Javier Vellón
En la
entrevista a Rafael publicada por el Heraldo
de Madrid el 26 de mayo de 1917, el diestro hace balance de cuál ha sido su
mejor faena y cuál la peor.
¿Cuál es el toro que ha lidiado mejor?
—El de Aleas que maté en Madrí el 15 de mayo
de 1912, y el de Veragua que maté en la úrtima corría de la Prensa. Er que me
cogió por curpa del aire. Yo eztoy que
la faena mejó fue la que hise al aleas. De eze toro quiero que me haga un busto
Mariano Benyiure.
¿ Y cuáles son los que ha lidiado peor?
—Loz
que tenían mi contraestilo.
¿ Su
contraestilo? Explíquese.
- Ez mu fásil. A los toreros lez tocan bichos
que son a propósito pa que luscan su estilo de toreá y bichos que no son a propósito. ¿Ze presta el toro a que el
matador luzca su estilo? Poz, aunque sea un marrajo el matador lo dominará. ¿No ze prezta? Poz,
aunque zea bravízimo, el mataor perderá los papeles y dará er mitin.
¿Y de esos de su contraestilo le han tocado
muchos animales?
—i Ca!
Con media dosena que me hubieran tocao, zería ahora canónigo mejó que torero.
De un contraestilo arzoluto, he tropezao con do: uno de Miura y otro de Tovar,
prosedente de Arribas. Er de Miura un cárdeno de 400 kilos con dos garrochas en
er testú, me lo sortaron el año 10 en las fiestas der Pila. Zalió, ze dio un
paseíto por el redondé, pa convensernos de que podía con tos nozotros juntos,
vorteó a Galea, que lo quizo poné en zuerte, y ahí quedó de amo.
Los quitez, huyendo; las banderiyas, huyendo;
los capotazos, a r galope... y, tararí a mata. Y me ze ocurrió darle un ayudao,
a ve zi ío poanía zuave, y, máz pronto que la luz me empaló y me tiró ar zanto
zuelo, con cuya advertencia me puze a jugá al ezcondé, porque yo no zoy tonto.
Y a los tre minutos, Blanquito que mete er capote y zube por el aire como zi lo
hubiezen dizparao con una honda... i Qué hubiera zido de mí zi no descuerdo ar
toro, como lo descordé al primer pinchaso!
Y el de Tovar, ¿se portó lo mismo que el de
Miura?
-¡Peó! ¡Si er de Tova fué un mostruo. Un
fenómeno de lo que no ze ve, ni permita Dio que ze vea!... Pué uzté ezcribí con
letraz como zandías que er «Gayo» no ha roído un güezo maz disformízimo. Poz
zalió... En Irún. Castaño, grande, gordo, con dos pitones... Unos lansesiyos, y
tardeando, pero con la fuersa de una máquina der tren, tomó cuatro varas. Y a
bandieriyeá... la arena, porque er castaño dijo que a er no lo banderiyeaban ni
entre er Gran Capitán y er Zi Campeado, y luego a jugarme yo la vida. Que le
pregunten ar «Cuco», que hiso títeres entre aqueyos cuernos, y que las dos
cuadriyas hablen. No lo pazé ni una vez: lo abanicaba con el braso muy
estendío, mientras los peones, en guerriya y mu descompuestos, lo aguantaban, y
no tenía ánimo ni pa mandá... Y vengan aflirsiones y vayan espantos, con el
corasón como un higo y más empapao en sudó que una torrija con miel, hasta que
llegó er momento de arrea candela. Pero i quién le arreaba candela a aquer ladronsísimo, que, a coses, no me dejaba ni
ponerme atrás?... Y desesperao, en un zegundo en que se descuidó le entré a la
media güerta, como un automóvil pa atizarle u n mandaíllo y ezcurrixme; puro
él, más ligero que un siclón, me largó un machetaso en las costiyas y me quitó las medayas de un
derrote y no me hiso pasá a la Historial porgue, como al de Miura, tuve la suerte
de descordarlo. ¡Di un zuspiro, me cago en la ma!