo habría de decir! en
plena juventud, pues solo contaba unos veinticinco años de edad, cumplidos el día 8 del corriente mes. En este mes de Mayo, mes de las
flores, precisamente en el mismo que allá por el año de 1908 vestía
por primera vez el traje de luces en la plaza de Jerez, alternando con
José Gárate "Limeño" , con quien hizo después, como becerrero y novillero, brillantísima campaña . Le vi por primera vez al siguiente
año, en Agosto de 1909, en Sanlúcar de Barrameda, y el juicio que de
él formé fue rotundo y definitivo, y consta en las columnas de "El
Liberal". Entonces era Joselito un niño, pero guardaba dentro de su
diminuto y enjuto cuerpo, todo un tratado de tauromaquia por desarrollar, que después, y en años sucesivos, desarrolló de una manera
sorprendente y maravillosa, hasta llegar a ser el torero más grande
y más completo, el torero cumbre, el ídolo de muchedumbres, dada su
probada inteligencia, sus extraordinarias facultades y su completo y
absoluto dominio.
Joselito no ha tenido la suerte de tantos otros, de más o menos
cartel, que ruedan y han rodado por esas arenas de Dios y afortunadamente salieron ilesos. No; el torero Providencia, el torero que en
millares de ocasiones libró de las garras de la muerte a sus compañeros, ha muerto violentamente en una plaza de toros.
Es tan grande, tan enorme, tan profundo, tan irreparable el rudo
golpe sufrido por la fiesta nacional, que ésta, con la muerte de Joselito, principal sostén de ella, a qué no decirlo, ser á difícil que pueda sobrevivir con ese esplendor que venía sosteniéndose en los presentes
tiempos. Joselito, con Belmonte, era lo que Belmonte con Joselito.
Faltándole a la fiesta de toros ése puntal que lo sostenía todo, qué
va a pasar?
Y cuando nadie podía ni imaginárselo siquiera, allá en Talavera
de la Reina, le ha matado un toro de una ganadería, que sólo por condescendencia se prestó a torear. Las astas del cornúpeto criminal,
del bicharraco asesino, nada, han respetado, y han dado trágico fin a
una de las más. gloriosas figuras de la tauromaquia. La historia de
José Gómez Ortega (Gallito), debiera ser escrita en páginas de oro
y archivada en lugar preferente, como se conservan la de los grandes
artistas. ¡Si "Don Modesto" levantara la cabeza!
Descanse en paz el alma del inconmensurable torero, del malogrado artista.
¡Joselito ha muerto! La afición está de luto y la fiesta nacional
queda huérfana,
¿Sustituir a Joselito? Nadie. Joselito era insustituible.
¡Pobre Joselito!
Don Criterio.
El toro asesino. Ultimas palabras de Joselito
El toro de ganadería clandestina, cunera, no asociada, que mató
a Joselito, apodábase "Bailador", lidióse en quinto lugar y pertenecía a la propiedad de la señor a viuda de Ortega. Joselito fue enganchado por el traicionero animalito, cuando toreaba, de muleta. En
brazos de "Blanquet" y del mozo de estoques, fue trasladado a la enfermería, pronunciando, al ser colocado en la mesa de operaciones,
las siguientes palabras: "Soltadme los brazos, que no me tocaré la
herida". Dos gruesas lágrimas fueron las últimas señales de vida de
Joselito. La agonía duró media hora.
Manifestaciones de pésame. Telegramas de Maura,
Guerrita, Belmonte y de la Asociación
de la Prensa.
Se cursaron millares de telegramas y telefonemas, unos dirigidos
a Rafael "El Gallo", y otros, a Sánchez Mejías y demás familiares.
El de la Asociación de la Prensa de, Sevilla, decía: "Esta entidad
envíale sentidísimo pésame muerte Joselito, recordando 'beneficios
proporcionó esta casa. Presidente, Muñoz San Román" . De Maura:
"Me asocio a su gran dolor haber estimado mucho las nobles prendas
que enaltecían al finado. Pésame sentidísimo. Maura". De "Guerrita":
"Impresionadísimo y con verdadero sentimiento envío mi más sentido
pésame . Se acabaron los toros. "Guerrita". De Belmonte, dirigido a
Manolo Martín Vázquez: "Me asocio con todo mi corazón sentimiento
pérdida tu querido cuñado, amigo querido y compañero. Juan Belmonte". Juan, al tener conocimiento de la triste nueva se impresionó
tanto, que vióse obligado a guardar cama.
Con el inconmensurable Joselito alternaba su hermano político,
Ignacio Sánchez Mejías. La llegada a Sevilla del cadáver, revistió todas las característica s de una imponente manifestación de duelo. El
paso de la fúnebre comitiva por la Alameda de Hércules, sobre todo,
fue verdaderamente conmovedora. Hasta los Hércules lloraban.
El cadáver de la víctima de Talavera, la tragedia más grande del
toreo, recibió sepultura provisional, en el nicho número 6 de la calle
Virgen Santísima.
Murió Joselito trágicamente y en una plaza pueblerina. El también llorado "Don Modesto", le proclamó Papa. El Solio Pontificio de
la tauromaquia, se lo llevó a la tumba. Y nadie, entiéndase bien, nadie, osará pretender arrebatárselo. Allí lo conserva bajo el blanco
mármol que cubre su fosa. ¡Joselito, era Joselito!"