El
crítico taurino barcelonés Antonio Santainés publicó en el ABC (20/08/2007) un
artículo sobre Rafael Mejías Jiménez (Bienvenida VI), en el que incluyó el
relato de su trágico final, gracias al testimonio de José Sánchez, sobrino de
Sánchez Mejías. El testigo privilegiado del suceso fue el sobrino de José y
Rafael, José Ignacio Sánchez, hijo de Sánchez Mejías y de Lola Gómez, la
hermana de los Gallo.
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Rafaelito Bienvenida |
Hace
años me relató el suceso José Sánchez Elena, sobrino de Ignacio Sánchez Mejías:
«El autor del asesinato se llamaba Antonio Fernández y era en la casa como
administrador y además le daba clases a Rafaelito Bienvenida.
Vivían
entonces los Bienvenida en la finca La Gloria. Rafael se presentó un día en La
Gloria y dijo que no quería volver a Sevilla. Todo el invierno estuvo recluido
en el campo. Le tenía miedo venir a Sevilla. Llegó marzo y vinieron Manolo y
Rafael a comer a nuestra casa, a la casa de Ignacio Sánchez Mejías que teníamos
en la calle Génova, que después fue José Antonio y ahora Avenida de la
Constitución. Allí estuvimos Manolo, Rafael, mi primo José Ignacio Sánchez
Mejías, mi prima, mi tía y yo.
Nosotros
acompañamos a la estación a Manolo Bienvenida que marchaba a Valencia a torear
en Fallas. Mi primo José Ignacio y Rafael se fueron a casa. Fue mi primo el que
llamó a Antonio Fernández para que viniera a tomar café.
Un fatídico final
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Antonio Santainés con Ángel Luis Bienvenida |
Mi
primo estaba sentado en la habitación que compartíamos mi tío Ignacio Sánchez
Mejías, mi primo José Ignacio y yo. Era una salita en plan moro. Rafaelito se
sentó en mi cama. Leía una revista que yo coleccionaba. La revista Campeón que
hacía ABC. Llegó ese señor y mi primo le dijo: «Un momento. Ahora llamo a una
muchacha para que traiga café.» Se supone que en ese intervalo, Antonio
Fernández le insistió a Rafael en que se quedase a vivir en Sevilla, que si no
le iba a hacer algo malo. Cuando llegó mi primo los dos estaban callados.
Antonio seguía paseando por la habitación y Rafael leyendo. Mi primo sentado en
el brazo del sillón de espaldas, seguía hablando con una novia. Al rato mi
primo oyó un disparo. Se volvió creyendo que era una broma, una detonadora,
cuando vio a Rafaelito que caía doblado con un tiro en el corazón. Sobresaltado
mi primo tiró el teléfono. Antonio le puso la pistola en el pecho diciéndole:
«Tu vete, que si no te mato.» Y mientras bajaba las escaleras oyó dos disparos.
Uno que le dio ese hombre a Rafaelito en la cabeza y otro que se pegó él
también en la sien, suicidándose.
Cuando
subí Rafael Bienvenida estaba en el suelo. Había tropezado con una mesa y había
caído un cuadro de José Gómez Gallito que teníamos en la mesa. ¿Qué razones
tuvo aquél hombre? Todo el mundo supuso que ese hombre tenía poco más que
amistad con Rafael. Rafael era pequeño y se dejaba sobrellevar por él, que no
fuera a ningún lado. Cuando Rafael ya fue un poco mayor quiso deshacerse de los
cariños o de la amistad fuerte de ese hombre y decidió irsea la finca. Ese día
vino y ese día pasó la desgracia.»