domingo, 30 de marzo de 2014

ESTAMPA ENTREVISTA A LA CRIADA DE RAFAEL

La revista Estampa publicó el 19 de enero de 1935 un curioso reportaje firmado por Luisa Carnés y fotos de Almazán dentro de la sección Mi señorito, subtitulado Las personas célebres vistas por sus criados. El título del trabajo fue El Gallo detesta la cocina francesa y en él su asistenta da cumplida cuenta sobre el día a día del genial artista.

EN UN RINCÓN ANDALUZ
La dueña de la pensión donde vive
Rafael sirve en persona el desayuno
a El Gallo.

Este reportaje debiera comenzar así: “En un rincón andaluz”, rincón andaluz “para turistas”, claro está. Están aquí el gran matador, los amigos del matador, el apoderado del diestro, la señora que le conoció “casi chaval” y la criada, pizpireta y graciosa -nunca mejor empleados los adjetivos-, que le sirve y cuida de que en las habitaciones íntimas del hombre famoso haya algún grato detalle de feminidad.

“EL GALLO” SE AFEITA

- Mi señorito ze está afeitando -nos dice la muchacha, al abrirnos la puerta-, y son ustés periodista, ¿verdad?; ya veo ahí la máquina de retratá...

- Mire usted: nosotros desearíamos...

- Zí, zí... Zi ya... Ya han venío más vese a haserle interviú... Como e un torero tan sélebre... A ver cuando hagan interviue de fregona si me toca a mí... Porque, vamo, aunque una no sea vampiresa no va a rompé la máquina, de fea...

Cualquiera le para la cuerda a esta andaluza, ¿de Sevilla?
Pero, al fin, como todo llega, a los que saben esperar llega la hora de hacernos oír, y la pizpireta nos anuncia al famoso matador.

- Ha dicho don Rafaé que esperen ustés aquí.

Nos guía hasta una habitación amplia, de esta casa antigua de la calle de Ventura de la Vega.

- Asiéntense... Esta es la habitasión de resibí de don Rafaé. En la de ahí junto duerme. Yo se la arreglo y la tengo muy limpia y muy bien dispuesta, y hasta con su muñeca flamenca ensima e la cama y too.

“...¡VOY A SALÍ EN LOS PERIÓDICO...!”

Cuando el compañero Almazán le dice que le va a hacer una fotografía para Estampa, la chica salta de contento.


Mientras charla con nuestra colaboradora la pizpireta
muchacha arregla el cuarto del torero.
- ¿A mí? ¿A mí me van a retratá? ¡Ay, maresita, que voy a salí en los periódico sin habé hecho un crimen! Con la ganita que yo tenía de verme retratá en los papele... Pero, oiga, maestro..., que se me vea bien, ¿eh?

- Sí, mujer; no faltaba más -le dice el fotógrafo.

EL GALLO NO PUEDE ESTAR SOLO

- ¿Que le cuente cosas de don Rafael? ¡Ay, ya lo creo, señorita, y con mucho gusto que se lo cuento a usté!...
- ¿Hace mucho tiempo que conoce usted a don Rafael?

- Mucho, lo que se dise mucho... Er señorito está aquí dende que vino del último viaje. Vamo é se metió en un hoté, pero er señorito e muy sentío y se encontraba solo allí. Aunque pocas vese estaba solo, cuando se iban los amigos le entraba la murria... Don Juan, su apoderao, siempre está hablando de esto... Pues, na; que quearse solo y ponerse triste too era uno... Además le aburría aqué ambiente... E e tan campechano... Los amigo conosían too esto, y “lo otro”...

- Oiga usté, y ¿qué era “lo otro”?

- Los comistrajo del hoté.

COMIDAS DE HOTEL

- A mi señorito no le gustan las comidas de hoté.  Y mire usté; tié mucha rasón. Yo he oío a gentes que conosen esos sitio, que to se güerven platitos y platitos y na... Una patita de poyo, un poquito de langosta, dos hojita de lechuga... Y, claro, uno se quea com más hambre que cuando ha empesao... Y eso plato tan raro... Unos nombre... bueno; que cuando don Juan Requena, mi amo, que e er dueño de esta pensión y el hombre de confiansa de don Rafaé, iba pa e hoté, don Rafaé creo que le desía: “Oye, Juan, ¿y aquello gaspachuelo caliente que ponía tu mujé, y que estaban tan güeno?” “Ya veo, Rafaé -le desía mi amo-; tiés gana e comerte un gaspacho.” Y le traía a la casa, y don Rafaé se hinchaba, porque comía a su gusto. Y otro día le desía don Rafaé: “¿Te acuerdas, Juan, qué bien guisaba tu mujé aquel bacalao con tomate picaíyo?...”
El Gallo es un hombre afable, sencillo,
discreto.
Hasta que lo trajeron aquí. Y aquí está tan contento, porque está con los suyos. Tos le quieren la mar...

- ¿Qué vida hace don Rafael?

- Una vida sensilla; se levanta...

- ¿Tarde?

- ¡Tarde! ¡Ay, qué grasiosa; si, a vese, a las sinco ya está dansando por el pasiyo!... Otros día a las onse aún está durmiendo. No tié formalidá pa levantarse... Come muy poco..., y luego se va por ahí, con los amigo, a los café...

LOS AMIGOS DE AMÉRICA

- Mi señorito tiene muchos amigo en América. Les escribe mucho. Piensa irse...

- ¿A América?

- Sí.

- ¿Cuándo?

- ¡Cuándo! ¡Mía tú! Ni él lo sabe... Pero se quiere i...

- ¿Algún contrato?

"Yo quiero irme a América -insiste el torero- ,quiero irme
a América"
- ¡Ay, yo no sé! ¡No sé!... Luego ustés to lo cuentan... Y una, a lo mejón, mete la pata. Dise que tié gana de crusar el charco.

YO NO SÉ NA DE ASUNTOS DE MUJERE

- ¿Y de mujeres?

- ¡Virgencita, qué cosas me pregunta usté! ¡Yo qué sé lo que er señorito se traerá por ahí! ¡A mí me le va a desí! Esa son cosas mu reservás.

LOS DER SABLE

Lo que estoy enterá es de los gachó der sable. A cada momento tié aquí un tío a darle un sablaso. Le tien acribiyao ar pobre don Rafaé. Uno que está parao; otro, que tié un chiquiyo malo; otro, que se tié que ir fuera y no tié parné pa el viaje... Le digo que lo traen acribiyao...

Grasia que anda don Juan por er medio -don Juan, su apoderao-, y echa unos capotaso que parese talmente que ha sío torero arguna ve... Conque, bueno; me parese que me he meresío que me saquen guapita, ¿eh?, maestro...

DON RAFAEL GÓMEZ

Don Rafael Gómez es un hombre sumamente discreto y sencillo. Cuando habla, mira en seguida a sus hombres de confianza, como esperando su conformidad .
Tiene una sonrisa un poco amarga y una mirada firme.
Se advierte que ha sufrido y luchado mucho.
Y aún mejor se adivina que quiere seguir luchando.
Con la terquedad del niño que quiere un juguete habla de su deseo de irse a América.

- ¡Quiero irme a América! ¡Quiero crusá el charco!

- ¿Cuándo se irá? -le pregunto a don Juan, su apoderado.

- No sabemo. Depende...

El Gallo repite obstinado en su deseo de marchar.

-¡Quiero irme a América!





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