Gallito escuchando una ovación tras pasaportar al fogueado. (Foto: Vidal) |
El 23 de julio de 1912 se anuncia en Valencia una novillada con Limeño y Gallito III y reses de Dionisio Peláez que acaba en serios incidentes protagonizados por unos exaltados. El coso registró un lleno en los tendidos y, al aparecer, los sevillanos son ovacionados.
Limeño se enfrente en primer lugar a ‘Golondrino’ que, manseando, toma cuatro varas, derribando en dos ocasiones. La labor con la muleta es calificada de ‘incierta’ por la prensa especializada y acaba despenando a la res de pinchazo saliendo trompicado en dos ocasiones. Palmas.
Gallito se opone en segundo lugar a ‘Desesperado’, un negro que huye de su sombra. Protesta el respetable y el usía, sin pensárselo dos veces, lo devuelve a los corrales. El sustituto es tan manso como el titular, José lo pasa embarullado, Almendro y Cuco lo foguean y se afana el hijo del señor Fernando por levantarle la cabeza con la muleta. La labor resulta pesada y lo pasaporta de estocada tendida. Aplausos al valor.
‘Camposalo’ sale a la plaza presentando un pitón izquierdo mogón. No mejora la condición de sus hermanos, recibe cuatro varas y da un tumbo. Limeño está breve, pincha en lo alto entrando desde lejos y sale derribado. Aún de más lejos deja media trasera, otra media en su sitio y descabella a la primera.
El cuarto se llama ‘Esparraguero’, es negro… y manso. Cuatro varas y se cobra la vida de un jaco. Gallito lo lancea de frente por detrás y es aplaudido. Cuco y Magritas cumplen con las banderillas y el jefe de filas lo pasa ceñido para dar un pinchazo alto echándose fuera y otro más bajo.
El quinto es cárdeno, atiende por ‘Lagartijo’ y también huye. Cuatro varas, por una caída y un aleluya. Tarascada a Limeño que anda desconfiado con la flámula siendo perseguido por el marrajo. Estocada desde lejos y descabello.
En sexto lugar sale un sobrero de Concha y Sierra que mansea, salta al callejón, derriba a un monosabio y su actitud provoca una estrepitosa bronca que acaba en devolución. El ruedo se llena de objetos. Los sustituye uno de Bañuelos retinto en negro. La plaza toda, puesta en pie, protesta y arroja al ruedo botellas y almohadillas. Los lidiadores hablan con la empresa mientras el toro huye de toda suerte. Arrecia la bronca y el presidente consulta para ver cómo salva la situación, ordenando a José que continúe con la lidia. El de Bañuelos toma cinco picotazos con suavidad, Magritas coloca un gran par, medio Almendro y repite el primer con otro desigual. Gallito se dispone a brindar a la solanera y el público rechaza el detalle pitando con saña. El diestro faena entre una lluvia de almohadillas y entra a matar por derecho cobrando una delantera caída.
Los incidentes
Tras el festejo un grupo de admiradores de José lo sacan en hombros del redondel en medio de una silba de los que le recriminaban que había acabado con uno de sus toros de un golletazo. En la puerta un numeroso grupo de detractores lo increpa de nuevo y le arroja piedras, saliendo en su defensa el íntimo amigo de la familia don Luis Santomá, que exhibe un revolver. La policía se lo incauta y lo conduce al Gobierno Civil. A hombros, y pitado, va hasta la fonda, estacionándose el gentío frente al hotel para hacer patente su descontento. Intervinienen las fuerzas de Seguridad invitando a que circulen por las aceras los disconformes, originándose algunas carreras y sustos. Un grupo numeroso que huía a la carrera derriba las mesas de un café próximo y se produce un escándalo de grandes dimensiones.
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