miércoles, 12 de septiembre de 2018

EDITORIAL DE 'PALMAS Y PITOS' PIDIENDO LA RETIRADA DE RAFAEL

La revista Palmas y Pitos publicó en su número 116 de 7 de junio de 1915 el siguiente editorial a raíz de las poco afortunadas actuaciones de Rafael El Gallo:


NUESTRO ANTIGALLISMO

Para que se vea como la razón, la justicia y la buena fe triunfan una vez más, manifestaremos a nuestros lectores que hace muy pocos días dijimos en estas columnas, a propósito del trabajo de Rafael Gómez (Gallo) en la plaza de Madrid, lo siguiente:

"Los matadores.—Sin tener nada de profetas, conste que hemos adivinado lo que está para ocurrir con Rafaelito Gómez. Ayer le obsequió el público en el cuarto toro con varios enérgicos y unánimes «¡que se vaya!», y cuando el público dice esto a un artista, ¡es llegada la hora de hacer la maleta; y conste que esto de «maleta» no lo decimos con doble intención. Rafaelito (el Gallo) es una persona simpática a todo el mundo, y cuando se confía con un toro, uno de los más grandes artistas; pero no
es posible, volvemos a repetirlo, que un torero cobre pesetas y pesetas por lo que hizo con un toro ideal en una corrida de hace catorce años».

A pesar de la mesura del lenguaje y de la corrección de la advertencia, algunos «cariñosos» amigos censuraron las anteriores líneas, diciendo que no se debía criticar al famoso torero, y que éste siempre había hecho lo mismo, y que, eso de que le iban a echar de la plaza de Madrid, eran fantasías caritativas nuestras.

Pues bien; nosotros escribimos lo copiado en el número correspondiente al día 3 de Mayo, y el día 31 del mismo el magnífico periódico ABC, tan señalado por su gallismo, dice lo siguiente:

«Rafael hizo cosas verdaderamente desastrosas; la muerte de su primer toro no tiene calificativo. Desde el segundo pase empleó el pico de la muleta, y en seguida sin nada que lo justificase, empezó a pinchar como un loco, de cualquier manera y en cualquier sitio. Su hermano, sorprendido, como el público, de esta actitud, le quitó varias veces el toro para que no consumase la ignominia de matar ala media vuelta un toro que no hizo nada que justificase aquella decisión. El escándalo fue terrible; la faena, de verdadera provocación; eso no puede tolerarse en la plaza de Madrid. La indignación del público no tuvo límites —debió tenerlos y no arrojar almohadillas al lidiador—, y por esta vez salvo lo agresión desde el tendido, el público tuvo razón sobrada para la protesta. Esto no debe continuar. Rafael lleva en Madrid una temporada que no guarda relación con la pasada. Cuando sale un toro que le puede desquitar de malas faenas no le aprovecha, y luego cuando sale el difícil no disimula la impotencia, esto da lugar a continuados escándalos. Sigue la escuela contraria de Belmonte. Belmonte aprovecha todos los toros que salen a propósito, no desperdicia ni uno, al contrario, todavía lo intenta en toros que no reúnen condiciones suficientes. Sabe que esto es lo que le puede disculpar las tardes de desgracia, y no deja pasar ocasión de lucimiento sin lucirse a toda luz; el 50 por 100 del enorme éxito de Belmonte lo debe a esa voluntad que hermana con el valor para sacar de los toros todo el partido que puede.

Si Rafael hiciera esto y no dejara pasar ocasiones de éxito seguro, no llegaría al extremo que ha llegado». 

Véase como lo que nuestros adversarios califican de antigallismo, es justicia á secas y sincero culto a la verdad.

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