Cuenta B. en 'La Correspondencia de España' del 21 de abril de 1.908 la siguiente anécdota:
El Gordito |
Pues, señor…
Cuentan los
aficionados viejos que cierta vez Gordito y Gallito -no
los actuales, naturalmente, sino sus señores padres-
fueron contratados para torear en Cádiz seis toros, de los que todos
se hacían lenguas por lo grandes.
Efectivamente, salió el primero, y aquello era una catedral con cuernos.
Fernando Gómez fuese inmediatamente hacia él, y tirándole un capotazo se lo llevó hasta la barrera, la cual saltó el torero, si bien cayendo de lado en el callejón.
Inmediatamente se puso en pie; pero viose que cojeaba algo.
Apenas vio el Gordito el accidente ocurrido a su compañero, corrió hacia éste como una centella, mientras le gritaba:
-¡Fernando de mi vida, a mí no, a mí no! ¡Por la salud de tus hijos, ventajillas no!
El Gordo había comprendido que aquel ligero incidente del Gallito iba a obligarle a él a matar solito los seis bueyancones.
Al Gallo se le pasó la cojera, y la corrida terminó felizmente.
¿Que por qué recuerdo esto?
¡Qué sé yo!…
Un capricho...