miércoles, 31 de enero de 2024

TRES CONTEMPORÁNEOS RECUERDA A RAFAEL: (Y III)

 La revista 'El Ruedo' dedicó un amplio despliegue a plasmar la figura de Rafael El Gallo tras su muerte. El 2 de junio de 1960, en su número 832, apareció un extenso reportaje firmado por Santiago Córdoba. En esta tercera y última parte, el ganadero Antonio Pérez Tabernero recuerda al diestro:

Antonio Pérez Tabernero. (Foto: El Ruedo)

— Don Antonio, ¿qué subraya usted 
de la personalidad del «Gallo»? 

—La influencia, de la raza gitana  sobre las demás razas humanas. Porque en Rafael se impuso tanto la media sangre de Gabriela, que en nada recordaba a su padre, el señor Fernando «el Gallo».

Don Antonio Pérez Tabernero, uno de los más amenos conversadores con que ha tropezado el periodista, es quizá el más antiguo amigo de Rafael «el Gallo». Le conoció en el siglo pasado y cultivó su amistad toda la vida. Por eso, don Antonio, con cuatro palabras, ha calado hondo en la personalidad de Rafael. Prosigamos. 

 — ¿Cuál de los dos hermanos acusa más la raza gitana, Rafael o «Joselito»? 

 —Indudablemente, Rafael. José parecía payo por los cuatro costados. Y para establecer más la diferencia entre los dos hermanos, basta saber cómo se administraban. José era un financiero, y Rafael, un pródigo; el hombre que ha vendido una partida de yeguas o potras en un ferial y espléndidamente se deshace de las utilidades en una juega. Nunca me expliqué una diferencia tan grande entre dos hermanos.

— ¿Y cuál de los dos exponía más ante los toros? —

Para mí, sin duda, Rafael, porque con el toro que se confiaba estaba más cerca que nadie de aquella época, y eso siempre es peligroso; pero es que cuando huía, cuando daba sus célebres espantadas, perdiéndole la cara a los toros, era cuando corría más peligro, 

 — ¿ Qué torero de hoy está en una u otra línea de los «Gallos»? 

 — Yo no hablo de los toreros que están en activo. 

— ¿Usted qué fue. «gallista» o «joselista»? 

 — Siempre he sido partidario del torero que más puede con el toro.

 — ¿Visitaba Rafael con frecuencia su casa de San Fernando? 

 — Los dos hermanos fueron mucho a casa, sí. 

 — ¿Cómo eran en la intimidad? 

-Tan opuestos como en, el toreo. Rafael, graciosísimo en sus frases, que casi siempre eran certeras. «Joselito», een cambio, muy reservado y siempre calculador. 

 —Confidencialmente, ¿qué decía José de su hermano Rafael? 

 —José sentía una gran admiración por su hermano; pero conociendo el riesgo que corría, por las razones que antes expuse, siempre estaba influyendo para que se retirase. 

 — ¿ El rasgo humano que más admiraba usted en «El Gallo»? 

 — Lo fácil que se acoplaba a las situaciones, por difíciles qué fueran. Igual se adaptaba a la conversación con un Grande de España que le seguía la corriente a un «calé», aunque supiera desde un príncipio que iba a darle un sablazo. ¡Ah! Y lo supersticioso que era, cosa que nunca compartí con él.

 Así era «El Gallo», aquel torero de multitudes, famoso por sus genialidades; así era Rafael, aquel hombre que era la más viva representación de una época que ha muerto con él.

domingo, 28 de enero de 2024

TRES CONTEMPORÁNEOS RECUERDAN A RAFAEL (II)

La revista 'El Ruedo' dedicó un amplio despliegue a plasmar la figura de Rafael El Gallo tras su muerte. El 2 de junio de 1960, en su número 832, apareció un extenso reportaje firmado por Santiago Córdoba. En esta segunda parte, el matador Vicente Pastor recuerda a su rival:

Pastor

—Don Vicente, usted que corrió la fabulosa aventura del toreo junto a «El Gallo», ¿quiere recordarle? 

-¡Pobre Rafael! le han salido del alma estas dos palabras. Don Vicente Pastor está visiblemente afectado por la muerte del compañero con quien compartió durante tantos años las alegrías y los sinsabores que acarrea la profesión de torero.

— ¡Qué le voy a decir de Rafael! Empezó de novillero a la vez que yo, y toreamos muchas corridas juntos y muchos mano a mano: Me ha impresionado su muerte. Me enteré en la cama; acababa de acostarme y me dieron la noticia. 

