Antigua plaza de toros de Algeciras. |
La revista 'Palmas y Pitos' recoge en su número 119 de 28 de junio de 1915 la crónica de la corrida celebrada en Algeciras, primera de Feria, la tarde del 13 de mismo mes, en la que alternan, con astados de Campos Varela, Morenito de Algeciras, Rafael El Gallo y Posada. Firma la misma Castañeta:
La sombra está cubierta y el sol despoblado. Preside el señor alcalde don Emilio Morilla. El ganado bien, presentado en cuanto a cabeza, pero flaco y muy broncos; solo el quinto fue algo más bravo y suave; el sexto manso y fue condenado al tueste.
Moreno lucha con el primer bronco de la tarde, y por añadidura no lo deja entrar a matar; muéstrase el diestro habilidoso, tranquilo y valiente con los avíos de despachar, siendo su labor de mi agrado.
En el cuarto, que lo toreó de capa muy bien, hízole una faena muy buena para meterse valiente, dejando el acero en lo alto, y descabellando en los medios; no se le aplaudió lo merecido. En quites, valiente y activo, y en banderillas, muy aceptable.
¡Oh, el artista censurado! Hoy Rafael ha triunfado. La faena del calvo en el quinto toro, ha de tardar en que los aficionados de este Campo, la volvamos a ver. ¡Qué faena! Toreó, mandó con una elegancia indescriptible; pase de rodilla, trinchera, afarolados, redondo, por alto, de molinete o infinidad de pases improvisados, que solo al calvo por esa elegancia nativa, se le ovacionan; tan colosal, estupenda y monumental faena, fue coronada con una superior estocada en lo alto, para que el Varela pasara a la confitería. ¡Qué mazapán, amigo Cañí!
El mayor de los Gómez no pasó de mediano en su primero. En quites, muy valiente y muy torero; en un par al quinto, estuvo bien.
Posada dio el volapié de la tarde, al tercero lidiado; lo trasteó con el trapo cerca, dejándose caer muy derecho, soltando una colosal estocada, de la que rodó el «bruto» hecho una pelota. (Ovación y oreja.)
Tropezó con un manso de cuidado, que fue el sexto, impropio para lidia; no logrando pasar de muleta, pues ni el toro la tomaba, ni el diestro le obligaba, y de mala forma largó un pinchazo malo; el buey se pone de cuidado y da arrancadas peligrosas.
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