Sabida es la competencia que en la segunda década del siglo pasado hubo dentro y fuera de los ruedos. José y Juan fueron los principales protagonistas a cuyos bandos se adhirieron, de manera incondicional, aficionados y revistas especializadas.
En la portada del número 11 de 'The Thango' aparece un Belmonte triunfador, con las dos orejas en las manos, sometiendo a Rafael y José a propósito del éxito del trianero en la corrida de la Asociación Sevillana de Caridad celebrada en La Maestranza el 17 de mayo de 1917. En el interior se afirma que el Pasmo paseó dos trofeos del sexto astado de Gamero Cívico mientras en la reseña del número 1.105 de 'Sol y Sombra' se le apunta solo uno. Y es que por aquellos días los trofeos no pasaban de ser mera anécdota.
Pero quedémonos con una fuente más fiable que el rotativo mentado en primer lugar y transcribamos cuanto Onarres escribió de los Gallo en el segundo. Vaya por delante que el revistero no escatima elogios para referir la labor de Juan:
"Primero.- Negro, fino y caído de cuerna. Rafael veroniquea vulgarmente. El animalito es muy bravo y hace una gran pelea, recibiendo de los montados cinco varas, por dos caídas y un caballo muerto. Almendro y Armillita banderillean bien. El Gallo, molesto por la lluvia, que no cesa, torea de muleta con la derecha desde cerca aunque movido y ejecuta un pase de pecho peinando el lomo de la res. A toro humillado, entra a matar con cuarteo y atiza un pinchazo, saliendo para la barrera y saltando al callejón. Otro pinchazo delantero, medio metisaca también delantero y un descabello. Hay pitos.
Segundo.- Aguilillo, negro y bien puesto, Joselito lo saluda con dos verónicas buenas y cuatro colosalísimas, que se ovacionan con delirio. El toro es bravo pero no tiene poder, y recibe cuatro varas, por una caída y un caballo. Joselito hace dos quites monstruosos que levantan al público de los asientos y las palmas hacen humo. Toma los palos, y sin que la música deje de batir marcha triunfal al gran torero, clava tres pares inmensísimos, previas tres preparaciones tan valientes y tan artísticas que son casi indescribibles (sic). A un metro de distancia del toro y retrocediendo cuando el animal avanzaba, cruzó tres veces la arena, teniendo al público en constante expectación. La última vez, mientras iba retrocediendo, miraba y saludaba al público, que le ovacionaba. En este alarde de temeridad se le arrancó el toro, teniendo el diestro que apoyarse en el testuz del enemigo para irse de la cabeza. Toda esa faena la realizó el torero completamente solo en el ruedo con el toro. Hubo enorme expectación y derroche de arte, valentía vista y facultades. Ni que decir tiene que la música y las ovaciones no cesaron ni un momento. Joselito ordena que dejen al toro refrescar y mientras tanto toma espada y muleta. En los primeros pases el torero está derecho, quieto y artístico. Manda de verdad con la bayeta y éste en la mayoría de los pases la saca por la cola. En otros aguanta bien y el público, entusiasmado, le ovaciona y vuelve a sonar la música. Luego se agotan algo las facultades del enemigo y el espada se hinca de rodillas y así ejecuta el resto de la faena, que impone de valiente. El diestro se adorna, toca los pitones del animal, corre la mano por uno de ellos desde la mazorca hasta la punta, escupe al toro en los hocicos y hace otras mil monerías que dislocan a la concurrencia. Iguala, y entrando de dentro a fuera, con valentía, deja una estocada hasta la mano algo inclinada y descabella al segundo intento. (Ovación delirante, vuelta al anillo, unánime petición de oreja, que le concede el presidente, y salida al tercio para saludar). ¡Qué lidia más completa y hermosa ha dado a este toro!
Cuarto.- Del mismo pelo (negro) y bonito. Rafael lo veroniquea bien, sobresaliendo un par de verónicas magníficas y la larga cambiada con que finaliza. El toro cumple, recibiendo cuatro varas, por solo una caída. Rafael toma las banderillas, y al cuarteo, prende un par aceptable, y cierran los de turno medianamente. Rafael, muy derecho, con los pies quietos y unidos, da el primer pase ayudado y saca la muleta por el rabo. Sigue con otro natural, superior; uno por alto y otro natural, inmenso. El público le ovaciona y Rafael hace una faena hermosísima, compuesta de pases de todas las marcas y de todos los adornos, derrochando arte, elegancia y esa gracia torera que él solo tiene. Pases por alto y por bajo, de pecho, de tirón, afarolados, pasándose la bayeta por la espalda, y todos los demás conocidos y algunos por conocer. La música bate marcha en su honor y el público grita olés y le pide que no le mate. Seguramente comprenderían que iba a meter la patita como en efecto la metió, echando a perder una faena tan brillante por no decidirse a atacar por derecho. Entra con cuarteo y atiza un pinchazo. Alargando el brazo y también buscando ventajas, deja otro pinchazo hondo delantero. Vuelve a pinchar y luego descabella al segundo golpe; oye palmas.
Quinto.- Negro y abierto de pitones. En las primeras de cambio se aploma mucho y así sigue toda su pelea, restando brillantez a las faenas. Aguanta cuatro varas y produce una caída. Los banderilleros tardan en cumplir su cometido, porque el animal está muy quedado y derrota mucho. En esta forma llega a manos de Joselito que no consigue que el toro le embista. Le da pocos medios pases, y en seguida que consigue igualarlo, le entra a matar de dentro a fuera, muy ligero y llevando el brazo alto, para colocar media estocada trasera que inmediatamente lo tira sin puntilla. (Palmas abundantes)."