domingo, 25 de febrero de 2024

RAFAEL CON SALTILLOS EN BILBAO

Gallito. (Foto: La Fiesta Nacional)
El 1 de mayo de 1904 Rafael Gómez 'Gallito' se anunció en Bilbao para despachar astados de Saltillo en compañía de 'Bombita'. 'La Fiesta Nacional', en su edición del 14 del mismo mes, da cumplida cuenta de las actuaciones de ambos coletudos con la siguiente crónica:

" No cabe hacer distingos entre unos y otros de los seis Saltillos. Todos ellos hicieron la pelea del primer tercio con voluntad y gran poder, dando lugar a que la corrida pueda ser calificad. de superior por parte del ganado, no habiendo llegado a ser calificada de archisuperior por la maldita brega que caballeros y peones dan hoy día a los toros; pero, amigo, con las lanzas modernistas, con el toreo modernista y con el ajetreo modernista no es posible que haya toros bravos ni toreros concienzudos. 

BOMBITA. El primer Saltillo llegó a sus manos muy debilitado de los remos delanteros. El muleteo fue breve y sin mérito alguno; lo despachó Ricardo de una estocada ida y contraria, entrando recto aunque desde largo. Su segundo llegó a la muerte con la cara en el suelo, a pesar de lo cual el matador hizo toda la faena por bajo, bueno está el arte. Desde buen terreno agarró media, pasada, deshaciéndose de su enemigo de una estocada caída, caidísima, yéndose del mundo con todo descaro. La maldita aprensión según unos, y según yo la maldita desconfianza, le originó en su tercero un susto mayúsculo. Intentó comenzar el muleteo con un cambio a muleta desplegada, pero como a Ricardo los riñones le deben estorbar, no se atrevió a meterse en el terreno verdad para cargar la suerte, y como quedó en el de la mentira hizo el toro por él encunándolo y derribándolo con aparato horripilante; gracias a que quedó debajo del toro en buena posición no sufrió más que el susto consiguiente, pues el animal en su afán por empitonarlo, a manotazos se lo llevaba debajo de su hocico; el experimento duraría así como unos cinco segundos de minuto. Gracias a que el sustazo no hizo mella en Bombita y si lo hizo se le pasó con un trago de agua que por lo visto es un gran remedio y con tranquilidad lo pasó con tres naturales con la izquierda para una estocada hasta las cintas, buena de verdad que le valió una gran ovación. 

 A excepción de un buen cambio de rodillas, varias verónicas, dos de ellas de recibo, un farolillo bueno y una de frente por detrás, dado todo ello al toro del susto, nada hizo de particular encomio. Banderilleando nada más que con deseos de agradar. En la dirección de lidia, nulo. 

 GALLITO. Toda la tarde anduve buscando por el ruedo el tan cacareado toreo del hijo de Fernando y, francamente, no lo vi. Tiene su toreo de capa algo especial, algo que alegra momentáneamente pero es como A modo de estrella fugaz; aparece y desaparece momentáneamente, pero no deja tras sí castillos luminosos. 

 Y ¡cosa rara! me convenció más como matador que como torero, todo lo contrario de lo que su fama pregona. Su primer toro llegó a sus manos más suave que la seda y Rafael aprovechó la ocasión, flameando la muleta primorosamente. Entró una vez a matar desde algo largo pero recto, cobrando un pinchazo ladeado. A volapié neto agarró media estocada en todo lo alto que le valió prolongada ovación.

Acobardado y reservón llegó a, la muerte su segundo a quien metió mano guapamente tres veces para colocar tres buenos pinchazos y luego media estocada muy buena, teniendo que hacérselo todo el matador. 

 El último llegó a sus manos congestionado a la vista y por consiguiente completamente ciego. Aunque para la inmensa mayoría la muerte de este toro fue deslucida, a mí me agradó porque vi que el matador supo lo que tenía que hacer con el toro y aunque pinchó cuatro veces lo hizo  con la vista fija en los extraños que el toro hacía por efecto de la ceguera."

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