 — ¿Cómo y cuándo conoció a Rafael? 

 —Fue en Castellón, al coincidir en. la primera novillada que toreamos juntos; si no recuerdo mal, fue el año 99. Y seguimos de novilleros hasta 1902; él tomó la alternativa en Sevilla en el mes de septiembre y yo en Madrid. 

-¿Cómo era Rafael, don Vicente? 

—Como un chiquillo. Yo le tomé verdadero cariño, porque fuimos juntos por los trenes y paramos en las mismas fondas. 

 — ¿Qué fue, qué representó para usted «El Gallo»? 

 —Con sus desigualdades, una gran figura. Le echó mucha sal hasta en lo que llamaban las espantadas; porque hasta en eso tenía personalidad. 

 — ¿Qué comentarios hacía con sus compañeros en la Plaza? 

 — En ese trance ya sabe usted que los toreros apenas hablamos. Rafael en las tardes de éxito, se limitaba a decir: «¡Qué buen toro me ha tocado!" Y en las tardes de fracaso, lo contrario: «¡Qué «hueso» me ha tocado!» Yo me he llevado bien con todos los toreros, pero con Rafael mejor que con nadie. Siempre que nos encontrábamos, nuestro primer saludo era preguntarnos por la madre. Recuerdo que en una ocasión en que «Joselito» estaba herido en Barcelona fui a verle y me recibió una señora; yo me supuse que se trataba de su madre. Me dijo que José estaba durmiendo. Entonces le anuncié que volvería por la tarde y que le advirtiera que había estado Vicente Pastor. Al oír mi nombre, su madre reaccionó: «¿Pero es usted Vicente Pastor?... Usted no se va sin ver a mi niño; porque usted es el mejor amigo que tiene mí hijo Rafael. Por eso, cuando torea con usted estamos tan tranquilos.»

miércoles, 24 de enero de 2024

TRES CONTEMPORÁNEOS RECUERDAN A RAFAEL (I)

La revista 'El Ruedo' dedicó un amplio despliegue a plasmar la figura de Rafael El Gallo tras su muerte. El 2 de junio de 1960, en su número 832, apareció un extenso reportaje firmado por Santiago Córdoba en el que Gregorio Corrochano, Vicente Pastor y Antonio Pérez Tabernero lo recuerdan. 

En esta primera entrega se recogen las palabras del cronista taurino:


Corrochano
Vamos a hablar de Rafael Gómez, «el Gallo». Sí, vamos a seguir hablando del torero que dio más que hablar. Porque no ha habido una figura taurina más admirada, más pintoresca, más discutida, más celebrada, más simpáticamente popular que «El Gallo». 

 «El Gallo, dentro y fuera de la Plaza, tenía una personalidad arrolladora, En el redondel era distinto a todos los toreros; cuando le soplaban las musas, incomparable; cuando tomaba precauciones, único. Por eso era «El Gallo». Pero no divaguemos. Vamos a hablar de «El Gallo» con tres contemporáneos suyos. Tres representantes de la época gloriosa de Rafael «el Gallo». Un ilustre cronista taurino, un famoso torero y un ganadero de solera: don Gregorio Corrochano, don Vicente Pastor y don Antonio Pérez Tabernero. Tres nombres prestigiosos de la Fiesta. El mejor cartel que se puede ofrecer hoy en homenaje al torero más sensacional de ayer. 

 — Don Gregorio, vengo a robarle un artículo. Usted habla y yo escribo. Vengo a que me hable de Rafael «el Gallo».

A don Gregorio, que podría dictar de un tirón la tauromaquia de «El Gallo», se le agolpan los recuerdos. Pongamos orden a la garbosa palabra del maestro. 

 — Empecé a ver a Rafael de matador de toros en Madrid, en la época de Mosquera, cuando empezó a revelarse como lo que era. Mosquera le dio oportunidades, como a Vicente Pastor. Entonces se ve lo cerca que torea; tanto, que cuando se perfilaba para matar apartaba con la mano las ban erillas. Todos lo habían hecho con el estoque. 

 — ¿Qué escuela acusa «El Gallo»? 

-La escuela sevillana, empalmada con la rondeña, El trajo lo de cambiarse la muleta de  mano; así torea al natural —arte rondeño— y se adorna — arte sevillano—. «Don Modesto» ve a «El Gallo» y escribe: «Que pase con su pase. Con ese pase se pasa a la Gloria sin permiso de San Pedro.» 

