El Tío Pepe escribe en 'Ensalada Taurina' la crónica de la corrida verificada en Madrid el 29 de mayo de 1.881 en la que Francisco Arjona 'Currito', Cara-ancha y el señor Fernando El Gallo despacharon astados del Marqués viudo de Salas:
|
Cara-Ancha |
En turno entra, para desdicha de los aficionados, el
viudo Marqués de Salas, dueño de los jugados en este
día, con divisa encarnada, debiendo ser de color asiático. Hablo del cólera.
Presidente, D. Pedro Celestino Cañedo.
El reloj marca las cuatro, y previo aviso de S. S., se
abrió el chiquero para dar suelta al 1.°
Traidor, de nombre.—Su pelo retinto, carinegro, cornicorto. Por no deja más fea de lo que es la casta, saltó a
la callejuela al encontrarse en el ruedo.
Las garrochas le pusieron siete veces sobre el morrillo, matando dos caballos.
Julián y Curro Sánchez le clavaron tres pares de banderillas al cuarteo, metiendo los dos los brazos ar pelo.
Al anunciar los clarines la muerte, desentonaron,
dando motivo esta singularidad a que cada cual interpretara el suceso a su manera.
Er tio Candido, que es hombre muy práctico en esto
de música, me dijo al oído.: "Compare, no se asuste usté
por ese trompetaso. Han tocado á degollar, y naita más."
Me fijé atentamente en la brega, que fueron 11 de izquierda a derecha, estando tapándose el buró, y... ¡ánima
mea! A paso de banderillas, y con un pie desde Gibartá,
le largó una estoca a volapié en la raíz del propio gañote.
Le rompió hasta la tripa androminal izquierda.
La derecha funcionaba con toda regularidad.
La figura se llama equivocación de parte. Debió ser por encima, y se la endiñó por debajo, y mú abajo. ¡Cosas
del arte!... El autor del lio fue Currito.
2.° Jaquetón.—Negro, memo, bien puesto. La furia del
portentoso animal, que para desdicha del arte y de la
afición había criado el viudo Marqués, no pudo resistir
más que dos varas y matar un caballo, aunque doctores
graves en la veterinaria opinaron que murió de falta de
comía y sobra de bebía.
El público, como un solo hombre se levantó, pidió
fuego, pidió la fotografía del ganadero, pidió hasta la
muestra del pasto que le dio alimento.
Por fin se puso en movimiento la pirotecnia, representándola en sus manifestaciones ruidosas tres pares de
banderillas que le clavaron al cuarteo M. Campos y el
Barbi, metiendo los hombros antes que los brazos.
Vuelven a sonar los timbales.
Cara-Ancha, procurando llevar la imitación hasta un
extremo exagerado, inspirándose en el amor que al compañerismo y al arte debe todo buen torero, con los trastos en las manos, y las zapatillas en los pieses, procura
entusiasmado, desagraviar a Currito en su faena.
La muleta desplega, dále 13 pases, lía, arranca y
enderézale una estocá á volapié dos dedos más ahajo de
la gargantilla, o sea en el pescuezo, y la de terminar, arrancando y atravesá.
Una voz sale de un asiento de balconcillo:
—¡¡¡Enrique!!!
—¿Qué?
—¿Sabes si ha venido Capilla al centenario de Calderón?
—No.
Estas preguntas y respuestas sirvieron de epílogo a
la lucha anterior.
Cantarero es el 3º—De pelo negro, bragao, cornipaso
y como una centella de ligero.
Le pincharon cuatro veces, y le pusieron entre Galindo y Cuatro-dedos tres pares de banderillas, cuarteando.
Y tenemos un gallo en puerta, sin Morón a la vuelta.
Es Fernando Gómez, que después del saludo a la competente Autoridad, dirígese a Cantarero con estoque y
muleta.
Er tío Cándido, que no pierde ripio cuando está con
su saber y entender en las cosas del arte, exclamó:
—Tio Pepe: me he fijado mucho en este gallo, y me
paese que lleva los espolines mú ocurtos.
