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miércoles, 6 de marzo de 2024

BUENA TARDE DE RAFAEL EN VALENCIA

El domingo 13 de junio de 1926 se celebró en Valencia una corrida en la que Rafael El Gallo compartió cartel con Ignacio Sánchez Mejías y Braulio Lausín 'Gitanillo', en la lidia de seis toros de Veragua. Aguaíyo relata lo sucedido en 'Diario de Valencia' de martes siguiente:

Cabecera del periódico. (Fuente: prensahistorica.mcu.es)

EL GALLO CANTA


Rafael el Gallo defraudó la esperanza de cerca de 20.000 espectadores el domingo último.

Se llenaron por completo las localidades y tendidos del circo, y se llenaron, más que nada, por ver hacer al Gallo piruetas, 'espantás' y degüello de reses.

Pero se equivocaron los que con tan 'piadoso' fin fueron al circo de la calle de Játiva, pagando las localidades a alto precio; se equivocaron, porque el Gallo "no hizo reír"; el Gallo canta todavía, y canta el ki-ki-ri-kí con muchos más bríos que antes de marchar a América.

Rafael, con sus cuarenta y siete años, su escasa salud y sus muchas vicisitudes, puede con los toros todavía; y no sólo logra que le ovacionen cuando torea, sino que corta orejas, como el domingo.

Era el primero de Veragua lo que se llama un señor toro, con trapío, pitones y arrobas; y Gallo lo saludó con tres verónicas, una navarra y un recorte, que pusieron en pie a la concurrencia. Siguió artístico y adornado en quites, y cuando llegó la hora de matar, después de un discurso más largo que su calva, abrió cátedra de torear, muleteando cerca, erguido, quieto, con pases de todas las marcas, incluso la suya de cambiarse la muleta de mano por la espalda. Más que nada se le vio en aquella faena verdadero conocimiento de los toros y del arte de torearlos, porque sacó de aquel bravo y nobilísimo animal todo el partido que sacarse podía. Después, entrando habilidosísimo, mató de media estocada 'lagartijera' y hubo las palmas consiguientes, salida a los medios y vuelta al redondel.

En el cuarto de la tarde, que no era tan noble, ni tan suave, ni tan bravo, sino huido desde que pisó la arena, el "gitano de la Alamea", después de brindar a los de los tendidos de sol, izo con la muleta una faena efectista, parando unas veces de modo asombroso y rectificando otras, pero cerca y pinturero, aunque rara vez el bicho pasó. Vino luego una 'espantá' nueva, sin tomar el olivo; mas repuesto pronto, compuso la cabeza del veragüeño y lo hizo rodar a sus pies de media delantera en lo alto, tan habilidosa como suya. Entonces se desbordó el entusiasmo de la concurrencia y hubo concesión de oreja, vuelta al anillo y ovacionaza. Resumiendo: que el Gallo dio un mentís el domingo a cuantos fueron a la plaza para divertirse a su costa. Rafael el Gallo canta todavía a pleno pulmón. ¡Ki-ki-ri-kí!

Fue el cuñado de Rafael, Ignacio Sánchez Mejías, otro de los encargados de despachar los seis veraguas, y, como siempre, derrochó voluntad por complacer al público, que no salió disgustado de sus faenas.

Por eso yo, que no comulgo con las muchedumbres ni estoy dispuesto a luchar con ellas, acato su fallo, aunque, en calidad de aficionado puro, no me satisfaga nunca la actuación del señor Ignacio.

Y no me satisface porque el toreo es arte, y por lo tanto ,debe practicarse como tal, no como ciencia.

Eso de mediar con compás y escuadra los terrenos, con ayuda de 'portamiras' y descomposición de la línea gallarda del lidiador para clavar un par de rehiletes, lo creo de gusto deplorable.

Eso de los pases en el estribo, para el que sabe algo de matemáticas y de Física, como él, no tiene mérito, porque está en el secreto de que la masa toro ha de tomar su terreno, que es la cuerda del arco, y no la circunferencia; luego hay truco.

En resumidas cuentas, que el señor Ignacio me parece hombre de extraordinario valor con los toros, pero no un artista del toreo.

Sin embargo, al público le gustan sus cosas, y yo respeto esos gustos, diciendo lo que ese hombre realiza cuando torea, pero no dedicándole una palma nunca, no puedo, ante todo y sobre todo soy aficionado.

