El domingo 5 de septiembre de 1886 se presentó en
Barcelona Manuel García ‘Espartero’ en un mano a mano con Fernando Gómez
‘Gallo’. A continuación, la crónica de La Vanguardia de dicho festejo.
Con una tarde
propia de la tierra africana por el insoportable calor que se dejaba sentir, sa
verificó ayer la corrida extraordinaria anunciada para que hiciera su
presentación en esta plaza el novel diestro Manuel García (a) Espartero.
A las cuatro en punto aparecieron en el
redondel las cuadrillas, á cuyo frente marchaban Fernando Gómez (a) Gallito y
Manuel García (a) Espartero. Lucía ei primero precioso terno rosa y plata, y el
segundo el mismo metal y celeste.
Hechos los
preliminares de costumbre se presentó el primer Espoz y Mina, que, como á sus
hermanos, se olvidaron bautizarle, pues no rezaba su nombre en parte alguna.
Era rojo encendido, bien puesto y muy blando; aguantó de los de tanda cinco
caricias á cambio de dos aleluyas, que dejó tendidas como recuerdo. Lo parearon
Salerí y Morenito con tres ai cuarteo y uno á la media vuelta. Hecha la señal
por el señor presidente para cambiar la suerte, el Gallo, después del brindis
de costumbre, se dirigió al bicho y lo despachó de dos estocadas á volapié y un
intento de descabello, El puntillero lo remató á la tercera.
De igual pelaje
que el anterior era el segundo; se presentó boyante y entró en relaciones eon
los piqueros seis veces; mató tres sardinas; el Gallo, en un quite, se enredó
con el capote, cayó y poco faltó para que hubiera un desavío.
Después de
banderilleado pasó á manos de García, que con confianza y en un palmo de
terreno, lo trasteó con dos naturales y dos de pecho, para arrancarse al
volapié, resultando una estocada un poquito ladeada, pero que bastó para
despachar al toro. Le cedieron la oreja á petición del público.
Salió el
tercero. Artau, que se presentó formando parte da la cuadrilla, dio el salto de
la eternidad (palmas). El toro se lió con los de á caballo, propinándoles
soberbios tumbos, despachando cinco pura sangres: en la tercera vara cayó al.
descubierto Fuentes; toda la cuadrilla acudió al quite: Espartero coleó al
bicho. Regaterín y Morenito le adornaron el morrillo; el primero con uno al
cuarteo superior y medio á la media vuelta, y e! segundo con uno al cuarteo,
saliendo por el lado izquierdo. El Gallo era el encargado de dar pasaporte al
retinto y lo verificó con una perpendicular entrando bien y dos intentos de
descabello.
Colorado claro,
cornigacho, ojo de perdiz era el cuarto, que fue un buen toro. Salerí dio con
precisión el salto de la garrocha; tomó nueve varas; tumbó cinco veces á los de
a caballo y mató seis pencos.
El Gallo sufre
un gran costalazo por habérsele colocado un caballo en los medios; quedó algunos
momentos sin sentido, pero no queriendo retirarse á la enfermería. Con cuatro
pares de zarcillos, pasó á manos de Espartero, que después de un lucido trasteo
se tiró con una magnífica al volapié, de la que murió el bicho.
Retinto, cornialto
y rabón, era el quinto; se presentó bravo y duro; mató cinco caballos, pasando
enseguida al segundo tercio; los de tanda le colgaron dos pares y medio. El
Gallo cogió los trastos y se dirigió al toro al que entró una estocada
atravesada, que iba precedida de nueve buenos pases. El bicho á los pocos
momentos midió la arena.
El sexto era
negro, albardao y bien armado, pero blando como la manteca; como era
voluntarioso, aguantó doce varas y enagenó dos espátulas que poco antes corrían
por el redondel. Después de banderilleado, el Espartero lo pasó tres veces y se
arrancó con una hasta la mano que deshizo al Carriquiri. Palmas y la oreja.
El toro de
gracia era de Fernández Heredia y llevó fuego.
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