 — Muy bonito. Verá, verá. Entonces «Don Pío», gallista por convicción, pero también por polemizar con «Don Modesto», cuando «El Gallo» estaba bien, gritaba: «;Kikirki... Ey Carballeyra!...» Estos gritos los daba en la Plaza y en «La Tribuna», su periódico. Y cuando el torero daba la vuelta al ruedo recogiendo puros y devolviendo sombreros. «Don Pío», tirando las cuartillas a su paso» le decía: «Pon lo que quieras, que yo lo firmo.» 

 — ¿Se mezclaron entonces los gallistas de Rafael y de José? 

 — No. Rafael tenía un partido suyo, único, entusiasta y fanático, que no tenía nada que ver con «Joselito». Y tornamos a la anécdota. Porque «El Gallo», como todos los genios, como todos los hombres fuera de serie, es pura anécdota. Y don Gregorio, que tiene una prodigiosa memoria y un estilo verbal que emboba al que le escucha, como su pluma deleita al que le lee, cuenta...

—En «El Huerto de Capuchinos», donde se desarrolla la comedia quinteriana titulada «Las flores», un viejo aficionado que se pasaba la vida cultivando flores con el mismo amor que cultivaba su admiración por «El Gallo», me preguntó un día: «¿Qué le ha pasado a Rafael el otro día en Madrid?...» «Pues nada -le respondí vacilante—, que le salió un toro a contraestilo, que no se arrimaba...; pasó el tiempo y se lo devolvieron al corral.» Y él replicó sentencioso: «Pues no  pasará mucho tiempo sin que le saquen ustedes bajo palio.» Efectiva mente, a los pocos días, un 15 de mayo, con un toro memorable de Aleas, al que Rafael hizo una de las mejores faenas que se vieron en la Plaza madrileña, lo sacaron a hombros. Entonces recordé al viejo aficionado de «El Huerto de Capuchinos" y le puse el siguiente telegrama: «Rafael ha salido bajo el palio de las palmas de los espectadores.» ¿Sabe usted lo de «El Alfombrista»?

 -No. 

-Sale para Rafael un toro en Madrid. «El Alfombrista», gallista hasta los tuétanos, ve que va a estar fatal su ídolo; se pone en pie y grita al usía: «¡Señor presidente: este toro es «burraco!» Se corre por la Plaza el grito, se arma la marimorena y el presidente saca el pañuelo verde y cambia el toro Al día siguiente hago la crónica, lo cuento y hago la siguiente definición del toro: «"Burraco", toro negro. picado de blanco por detrás, a quien  los vaqueros llaman «Burraco» por el parecido del color de las urracas.» Habían echado para atrás un toro por el pelo, como podía haber sido berrendo, castaño o cárdeno. 

 —Don Gregorio, ¿cómo definiría usted a Rafael «el Gallo»? 

 —Un torero clásico, con el arte jugoso de la escuela sevillana. Tan clásico, que macheteaba con la izquierda, suerte poco lucida, pero necesaria, como hacían los clásicos. Y lo hacía con la izquierda, con objeto de no perder tiempo para matar.

 — ¿Y Rafael como persona? 

 —Bondadoso, educado, muy educado y humilde, cualidad ésta que rara vez se da en el toreo. Jamás habló mal de nadie. Del pecado de envidiar, del mal causado por injuria y calumnia, ni siquiera por ligereza de juicio, se va libre. Rafael «el Gallo», cuando hablaba de algún torero, solamente cogía para hacer mención la parte buena. Elogios le oí muchos, disculpas también. Censuras, ninguna.

— ¿Cuándo le yio usted por última vez? 

 —El 8 de mayo último, en Sevilla. Me despedí de él, incorporándose trabajosamente en la cama. Ayudado por el abrazo que le di, me echó los brazos al cuello. Nos separamos procurando que la emoción no se asomara a los ojos. Por decirle algo, le dije: «Volveré pronto», y él me contestó: "A. ver si es verdad». Pero los dos comprendimos que no volveríamos a  vernos.

domingo, 21 de enero de 2024

VIVENCIAS DE JOSELITO EN LIMA

La revista 'El Ruedo' incluyó en su número 824 de 7 de abril de 1960 el siguiente artículo a propósito de la campaña peruana de José:

JOSELITO Y SU VIAJE A LIMA

Don Augusto C. Peñalosa, viejo aficionado que ha hecho del Perú su segunda patria, y vive la vigencia de la Fiesta española en su presente y en su añoranza, nos envía la siguiente evocación limeña de "Joselito El Gallo", firmada por don César Miró. 

