En esta tercera entrega del paso de los Gallo por la Feria de Julio de 1913 recogemos la crónica aparecida en 'La Correspondencia de Valencia' y firmada por Onarres el lunes 28 del festejo verificado la víspera.
EL GANADO
Las
18.000 almas que llenaban la plaza ayer tarde, salieron de ella censurando con
dureza que, después de los precios exhorbitantes que pagan por las entradas, de
la prima abusiva que a los billetes señalaron muchos revendedores, y de las
molestias que originan estos llenos rebosantes, se les larga una chotada como
la que ayer envió el marqués de Guadalest.
Verdaderamente
que es abusivo que se venga un ganadero a una Feria como la de Valencia, con
ocho novilllitos, más o menos adelantados, para que los pasaporten toreros de
la categoría de Machaco y los hermanos Gallo, que perciben 5 y 6.000 del ala.
Así
no debe ser, aristocrático ganadero. A las primeras figuras no se les debe
contentar con bichos chicos, sino con reses grandes, pero bravas, dejando las
novilladas para los jóvenes que empiezan o para los esheredados de la fortuna
que tiene que colocarse.
Los
animalitos ostentaban defensas desiguales, pues hubo apretados de pitones y
abiertos, unos altos de agujas, y otros con ellas caídas y con las defensas
desarrollada,s y otros más cortas.
Ninguno
de los ocho podía ni con el rabo, como lo demuestra que dieran ocho caídas y
mataran seis caballos al recibir 35 varas.
En
la sangre también hubo desigualdad: limitáronse a cumplir los tres primeros y
el séptimo, fue bravo el octavo, semimansos cuarto y quinto y mansísimo en toda
la extensión de la palabra el sexto, que huyendo recibió tres puyazos, no
mirando siquiera a los jacos de los piqueros cuando en su huída estos le
pincharon.
Lo
que parece increíble y no tiene calificativo es la pasividad de la presidencia
desoyendo la petición imponente de 18.000 personas que justamente entendían que
el animal debía ser fogueado.
Lo
propondría para una recompensa al edil que comete la ‘heroicidad’ de imponer su
criterio a 18.000 espectadores. ¡Cualquier cosa vale un hombre así!
De
los novillitos pasaron manejables a la muerte tercero, cuarto, séptimo y
octavo; humillando el quinto, quedados primero y segundo y manso de carreta el
sexto.
El
marqués de Guadalest ha dejado en Valencia por los suelos el birillante pabellón
que poseía.
MACHAQUITO
Este
valiente espada tampoco ejecutó ayer nada de particular. Saludó a sus
adversarios con verónicas, sin que le vieramos con los pies quietos; en quites
no realizó más que vulgaridades, excepción de uno que hizo en el quinto, terminándolo
con una larga cambiada que fue superior.
A
su primer lo toreó movido, con la ayuda de los peones, sin que viésemos nada
notable. Pudo torearlo bien porque el animal carecía de perversas ideas, pero
no cameló peinar el lomo de la res.
En
el quinto empezó su faena bien y la terminó mal. En los primeros pases estuvo
cerca y aguantando, dando algunos pases de pitón a rabo superiores, pero
enseguida vino la nerviosidad y con el ella el movimiento y la pesadez en la
faena.
El
bicho humillaba mucho, y Machaco, en vez de torearlo por alto, le intercaló
varios pases por bajo, haciendo que el defecto se pronunciara.
No
es lo malo que al espada no se le ocurriera esto, sino que todos los peones
dieron banderazos por bajo, toreándolo a dos manos. A última hora, y cuando ya
no había remedio, se le ocurrió a Cantimplas levantarle la cabeza.
Así
es que de la deficiencia de la faena debe culparse solo al espada, pues el
animalito bien le tomó la bayeta al empezar.
Estoqueando
estuvo valiente en el primero, pero luego se puso pesada la cosa, por
obstinarse en descabellar a un bicho que se tapaba demasiado. En el quinto hubo
alargamiento de brazo.
Con
las banderillas, aceptable.
GALLO
Durante
toda la corrida nos demostró este diestro grandes deseos de complacer a la
afición, y como cuando quiere, lo hace, el hombre derrochó arte y eleganci en
cuanto quites ejecutó, en la larga cambiada con que saludó al séptimo y en las
dos veces que corrió abanicando al bicho hasta los medios, donde se adornó,
tocando un pit´n una vez y poniendo la montera sobre la testuz, en otra.
Veroniqueó
excelentemente al segundo y se movió en el manso que le tocó en sexto lugar.
A
su primero lo muleteó con gran lucimiento, buscando efectos. Dio cinco pases,
llevándose la muleta por la espalda y esto originó que faltase en los pies la
quietud debida, el reposo que exige el arte.