—Calle usté, que á mí me paese lo mesmo, tío Cándido.
—Pus callo; pero no tomo ni duros á real.
Mientras tanto anda que anda alrededor de la jaula ,
y llegó el gallo, empezando el percheo. Abre la muleta,
y ceñido, se la refriega por delante 8 veces. Procura al
liar diñarle a su contrario un buen picotaso a volapié en
mitá é la cresta, y lo llevó equivocadamente el conserje
de la Escuela de Declamación y Canto.
Créelo en mal hora vencido, y aprovechando, tirase
de nuevo, y le sumió otro picotaso a volapié bajo, luego
media estocá atravesá, y otra arrancando, buena. Cuando
regresaba abría el pico.
4.° Confitero.—Cárdeno, bragao, corniancho. Saltó por el 9. Vuelto al ruedo, empezó a repartir dulces, tomando
siete garrochazos, matando cinco caballos y remitiendo
a Melones a la enfermería con una pipita rota.
Hipólito y Curro Sánchez le pusieron tres pares, cuarteando y al sesgo, regulares.
Currito agarra estoque y muleta, brinda, y pasándose
la mano derecha por los tufitos, como queriendo decir:
«Cuando pasan las flores hay que comprarlas.» Y en
efecto, así sucedió.
En un palmo de terreno, y toreándole de muleta en 7 ocasiones como la misma seda, lio la bandera como
ordenan los buenos principios de la tauromaquia, y le
sacudió, enfilándose bien, una estoca a volapié en todo lo
alto, que no necesitó puntilla. Las palmas fueron muchas y elocuentes.
La banda tocó lo que le dio la gana al Sr. Roig, mientras a mí me salía el entusiasmo por los calcetines.
Er tío Cándido, en un arrebato de alegría, recordó
sin duda el sermón de la bofetá que se celebra en Orihuela el Miércoles Santo, y le dio una a uno que tenía a su lado rellená de toreo clásico.
5.° Tostonero.—Retinto y corniabierto. En once puyazos que tomó se tájelo dos caballos. El Barbi le coloca
dos pares de banderillas, cuarteando y al sesgo. M. Campos, un par buenas, al relance.
Cara-Ancha entra en la lid arrogante, sereno, quieto.
La muleta está desplegando. Al dar el primer paso tiene
pendiente de la punta del trapo á 13.000 espectadores.
En el 2.° se le acerca más y se hace dueño por completo
del animal, dándole hasta 11.
Una vez colocado, pínchalo en hueso a volapié bien
señalado, abandona el terreno que al principio emprendió, le da otra arrancando, una estocá en la misma suerte, baja, y la última a paso de banderillas.
El desconcierto injustificado de Pepito en este toro no
es un misterio para los aficionados que lo presenciaron.
Cardaor fue el último.—Negro, bragao, corniabierto,
y de grande como un carromato. Se enredó con la gente de a caballo, y les mató cinco a cambio de nueve puyazos.
Entre Cuatro-dedos y Galindo le colgaron tres pares
de banderillas al cuarteo, regulares.
El gallo salió a terminar la corrida. Cuando abrió la
muleta al son de un ronco cacareo, le propinó 12 pases;
después, después Vamos contando y cantando.
Media estoca baja, arrancando. Otra en la misma forma preludiando. Idem lo mismo y najando, por mó del
guarda que ya le buscaba er burto.
Otra ¡Señó, si no
es otra es que ha saltado el olivo, dejando en el viaje el
ala que llevaba en la mano; y para que fuera el remate
der miserere, volvió a tirarse arrancando, y le disparó el
estoque ar cuello del animal, desde la punta hasta la
prolongación del barrio de Salamanca. Trasformación de
oficio.
Mientras el gallo sudaba el líquido de sus venas, er
tío Cándido se entretenía con mucha calma en jasé una
arcajá pa ocultarlo de un aire colado.