 EL TRAJE TENIA CAIRELES NEGROS 

Desembarco en Cádiz tras el viaje. (Foto: El Ruedo)

 Vestía luto cerradísimo, y hasta el traje de luces llevaba caireles negros. Y era negro también el capotillo de paseo, que dejó en una barrera antes de empezar la fiesta trágica. Fue en esa temporada, de hace exactamente cuarenta años, que José Gómez Ortega, el «Gallo V» —porque hay que designarlo así, como á los reyes — , dejó en la arena de Acho su huella excepcional. «Joselito», el «Sabio», el «Niño de Gelves», era hijo y nieto de toreros, como diría García Lorca del Camborio, y lo fueron también sus hermanos Femando y Rafael, y sus cuñados Sánchez Mejías y Martín Vázquez. En ese friso que encabezaba el tío abuelo, sobresalía su figura gallarda, armoniosa, varonil. 

Frente al mar del Regatas de Chorrillo he conversado con Augusto. C. Peñalosa, taurófilo de buena cepa, nostálgico de las edades de oro, entendido como el que más. De su evocación emergen esos recuerdos. «Joselito» traía luto riguroso por la «señá» Gabriela, su madre, fallecida el año anterior. Mientras vivía, no aceptó jamás contratos fuera de España. Ahora podía quebrantar su propósito. Y esa temporada de 1919 a 1920 vino a Lima. No pudo incluir a Méjico en la gira porque don Venustiano Carranza, su presidente, había prohibido las corridas y los mejicanos se quedaron sin ver al desconcertante lidiador, sin poder cotejarlo con su Gaona sensacional. 

 En el curso de la corta vida de «Joselito» —murió a los pocos días de llegar al cuarto de siglo— «cruzó el charco» una sola- vez, para venir al Perú, donde desde diciembre de 1919 hasta febrero inclusive del 20, no dejó de torear un solo domingo, alternando con «Manolete» padre, Isidoro Martí Flores (que murió en Colombia y no, en el Perú, como registra Cossío), Curro Martin Vázquez (que se llevó un cornalón) y el nacional «Cachucha» (a quien le dio la alternativa, la última de su vida), puede también interesar a los lectores de EL RUEDO que en Lima se encerró, sin más capote cerca de él que el de «Blanquet», con siete toros-, uno de despedida, como regalo, dejando en la Plaza más antigua de América recuerdos perdurables. (Existe una enorme placa de bronce con su efigie y fechas en el frontis.) 

 A quienes más les duele (y conduele oírlos) no haber visto al «Pontífice del Toreo» (como «cardenales», tenía los suyos) es a los mejicanos, que  tampoco vieron a «Guerrita», que sólo actuó en Cuba. 

 Fue la única vez que visitó nuestra ciudad. Pocos meses más tarde, en Talavera de la Reina, encontraba la muerte, tantas veces citada, entre los cuernos de «Bailaor», un burriciego aquerenciado que tomó cinco varas y despachó a cinco caballos antes de sorprender al torero de quien se decía que para que un toro le cogiera tendría que «aventarle los pitones». 

 La charla de Peñalosa renuncia esta vez a su. tradicional humor, al retruécano que preside siempre su agudeza -porque aquí no se puede jugar con las palabras—, para recordar esas tardes de hace cuarenta años en el pozo de Acho. Vivía «Gallito» en una casa de la Inquisición, de donde salía con el atuendo clásico, la chaquetilla, el pantalón ajustado, la camisa rizada, a tomar el té con sus amigos de la Asamblea Nacional. La Asamblea Nacional. — de la que yo era miembro-  dictó la Constitución peruana de 1920 notas de don Augusto C. Peñalosa). El sevillano airoso no era alegre esos días; a sus ropas negras unía un rostro sombrío, acaso por la ausencia definitiva de la «señá» Gabriela o tal vez por el presentimiento, de su propia muerte. Así le describe nuestro amigo en su evocación. Y le ve también almorzando en silencio en el salón «Mi Casa», de la calle de Concha, y en esa tarde en que se despidió encerrándose con siete toros, improvisando una alternativa en el último de ellos con el nacional Alberto Fernández, «Cachucha», mientras las ovaciones convertían la Plaza en un volcán, en la gigantesca letra O de un interminable y estentóreo olé. 