Veroniqueó Mejías al segundo de la tarde cerca y voluntarioso, pero sin lucirse. Tomó las banderillas después, y en la suerte natural clavó dos pares de frente, buenos. Haciendo alarde de facultades, al hilo de tablas, colocó seguidamente otro par, saliendo por las afueras. Y para terminar clavó un cuarto par por dentro, sin mérito alguno, porque el bicho estaba muy distanciado de los tableros.

Su labor de muleta en ese toro fue por la cara y con la derecha, intercalando en ella pases en el estribo, rodillazos y demás suertes de mejor o peor gusto. Alargando el brazo y sin pasar dejó un pinchazo escupido; después otro, mejor ejecutado, pero saliendo por la cara también. Encogiendo el brazo pinchó una vez más, y con un estoconazo delantero, cuarteando a la salida, terminó. Sonaron palmitas. 

En el quinto de la tarde tuvimos que padecer de nuevo los pares de la 'mariposa'. El público le decía que no los pusiera de esa clase; pero él prometió poner uno, y clavó tres, para demostrar, sin duda, la muchas maneras que sabe de parear con mal estilo.

Fue el primero de los tres pares pasado y con el toro bastante abierto; el segundo, a la puerta de los chiqueros, dándole así mucha ventaja al toro y sin el truco del capotito entre barreras para favorecer la retirada, y el tercero, después de muchas voces de mando para que le colocaran al bicho y de infinitas medidas, porque en ocasiones se puso casi a gatas, colándose entre el toro y la barrera de perfil, porque no había sitio para más.

¿Por qué ese hombre no hará lo que Márquez cuando practica esa suerte: marcas con el pie la salida al bicho y clavar luego con auxilio del quiebro de cintura? ¡Cuánto más artística, gallarda y fácil resulta así esa suerte!

En el último tercio ya no podía el bicho con el rabo porque había recargado en varas y recibido una de gran castigo de Molina.

Mejías muleteó entablerado, por altos, con la derecha cerca. Pinchó echándose fuera, y con media en lo alto, cuarteando al salir, tiró al bicho patas arriba.


La presidencia le concedió oreja y rabo, y el señor Ignacio dio vuelta al anillo con las preseas que le habían dado. 

Se le aplaudió un quite tirando el capote por encima del caballo del picador, que había caído al descubierto. Es una nueva manera de 'quitar' en la que no pensó Francisco Montes al redactar su tauromaquia.

Gitanillo, el tercero de los espadas, pasó inadvertido hasta que le tocó su primer toro, hasta el punto de que algunos preguntaban:¿Quién es ese torero?

Como si hubiera oído la pregunta el espada, cuando le tocó actuar a él quiso demostrar al público su valentía, en competencia con el señor Ignacio, y "muleteó de rodillas" muchas veces, no por rodillazos, para terminar dando la espalda al toro, y hasta se acostó en la cara de la fiera, como hizo aquí Fabrilo en tarde memorable. Sufrió un desarme y un pitonazo en el vientre, antes de realizar esos alardes de valentía. Arreó media delantera, entrando recto; y con otra media contraria, saliendo trompicado y enganchado por la faja, terminó.

Total: que en este toro estuvo Gitanillo más valiente que Mejías, porque hizo más atrocidades que éste, sin saber matemáticas. 

En el último de la tarde también estuvo valiente y cerca, pero soso, como había llegado el bicho a la muerte. Pinchó tres veces y acabó con el descabello.

El ganado de Veragua, bien presentado y poderoso, aunque respecto a bravura dejó bastante que desear, excepción hecha del primero, tercero y quinto.

Se distinguieron con la vara larga larga Avia y Molina, que defienden su pan, haciendo lo posible para que no se bastardee ni se suprima la gallarda suerte.

El Gallo, después de sus hazañas, se pasó la tarde dando vueltas al redondel, hinchado de gozo, recibiendo las felicitaciones de los entusiastas.

El 'fenómeno' Don Pío, si hubiera tenido la suerte de asistir a esta corrida, hubiese entonado a todo pulmón el ¡Ey, Carballeira!, como Rafael matizó el ¡¡Ki-ki-ri-kí!!

El peso de la canal de los toros

Primero, 307 kilogramos; segundo, 332; tercero, 292; cuarto, 208; quinto, 272 y sexto, 310. Total: 1.808 kilogramos.

























miércoles, 2 de diciembre de 2020

UNA DEL SEÑOR FERNANDO EN EL MADRID DE 1.895

El señor Fernando quedó bien.
El 2 de mayo de 1.895 se anunció en Madrid la tercera corrida de abono con astados de Veragua para El Gallo, Mazzantini y Bombita. Llovió, el piso de la plaza no estaba en buen estado y Mazzantini arrastraba una erisipela, hechos que decidieron a la empresa a posponer el espectáculo hasta el domingo 5.

