Javier Vellón ha elaborado el siguiente trabajo sobre la alternativa de Fernando Gómez Ortega, el que fuera después buen banderillero.
El segundo hijo de Fernando Gómez y de Gabriela Ortega, Fernando, apodado 'Gallito en su breve carrera taurina, tomó la alternativa en la monumental de México el 14 de febrero de 1909, de manos de su hermano Rafael y con Rodolfo Gaona de testigo. Los toros pertenecieron a la divisa española de Campos Varela.
Tal como se indica en la crónica siguiente, firmada por Martínez, publicada en El Toreo nº 2040, del 22 de marzo de 1909, Fernando no estaba llamado a seguir la estela de sus hermanos. De hecho, a su vuelta a España, renunció al doctorado.
José y Fernando. |
Los toros eran seis de la ganadería de Campos Várela, y resultaron bastante manejables en la lidia, aunque muy desiguales en lo que se refiere a su presencia. No hubo ninguno al que pudiera aplicársele el calificativo de buen mozo; pero, en fin, alguno resultó pasadero, estando todos, por lo general, muy mal colocados de pitones.
Rafael Gómez saludó á su primer toro con unas cuantas verónicas de las de buen estilo, toreando a su sabor en el terreno que quiso, ajustándose mucho y derrochando finura y dominio de lo que hacia. Al decir esto, realmente no cabe ni hago más que repetir lo que ya dije en mi anterior reseña. Muleteando estuvo sencillamente magistral, protegiéndole además la suerte, puesto que el bicho se acogió bien á las caricias del engaño, dando ocasión a que el matador se luciera. A este toro lo despachó el antiguo protegido del Guerra, consumando admirablemente el volapié, para dejar una estocada que provocó abundantísimo derrame, manejando superiormente la mano izquierda para dar la salida. El calvito dio la vuelta al redondel haciendo genuflexiones al público que batía palmas.
Los Gallo en familia. |
Al salir su segundo toro, Rafaelillo se dirigió presuroso á los tercios, y se arrodilla cambiando bien, aunque despegándose del toro sobradamente por ver el niño que se le venia encima muy en linea recta, y que era preciso jugar mucho el capote y a distancia para esquivar el riesgo.
Cuando se vio con el trapo rojo en la mano, se acordó de las tradiciones de la familia y puso cátedra, ¡cámara, pues si tenemos aquí al torero extra de las alegrías! Puesto de hinojos pasó al morlaco, llamándole luego muy desde cerca y obligándole para dar magníficos pases de pecho, en que el cuerno derecho del bruto tropezó más de una vez con los alamares de la chaquetilla, ¡tan ceñiditos resultaron! Jugó luego la muleta por bajo y en redondo, haciéndola ondular como una mariposa, y en cuanto igualó el toro, Rafael, de pura confianza se fue tras el estoque, no consiguiendo sino tocar en hueso, repitiendo con igual suerte, y acabando con media estocada algo caída, al volapié, consiguiendo en seguida descabellar a pulso.
Fernando, José y Rafael en el madrileño hotel Roma. |
Con los rehiletes estuvo superior en el último toro, aunque justo es decir que abusó un tanto de las posturitas. Pero es un señor banderillero con toda la barba, aunque afeitado. El par que colocó con suma elegancia, resultó de los de primera magnitud. El sevillano escuchó palmas sin cuento, y se captó por entero las simpatías de la afición.
Rodolfo Gaona. Dicen que nadie es profeta en su patria, y lo que se dice de los profetas puede aplicarse a los toreros, excepción hecha de este caso, pues la verdad es que al joven Gaona, desde que se reveló en las lides taurinas, le ha acompañado sin cesar la indulgencia o el entusiasmo de sus compatriotas; es torero de corrida de gala, y lo ejecuta todo, y lo ejecuta bien y con arte; pocos se han hecho torero viejo en sus albores para los efectos de reservarse, y el arrojado mozo que en la Puerta de Hierro, de Madrid asombró a los aficionados de la antigua metrópoli por su decisión al entrar, lo piensa ahora mucho antes de decidirse. ¡Tendrá reservados sus lujos para las plazas españolas!
Rodolfo Gaona. |
A su primero lo toreó por verónicas, sin excederse en los deseos de quedar bien, despachándole después de una faena apuradilla con dos pinchazos y una estocada de las de travesía, oyendo una violenta tempestad de aire mejicano, que son los peores para un diestro del territorio. A su segundo lo tumbó valiéndose de una estocada delantera. Con las banderillas estuvo aceptable, sin asombrar. En resumen, una mala tarde para el leonés.
Gallito chico. Este diestro novel, hermano menor de Rafaelillo, pero con más estatura y más planta que él, tomó la alternativa en esta fiesta, demostrando que no es ajeno al dominio del capote, pero que con la espada no es de aquellos que ven solo el morrillo, olvidándose de que los cuernos pegan. Para hacer análisis de un matador, es poco una corrida. Así, pues, reservamos nuestro juicio para cuando le veamos otra vez, adelantando únicamente la opinión de que este Gallo cantará poco como gallo de pelea, y que después de cacarear durante algún tiempo, se remitirá nuevamente al modesto papel de banderillero de su hermano, siguiendo el ejemplo de otros hermanos de matadores célebres que también quisieron ser espadas.
Conste que es una opinión nada más.
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