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Foto de Carlos de Rozas que acompaña el texto. |
El rotativo vespertino barcelonés El Liberal publicó en portada el jueves 10 de junio de 1.926 una extensa entrevista con Rafael El Gallo realizada la tarde anterior en un hotel de Las Ramblas por E. G. Sansegundo. El aficionado Manuel J. Pons nos ha hecho llegar un recorte de la misma que, por su extensión, hemos dividido en dos entradas.
Rafael toreó la tarde referida en La Monumental astados de Andrés Sánchez abriendo cartel a la terna completada por Sánchez Mejías y Valencia II.
"Mucho ha dado que hablar y mucho se ha hablado siempre de este Rafael Gómez Ortega ‘Gallito’ antes, ‘Gallo’ hoy y ‘Gallo el único’ para lo venidero, pero así y todo, ni se ha dicho ni se dirá en mucho tiempo todo lo que de él puede decirse.
Hace muchos años que le conocemos y todos esos, el ‘Gallo, es figura: figura en el toreo, figura en la calle, figura por su arte, figura por su vida. Las ‘cosas del Gallo’ se comentaban ayer, se comentan hoy y se comentarán mañana, y esas ‘cosas’ sostienen hoy al torero, lo mismo cuando se mete entre los cuernos del toro que cuando, despavorido, se tira de cabeza al callejón, y sostendrán mañana su recuerdo.
Rafael, en la dinastía de los ‘Gallo’, por sus cosas, no es un ‘Gallo’ más, es ‘Gallo el único.
No habíamos vista al ‘Gallo’ desde que regresó de América. Sabíamos sus poco felices andanzas por allá y esto, unido a su cogida de Cáceres, nos hacía suponer que Rafael se nos iba a presentar quebrantado y caído. Nada de eso; el Gallo está como cuando se fue; la misma nerviosidad, la misma facilidad de movimientos y, juraríamos, que hasta los mismos pelos en su calva popular.
Los años, después de disparar el magnesio Carlitos Rozas, fueron el principio de la conversación:
- ¿Para qué ocultarlos -nos dice Rafael- si se ha dicho muchas veces el día en que nací? Voy a cumplir cuarenta y cuatro años y muy pronto; la víspera de la Virgen del Carmen. Nací en Madrid el día 16 de Julio de 1.882. Mucha gente cree que soy sevillano, pero soy madrileño, si bien es verdad que yo me considero de Sevilla porque allí me he criado.
- ¿…?
- Como torear, yo creo que he toreado toda mi vida. Mi padre tenía una placita en una huerta de Gelves y allí empecé yo haciendo lo que mi padre, Fernando Gómez García -un buen torero dice Rafael- me mandaba. De chaval yo toreaba muy bien de salón pero en público no toreé hasta abril de 1.897, en Valencia. Luego, ya en serio, actué de espada en la cuadrilla sevillana, que capitaneábamos ‘Algabeño chico’ y yo. Competimos con la cordobesa que mandaban ‘Machaquito’ y ‘Lagartijo’.
Después de esto, ya solo, estuve actuando de matador de novillos hasta final de temporada de 1.902 y en este año en septiembre, Emilio Torres ‘Bombita’ me dio la alternativa en Sevilla.
- ¿…?
- En general y por entonces, de matador de toros muy poca suerte, y esto hizo que no pudiera confirmar la alternativa en Madrid hasta el 20 de marzo de 1.904.
- ¿…?
Tampoco hubo suerte. Mi primer toro en la Corte fue un buen mozo, de Veragua, que se llamaba ‘Barbero’ y hubo palmas y pitos. En Madrid -sigue diciendo Rafael- no conseguí dar una tarde de toros hasta 1.907, que estuvo a modo con un toro de Carvajal y hasta entonces no empecé a sumar corridas.
- ¿…?
- ¿Mi mayor éxito? Matando un toro de Aleas el 15 de mayo de 1.912 en Madrid. La tarde anterior me habían dado una oreja con un toro de Bañuelos, pero con el de Aleas, para mi gusto, estuvo aún mejor. Creo que es lo mejor que he hecho. Estaba ‘inspirado’ -dice sonriendo Rafael.
- ¿El día más desgraciado? De estos muchos -dice el torero gitano-.
- ¿…?
- Percances sí, varios. Y algunos muy serios: una cornada en la ingle, en Sevilla; otra en la boca, en México y, sobre todo, la cornada que medio en el pecho un t oro de Moreno Santamaría en Algeciras, en junio de 1.914. Por esta cogida estuve cuarenta días sin torear y perdí quince corridas. Eso de que los toros a mí no me tropiezan -añade, pintoresco, Rafael,- tiene mucha gracia. Se ha llegado a decir que a mi madre la contaban un día que me había echado mano un toro y que preguntó segura de que no podían cogerme en el redondel, que si el toro había ido a la fonda y me había pillado en la cama. ¿Tiene esto gracia? Los toros me tropiezan como a todos los que andan entre ellos y unos tienen desgracia y otros, como yo, no son desgraciados en eso.
- ¿…?
- Muy difícil eso de precisar ahora. Puede que haya toreado, desde que empecé, novecientas o mil corridas y haya estoqueado dos mil toros.
- ¿…?
- Retirarme -dice rápido el gitano- ni en broma mientras tenga brazos y piernas. Es decir -se corrige- si tan mal me viera o me abandonaran las facultades, me iría, pero mientras, no.
- ¿…?
- Todas, todas las suertes me gustan. El tercio de quites, las banderillas, la faena de muleta, la suerte de matar… En todo hago lo que sé y cuando en el momento se me ocurre."