Al día siguiente la revista 'La Lidia' publicó una reseña firmada por Don Cándido de entre la que entresacamos los siguientes párrafos dedicados a juzgar la labor del señor Fernando:

"Rompió plaza Miranda, como todos los demás de su excelencia ultramarina; negro bragado, fino, terciado, de buenas carnes y cortito de armas. Con voluntad primero, y tardeando luego, se arrimó dos veces a Cantares, otras dos a Pimienta y una al Albañil, cayendo una vez por barba, y el último con tan mala fortuna, que hubo de retirársele, según parece, con un puntazo en la pierna y dos costillas rotas. Lo lamentamos muy de veras. El bicho se quedó algo en el tercio segundo, que llevaron Blanquito con un par de sobaquillo, desigual y otro bueno al cuarteo, y Taravilla con otro desigual cuarteando, y otro aprovechando. Y también quedadito pasó a manos del Gallo, que lucía terno morado con oro, el que entre seis pases naturales, tres con la derecha y uno de telón, sufrió dos desarmes, clavó una estocada a volapié, perpendicular y atravesada, y terminó con un descabello. Durante la brega, cayó Blanquito en la cara del toro, sin consecuencias. (…)


4º Cordelero; jabonero, claro, fino, grande, cornalón y bizco del izquierdo. Duro, seco y de empuje, toma siete varas de Pimienta, Inglés, Chato y Cantares, propinando seis porrazos y matando dos caballos. Tomás Recatero y Taravilla lo banderillean sin dificultad con medio al cuarteo, malo, y uno de frente bueno, y medio al cuarteo malo, y otro entero lo mismo, regular, respectivamente; pasando en buenas condiciones al último tercio, en el que el Gallo le tomó con tres naturales, uno con la derecha, dos de pecho y uno en redondo, para un pinchazo bien señalado en hueso; uno natural y otro en redondo, para una estocada a volapié algo contraria, y un descabello al sexto golpe.

(…)

- El Gallo, que tiene en los buenos aficionados la consideración que se debe a los toreros viejos, debió quedar ayer bien satisfecho da la acogida que le hizo la Plaza de Madrid, la más discreta y la más justa de todas las de España. ¿No es verdad, Fernando? En el primer toro, el antiguo diestro toreó con alguna precaución injustificada y con debilidad de brazos, sin que la brega excediese de una acostumbra medianía. Tampoco entró a herir con mucha decisión, pero tuvo la suerte de que el toro ayudase, tragándose bien la estocada. En el cuarto, recordó toreando la antigua escuela, con algunos pases superiores y elegantísimos, particularmente los de pecho, y adornándose en toda la brega. Hiriendo en este toro, muy aceptable, aunque le deslució algo los últimos y repetidos intentos de descabello. En el resto de la lidia, no merece más que elogios por sus largas clásicas, el famoso quiebro de rodillas, tan preciso y ceñido, que el toro se llevó el capote en los cuernos, y en el oportunísimo y monumental quite al Bombita, que cayó casi en los cuernos del tercer toro, evitándole el Gallo una cornada segura. Oyó el diestro continuados y justísimos aplausos, y ahí van también los nuestros". 

domingo, 1 de noviembre de 2020

RAFAEL, A HOMBROS EN MADRID

 La tarde del 30 de junio de 1912 Rafael se acarteló en Madrid con Pastor y Regaterín para despachar un encierro del Duque de Veragua que no alcanzó la gloria. La entrada fue floja pero el mayor de los Gallo cumplió con creces las expectativas creadas, a juicio de la crónica que Don Pepe firma en 'Arte Taurino':

"Hoy por hoy, en el Teatro, en la Prensa, en la Política y en el Toreo, los amos de Madrid y de España son Sainati, el Duende de la Colegiata, Romanones y El Gallo.

¡Y vive Dios que, para lo que es este chico, el día 30, tuvo una tarde completísima! En su primero, el fogueado, con solo cuatro pases, se apoderó del tostón, probando su gran maestría con los bueyes. Un pinchazo y una perpendicular, ambos pescueceros, bastaron para que Rafael viese doblar al del Duque.

Cabecera de 'Arte Taurino'.