 Sus más puras faenas las hizo con los toros de Celso Vázquez, del cruce de Veragua, los hijos del famoso «Sereno», porque ya desde entonces se afirmaba que con los de la. Rinconada no podía lucirse nadie. Era completo en los tres tercios -banderillero excepcional—, y había aprendido de Belmonte que es preciso «mandar» al  toro, imponerle condiciones, y sabía sobre todo, que no era fácil superar lo que don Juan había hecho la temporada anterior.

¿Rivalidad con Belmonte? Desde luego. En todo caso, prefería no hablar de él. Belmonte era ligeramente mayor; pero 'Joselito' era más antiguo. Puede no tener siempre razón Manrique cuando dice que 'cualquier tiempo pasado fue mejor'; pero en el torear no cabe discutirlo. Conversé no hace mucho en Sevilla con Juan Belmonte, el 'Terremoto', el ídolo sobreviviente de esas épocas, y creo que ninguno de los dos ha sido superado. Ni su toreo revolucionario, el que suprime los terrenos, el que le habla al oído a la muerte, ni el del 'Gallo' clásico, escultórico, alegre, dominador; el de ese mozo de veinticinco años que paseó el daguerrotipo dramático de su traje de luces con caireles negros en la soleada y prestigiosa arena de Amat.


miércoles, 17 de enero de 2024

EVOCACIÓN DE JOSÉ EN 'LOS TIMBALES'

Cabecera de la revista. (bibliotecadigital.jcyl.es)

El número 8 del semanario taurino 'Los Timbales' publicó el 19 de mayo de 1928, coincidiendo con el octavo aniversario de la muerte de José, el siguiente artículo firmado por B. Gómez:

A la memoria del maestro

La fatalidad, el acaso, lo imprevisto, lo inesperado, fuera lo que fuese, la desgracia acaeció con todos sus trágicos caracteres y el firmamento taurino quedó envuelto en la obscuridad más espantosa, efecto del tinte sombrío del dolor extendido por doquier: el ídolo estaba roto, el maestro había muerto.

¡Pobre José! Su nombre glorioso evoca una época única del toreo; a su recuerdo se nos muestra aquella sublime página que él y sólo él, supo y pudo escribir tan viril, tan magistral, tan sublimemente; época que en el correr de los tiempos nadie acertó a mejorar, página que nadie ha podido enmendar más aún, ni copiar.

Hablar de José Gómez 'Gallito', es remontarse a una época de justeza, de preciosidad, de clasicismo en el toreo que parece que sólo en sueños se puedan concebir y sin embargo en sus días eran tangibles realidades; ¡hoy sí que impera la ilusión!

José, maestro inolvidable, los que tuvimos la dicha de verte en alguno de aquellos tus muchos momentos grandiosos de sublime inspiración, no te olvidamos y guardamos tu recuerdo en el relicario de nuestros amores, donde escondemos nuestras ilusiones más caras.

La fiesta, la fiesta brava a la que tú supiste dar tardes de tanta gloria, la que tú revestiste de tanto lujo y esplendor, sangra aún por la herida que tu muerte le infirió. No hay quien se la cierre. El cetro que tú empuñaste con tan perfecto derecho como gentil gallardía, no tiene dueño. No tienes sucesor. 

A la plaza, a veces, vamos impulsados por tu recuerdo; mas al volver la pena nos agobia y es mayor el dolor.

¡Pobre José! Descansa en paz.








domingo, 14 de enero de 2024

JOSELITO, BARRERA Y NIÑO DE LA PALMA EN UN CARTEL IMAGINADO...


'Rejoncillo' firma el siguiente artículo publicado en la revista 'La fiesta brava' el 19 de enero de 1928. El periodista imagina cómo sería en esa temporada la competencia entre Niño de la Palma y Vicente Barrera con José...

¡Si aquél viviera!...

¡GALLITO! La alegría que me produce el nombrarle se ahoga ante el recuerdo de que, como español y entusiasta de la fiesta nacional, haya podido juzgarle como no se merecía.

Hasta su época fue el único que se le pudo llamar rey en el toreo porque los dos Rafaeles de Córdoba, 'Lagartijo' y 'Guerrita', inmortales en el mundo taurino, no llegaron a tener la seguridad que el hijo menor del 'señó' Fernando.

