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Portada de la revista en cuestión.
(Foto: http://bibliotecadigital.jcyl.es/) |
El número 26 de la revista 'The kon Leche', de 29 de septiembre de 1912, dedicó una de sus páginas a relatar la alternativa de Joselito la tarde anterior en Sevilla y las vicisitudes de los días previos:
"La alternativa del menor de los Gallos va resultando el parto de los Montes... Es decir, el parto de los
Gómez.
Entre cogidas, temporales y suspensiones de Gullón, es muy posible que la fecha definitiva del doctorado sea entre Pascua y Reyes. ¡Señores, qué ansiedad!
Alrededor de la suspensión del viernes se ha fantaseado mucho más que ante las probables consecuencias de la huelga ferroviaria.
El tema Joselitó atizado por el peligro belmontista, ha reunido en Madrid a la flor y nata de la afición de los cuatro puntos cardinales.
iQué bullicio en las Cuatro Calles!
¡Qué caras las localidades!
¡Y qué caras las de Mosquera y Retana cuando Gullón suspendió la corrida a las once del día!
En verdad que nadie se explica
satisfactoriamente la causa de la suspensión de la reválida de Gallito.
Solucionado el primer contratiempo de la enfermedad de Limeño con
la alternativa de Vázquez II, todo hacía sonreír cuando a las cinco de la
madrugada del viernes nos retirábamos a descansar, fieles, a nuestras
austeras costumbres.
Un chaparrón inoportuno poco
después de salir el sol dio al traste
con la fiesta, según parece.
¡No lo entendemos!
El astro rey lució su esplendente
cabellera. (¡Vaya estilo!) durante todo el resto del día. ¡Qué lástima!
El aluvión taurófico que invadía
Madrid se dedicó a discurrir por las
calles y a discurrir el motivo de la
desagradable orden gubernativa.
La calle de la Visitación rico venero de caldos andaluces, parecía
una romería.
Perdigón, sentado en un velador
de La Sevillana, observaba en silencio.
—¿Qué haces Perdigón? — Pregunta un forastero.
—Viendo pasar las máscaras.
¡La mascarada taúrica del Tío Campanita!
En vista de todo lo cual marchamos á Sevilla...
¡Pero no precipitemos los acontecimientos!
(POR CORREO)
Sevilla 28.
Los hermanos Gómez Ortega, en brazos de sus partidarios, pasean triunfalmente el ruedo, mientras las charangas instrumentan el pasodoble «Gallito».
El entusiasmo es delirante.
Los diestros de Gelves han oficiado en fiesta mayor.
Expectación enorme por la mañana. Entrada floja por la tarde. El bolsillo ataja el entusiasmo.
Palmas calurosas saludan la presencia de los niños del Sr. Fernando en las arenas de la Maestranza.
El primer bicho, de Moreno Santamaría, es lanceado por verónicas artísticas y apretadas. (Ovación a
Joselito, que viene bueno.)
Y viene la hora de la cátedra de banderillas, en la que ambos Gallos agotan el repertorio de lo clásico volviendo locos a los circunstantes.
En el momento solemne entrega Rafael los trastos al chiquitín, y se emociona el gallinero.
Empieza Joselito su primera faena de matador con un cambio a muleta plegada, que levanta una tempestad de aplausos.
Otro natural y varios ayudados hacen juntar al toro las pezuñas, lo que aprovecha el neófito para atizar un buen pinchazo.
Cita a recibir en el segundo envite y acaba de una estocada algo caída, vaciando la suerte con un pase de molinete.
La ovación al nuevo doctor se oye en Lora del Río.
Mientras el segundo bicho berrendo en negro corretea la plaza, recoge el niño de Gelves palmas y olivas por su admiradísima labor.
Pazos, como Juan Palomo, se torea y banderillea el bicho, rematándolo de tres pinchazos y una corta de efecto rápido. (Palmas).
Y llega el tercer toro, en el que un tal Rafael el Gallo, gitano por más señas, cambia la onza, eclipsando a sus ascendientes, descendientes y colaterales. ¡Vaya un tío!
Con los pies metidos en un hoyo tira el cañí media docena de lances de tijerilla intercalados con sus navarras correspondientes para mayor amenidad del acto.
Coge en seguida los palos, y en competencia con Joselillo, que también banderillea, mete uno de los más soberanos pares de su vida torera. Devuelve el doctorcillo los avíos al doctorazo, cruzándose entre ambos besos y abrazos, que agradan al consistorio.
Y comienza Rafael una faena estupenda de las suyas cuando desea majar a alguien.
Naturales, de pecho, redondos, de molinete, toda la gama del adorno y la ciencia torea, al mismo tiempo se manifiesta en su mágica muleta, que levanta al respetable del graderío.
Un volapié contrario recetado con agallas es digno remate de la asombrosa faena.
La ovación indescriptible se oye en el pueblo de Gaona. E! populacho pide la oreja.
La lidia del cuarto toro se verifica entre estruendosas ovaciones a Gallo mayor, que no sabe si recoger
sombreros o torear. Y así transcurren los tercios hasta el final, en el que Rafael sigue adornándose con la flámula extraordinariamente. Dos pinchazos y otra ración de preciosas filigranas y una estocada delantera, perdiendo la muleta en el viaje.
Gallo toma el estribo y el bicho cae sin puntilla, con gran regocijo de los aficionados, que siguen rompiéndose las manos por la familia.
El quinto muere a manos de Pazos de una de una delantera. Pasemos de prisa.
El que cierra plaza, manso (aunque no es de doña Celsa), se salva del tuesten por decoro de la fiesta, y acaba sus míseros días de una estocada caída que receta Joselito para echarnos a la calle.
Y sobreviene la apoteosis de que hacemos mérito al comienzo de esta desaliñada reseña.