En el cuarto, en aquel todo cuyo arrastre se aplaudió por su bravura y nobleza, se pone a torear Gallito por verónicas, y después de bailar y encorvarse en la mayoría, salió huyendo para la barrera. ¿Y este es el rey de los toreros, a quien un toro noble, del duque, TOREANDO DE CAPA, le hace huir? En los quites a este toro, estuvo como Vicente y Regaterín, fenomenal de bien. Gallito cogió las banderillas, y cambiando los terrenos infinidad de veces, mete un par superior. (Ovación). Con los trastos de matar en la mano, hizo una faena muy elegante y efectista, pero toda con la mano derecha, menos un natural muy bailado, y haciendo cambios de mano y zarandajas por el estilo, cuando han pasado los cuernos. Todo eso es muy bonito, pero no para armar una revolución, como la del 69, caballeros. El matador metió un gran pinchazo, y una pescuecera y tendenciosa, yéndose. (Gran ovación). Al final de la corrida, salió Gallito en hombros de sus admiradores". 


domingo, 30 de diciembre de 2018

UNA POESÍA DE LA CORRIDA DE LA PRENSA DE 1916

Así mató Rafael a su primero. (Foto: Toros y Toreros)
El 3 de julio de 1916 se celebra en Madrid la tradicional Corrida de la Prensa. Como en años anteriores la comisión contrata toros de dos ganaderías -Duque de Veragua y Eduardo Miura- y anuncia cuatro diestros: Rafael y José Gómez Ortega, Rodolfo Gaona y Juan Belmonte. 

La tarde se la lleva, por número de trofeos, Rafael, que pasea una oreja del primero. José anda lucido con su lote, Rodolfo desdibujado y Juan, desigual. Al día siguiente la revista 'El Toreo' da buena cuenta de cuanto sucedió y describe con esta poesía los prolegómenos del evento.






LA EXTRAORDINARIA

¡Gran corrida extraordinaria
a las cuatro de la tarde;
eso dicen los carteles
de colores nacionales:
matan los Gallos, Gaona
y Belmonte ¡casi nadie!
Todo es júbilo la Villa
famosa del Manzanares;
¡qué movimiento! ¡qué bulla!
¡qué animación en las calles!
¡cuántas mujeres hermosas!
¡cuántos lujosos carruajes!
¿Quién deja de ir a los toros,
si hay entusiasmo tan grande
por Gaona, por Belmonte
y los Gallos... ¡los cuatro ases
de la baraja taurina!;
por los cuatro chicos grandes
que con el traje de luces
hacen lo que no hace nadie?
¡Ea, a la plaza, a la plaza,
que hoy será una buena tarde,
y allí hay sol, luz y colores,
y alegría en los semblantes,
y flores en abundancia
y gente de todas clases
y mantones de Manila
y mujeres como arcángeles!
Calesero, date prisa,
sube de un salto al pescante,
fustiga a las cuatro jacas
y que corran más que el aire.
¡A la plaza, corre, corre,
porque quiero llegar antes
de que salgan las cuadrillas
que hoy mandan,., ¡los cuatro ases!

                                                             Gonzalo Cantó

domingo, 12 de agosto de 2018

FERNANDO GÓMEZ, HERIDO EN LA BENEFICENCIA DE 1895



Juan Gómez de Lesaca
El domingo 2 de junio de 1895 se celebró en la plaza de Madrid la corrida de beneficencia. Confirmó la alternativa el diestro sevillano Juan Gómez de Lesaca. Actuó como padrino Fernando Gómez ‘Gallo’ y completaron el cartel Luis Mazzantini y Emilio Torres ‘Bombita’. Cuatro toros lucieron la divisa del duque de Veragua y cuatro la de Félix Gómez.

Al cambiarse el orden de lidia por la ceremonia de Lesaca, al Gallo le correspondió el 4º de la tarde, ‘Bolletero’, alto y bien armado, de la ganadería de Félix Gómez.

El toro, muy bravo, tomó diez varas, de Pimienta e Inglés, provocó seis caídas y dejó cuatro caballos muertos. El tercio de banderillas lo cumplimentaron con brillantez Gonzalito y Taravilla, que prendieron garapullos de lujo, de color morado y plata.

El Gallo, de grana y oro, que se había lucido con el capote en un quite, anduvo aseado con la muleta. Al entrar a matar, el estoque topó con el hueso, por lo que fue empitonado en la mano derecha. Se retiró a la enfermería y acabó con el toro Mazzantini.

El parte indicaba lo siguiente: “herida por asta de toro, incisa de 3 cms. que interesa al músculo abductor del dedo gordo de la mano derecha, que le impide continuar la lidia”.

Estampa de La Lidia de Fernando Gómez 'Gallo'
Se da la circunstancia de que también hubo  de ser atendido, en el 5º toro, el banderillero de Mazzantini Tomás Recatero ‘Regaterillo’, de una cornada de 7 cms. en el muslo derecho.