El
Gallo tiene un dominio del toreo de muleta poco común y es mucho más bonito que
lo desarrolle con la majestuosidad que sabe imprimir a sus faenas, desechando
todo eso de pases por la espalda que ningún mérito encierran y que solo sirven
para mistificar el arte del toreo.
Donde
llega el pase natural, el de pecho y el redondo bien instrumentado, no llega
nada. Ejecúltelo que, como pocos, sabe ejecutarlo, y denos con frecuencia
algunos parecidos a los cuatro monumentalísimos pases naturales que dio
consecutivamente a uno de los bichos que se lidiaron en el coso sevillano
durante la pasada feria de abril.
En
el mansísimo sexto no es posible exigirle filigranas. Se limitó a torearlo de
pitón a pitón.
Con
el acero, en el segundo atacó, desviándose de la recta la primera vez que entró
a matar, metiéndose luego decidido y como siempre quisiéramos verlo. En el
sexto cuarteó, tirando a asegurar.
GALLITO
Continúa
siendo depositario de las simpatías de la mayoría de los aficinados
valencianos.
Como
su hermano, se mostró este diestro con el capote activo, valiente y muy torero,
no cesando de escuchar ovaciones merecidas, pues hizo quites de visualidad y
alegría, que animaron grandemente a la concurrencia.
En
las verónicas con que saludó al tercero, paró bien, jugó los brazos mejor y se
lució con arte y conocimiento de causa.
En
las que dio al séptimo le vimos movido, y solo llegó a conmovernos una navrra
reposadísima, girando despacio sobre los talones: clase extra.
Con
la mueta, en el tercero no expuso nada, debiendo solo anotarse en su favor un
excelentísimo pase de molinete: en lo demás estuvo movido y con escaso
lucimiento.
La
faena que desarrolló en el séptimo fue enorme, colosal, inconmensurable y póngale
el lector cuantos adjetivos quiera que todos serán pálidos ante la realidad, si
la juzgamos realizada pro el diestro para mostrar el absoluto dominio que tiene
de la lidia de reses bravas. No es posible más tranquilidad, ni más conciencia,
ni más valentía que la que derrochó Gallito hincándose de rodillas largo rato
ante la cara de su enemigo, escupiendo a este y golpeando con el pie en el
hocico no una, ni dos, sino tres y cuatro veces.
Con
ello nos demostró JOselito que es valiente, que saca partido de todo, cuando
quiere, y que pesa su figura mucho en una plaza, porque dentro de él abundan
todas las excelencias del toreo.
Como
nos consta esto, nosotros exigimos a Gallito que nos desarrolle otra de esas
excelencias, que no es precisamente la que desarrolló ayer tarde.
Hemos
visto a este espada una, otra y otra tarde ejecutar faenas estupendas,
seriamente, con derroche de arte puro y sin martingalas ni mistificaciones, y…
eso es lo que quermos de él: que toree con los pies quietos, mandando con los
brazos, jugando la muñeca y peinando el lomo de la res. Esto es serio, esto es
verdad, esto es arte.
Joselito
debe ejecutarlo, en la seguridad de que así enloquecerá a los buenoa
aficionados.
Yo
me explico las temeridades que vimos ayer a Joselito, en el desgraciado espada
que sin esos alardes no puede agradar, pero no en un diestro de las condiciones
del que nos ocupamos, para quien no tien secreto el arte del toreo.
Con
el acero, en el tercero estuvo valiente, y en el séptimo arrancó como una
exhalación y alargó el brazo.
Banderilleando,
muy bien.
LIMEÑO
Este
joven doctor debe apretarse mucho, si quiere que le sirva para algo la
alternativa.
Solo
toreó de capa al octavo, y no le vimos más que buenos deseos, así como en
quites, de los que ejecutó algunos muy buenos.
Con
la muleta desarrolló dos faenas movidísimas, sin aguantar nada y ayudándole los
peones, consiguiendo hacerlas pesadas por no arrimarse. De haber hecho esto, ni
hubiese sido achuchado las veces que lo fue, y las faenas hubieran resultado,
porque los bichos llegaron a sus manos, nobles y manejables.
Con
el acero quedó bien en el cuarto y mal en el sexto.
Banderillando,
bien.
En
estas dos corridas no ha estado mal del todo, pero ha podido estrecharse con
sus enemigos y haber conseguido éxito ruidoso.
Ha
desaprovechado la ocasión y difícilmente se le presentará otra tan buena.
De
los picadores sobresalieron Salsoso, Catalino, Lagartijo y Aceitro. Bregando Cantimplas,
Finito y Blanquet, y con las banderillas el primero, Almendro y Sordo.