Portada de la obra. |
Este 2018 se cumple un siglo de la puesta en marcha, tras no pocas vicisitudes, de la efímera Monumental de Sevilla. El magno recinto sobrevivió muy poco a quien lo concibió e impulsó, José Gómez 'Joselito', oficialmente por los insalvables problemas estructurales.
Así se proclamó a los cuatro vientos, superada la segunda década del XX, como excusa para dejar de celebrar festejos y su posterior demolición. Cuando una inexactitud se repite hasta la saciedad llega a pasar como verdad. Casi cien años después la terna formada por los alcarreños Fidel y Julio Carrasco Andrés y la granadina Carmen del Castillo Rodríguez emprendieron la ingente tarea de restituir el buen nombre de arquitectos y promotores. El subtítulo, 'La dignidad de un proyecto' es toda una declaración de intenciones.
Basados en sus vastos conocimientos sobre la materia, dado que son profesionales, demuestran que, solventado el primer derrumbe, la prueba de carga posterior fue desmesurada y legitiman la utilización de los materiales y de las técnicas de construcción.
Notable es la colección de fotografías, planos y recreaciones informáticas con los que han comparado la volumetría de los edificios actuales con la plaza en cuestión. Además, el capítulo cuarto está dedicado a Gallito Chico, 'El sueño de Joselito hecho realidad', figura omnipresente en toda la obra. Destaca también la gran colección de carteles que aportan, así como artículos de la prensa más reaccionaria que se posicionó al lado de los mandamases, tanto políticos como sociales, que optaron por erradicar de la geografía sevillana un edificio adelantado a su tiempo que hubiera sido capital en la popularización de la tauromaquia derribando la barrera económica.
La semilla de un nuevo concepto de explotación taurina estaba puesta. Un recinto de más de 23.000 espectadores fue una realidad que se vio compensada con un lleno intersemanal en el que compitieron en buena lid los entonces novilleros Sánchez Mejías y Bernardo Casielles. ¿Qué hubiese pasado con la Monumental sin ninguna mano negra? La respuesta queda en el aire.
La oferta literaria se completa con el prólogo y el epílogo firmados por dos adeptos a la causa, respectivamente, Ignacio Sánchez-Mejías Herrero y Manuel Grosso Galván.
La oferta literaria se completa con el prólogo y el epílogo firmados por dos adeptos a la causa, respectivamente, Ignacio Sánchez-Mejías Herrero y Manuel Grosso Galván.
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