'Bombita' (Ricardo) fue un gran dominador con la muleta; pero nunca tan vistoso y largo como él.

La temporada de 1928 se avecina. Los pasos de José por los tauródromos españoles más presentes los tengo, y si viviera, si aquel toro 'Bailador' , de la ganadería de Ortega, no hubiese sido el causante de la muerte de un torero tan grande como él era, hoy sí que tendría rival...

Veríamos al 'Gallito' maestro, seguro de su muleta, dominar a un manso y también veríamos torear al natural al bravo y pastueño; no guardando la línea, porque la mayoría de las veces el animal no va toreado, sino al natural consciente, el que girando al acabarlo, se queda el toro a un metro de la muleta sin haberla perdido de vista.

Hoy, como más arriba digo, sí tendría rival porque en una misma corrida en la que alternara con el 'Niño de la Palma' y Barrera, el maestro de Gelves se las tendría que ver con dos consumados profesores con el mismo estilo que él y casi le aventajarían en la pelea. ¡Aventajarían digo! Sí. Lo sigo diciendo, porque en colocación y conocimiento para el peligro que pueda correr el compañero ya le supera el de Ronda.

Barrera tiene más calor (sic), mejor dicho: expone más  cuando el público le exige. Vicentico es una cosa excepcional en el arte. Lo mismo con la muleta que con el capote hace conjuntos tan bellos que no es posible haberlos soñado. Esto con el toro dócil; con el manso o con el difícil sabe meterles la pierna contraria y no los deja salida para que puedan escapar. Los reduce a la obediencia, después de haberlos castigado grandemente, para que no ofrezcan dificultad al matarlos.

Lo mismo el de Ronda que el de Valencia entran con alivio a matar. El 'Niño' quiere resucitar la suerte de recibir, y puede que llegue a ejecutarla a la perfección porque es el único que conoce el ganado como se debe conocer y es la base principal para esta suerte.

Barrera aún no ha dado con la muerte de los toros, pero él procurará encontrarla. Conocimiento le sobra para herir a los toros en sitio como lo encontró el hijo del 'señó' Fernando.










 

miércoles, 10 de enero de 2024

JOSELITO EN EL NO-DO

El popular NO-DO introdujo sus cámaras en el Museo Taurino Español Conde de Colombí de la localidad alicantina de Alfàs del Pi.  Los espectadores pudieron admirar en la edición 1859 del 11 de septiembre de 1978 los interiores del edificio en el que se recogían, entre otros muchos, algunos objetos pertenecientes a José Gómez 'Joselito'.

A partir el minuto 4 y 21 segundos aparece un cartel monumental de un mano a mano jerezano con Belmonte, un cuadro con su efigie, una moña y una pañoleta.

El enlace para visualizarlo es el siguiente: NODO: NOT N 1854 . | RTVE Play

domingo, 7 de enero de 2024

EXHIBICIÓN DE UNA PELÍCULA CON LOS GALLO EN PARÍS

 La revista 'Ciné Journal' publicó el siguiente anuncio en su número 281, de 10 de enero de 1914. Los parisinos podrían ver torear, en una película de 850 metros, a los más afamados coletudos españoles entre los que se encontraban Rafael y José. Las actuaciones tuvieron lugar en Valencia, al parecer, durante la Feria de Julio del año anterior.


miércoles, 3 de enero de 2024

¿TOREÓ JOSELITO EN ÁFRICA?


El semanario oranés 'Vida Española' publicó el jueves 16 de septiembre de 1909 el siguiente breve, en el que se da cuenta de una futura actuación de la cuadrilla de Niños Sevillanos en la ciudad africana:

"Los entusiastas y conocidos aficionados, D. Francisco Delpino y D. José Agulló, han tomado en arriendo las Arènes, para los días 26 del actual y 3 del próximo mes. Han contratado para dichos días a la cuadrilla juvenil sevillana que capitanean 'Limeño II' y 'Gallito III', hermano éste del diestro Rafael Gómez 'Gallito'. El ganado que se ha de lidiar pertenecerá a una de las más acreditadas vacadas de la Camargue.

Por las buenas referencias que se tienen de los muchachos que componen tal cuadrilla, creemos será un acontecimiento taurino y se verá muy concurrida la plaza de Gambetta".

Consultados números posteriores, nada dice de la celebración de los proyectados espectáculos y sí, de otros que se dieron en la misma Orán con incipientes torerillos. Por lo que parece, todo quedó en buenas intenciones.