El pintor Daniel Vázquez Díaz se instaló en Sevilla en las postrimerías del siglo XIX y, movido por su afición, entabló relación con numerosos toreros, entre ellos con los de la familia de los Gallo. F. Garfías, en su Vida y obra de Daniel Vázquez Díaz, recoge el siguiente testimonio del artista: “También estuve en Gelves, en la casa de Fernando el Gallo y en Alcalá del Río, en la casa de Reverte”.
A partir de 1906, tras su estancia en París, inició sus pinturas sobre toreros y ambientadas en el mundo de la tauromaquia. Una de las más destacadas fue La muerte del torero (1911), que, según algunos estudiosos, le sirvió de referente a Benlliure para su mausoleo de la tumba de Joselito.
En 1935, realizó un retrato de Rafael el Gallo a lápiz sobre papel. La disposición del diestro, su anatomía y gestualidad parecen un claro antecedente de uno de sus cuadros más famosos: el Torero de rojo. Algunos autores consideran que este cuadro es el homenaje póstumo del pintor a la figura de Joselito.
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