En un café de Sevilla hubo un acalorado debate en torno a qué tenía más mérito, el toreo o la práctica del fútbol. Alguien decidió consultarle a Rafael a modo de criterio de autoridad. Esta fue su respuesta:
“Yo solo les voy a desí una cosa para que la mediten. Si en este café entrase de repente un balón, tos le daríamos una patá y continuaríamos con lo nuestro. Pero si entrase un toro…..¿a que
tos salíamos corriendo?”
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