Cuando se formó el
reglamento para la plaza de Sevilla, el Gobernador quiso antes de aprobarlo oír
a los espadas residentes en Sevilla.
Asistió el Gallo, y como
se suscitara la cuestión de las alternativas, dijo:
"En
la Iglesia ha habido siempre un Papa que tóos han reconoció, hasta que nació un
Lutero que dijo yo voy á ser Papa, y de aquí vino el cisma; pues en el toreo
había un Papa que era Romero, y cuando este murió, tóos querían dar la
alternativa, llegando la cosa al delirio cuando salió el Lutero del toreo que
dio la alternativa á un fartó del
tren. Desde entonces el toreo está hecho un baile de máscaras; nadie se
entiende y si alguien domina es el que más chilla; pero no el que tiene más
razón. Yo he querío en varias ocasiones defender á mi tierra y me he llevado
muy buenos disgustos."
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