Belmonte, Fernando El Gallo y el periodista Muletilla despiden al doctor Morón a la entrada del hotel Reina Cristina. (Foto: La Lidia) |
Herado de Madrid reproduce en su edición nocturna del 16 de junio de 1914 una conversación telefónica entre Joselito y Joaquín Menchero, el popular alfombrista madrileño en el que el aficionado se interesa sobre el estado de Rafael a propósito de la cornada recibida en Algeciras la tarde de 14 del mismo mes:
Hoy al mediodía ha celebrado el señor Menchero una conferencia telefónica con Joselito.
—¿Cómo está Rafael?—preguntó el popular alfombrista al torero.
—Mucho mejor. Y el médico nos dice que va muy bien, y que si no se presentan complicaciones, que no espera, dentro de ocho o diez días nos lo podremos llevar a Sevilla para que se acabe de curar.
—Vaya, hombre, que sea enhorabuena. Ya estaréis tranquilos.
—Con lo que nos dice el médico, sí, señor; pero no sabe usted las que hemos pasado porque la cosa estaba muy fea, y el médico, muy serio al principio, sólo nos decía: "Veremos, veremos". Y no veíamos na.
- Y Rafael, ¿cómo estaba?
—Pues Rafael quería parecer más tranquilo que nosotros, y como nos veía asín tan atontaos, pues todavía nos daba ánimos; pero yo hasta ayer por la mañana cuando le volvió a ver el médico y nos dijo que ya había pasado el mieo, no respiré tranquilo. Ahora estamos todos contentos y satisfechos con las esperanzas que nos da el médico.
—Ya no tiene dolores, ¿verdad? Eso me han dicho esta mañana Dóriga y Heredia Spínola.
—Dolores en la herida, no; pero se queja de ellos en to el cuerpo.
—Claro; el palizón.
—El palizón, no, porque sólo fu un golpe... pero que ha valío por diez palizas. La hería es una corná grande; pero él lo lleva con muchos ánimos. Ya sabe usted lo sufrido que es Rafael. Ha pasado la noche muy bien, y el médico le ha autorizado a tomar algo; pero sólo toma caldo y leche, y eso con trabajo, porque se resiste a tomar alimento.
—¿Y tu madre?
—Llegó anoche, a las diez, con Fernando.
—Se afectaría mucho al ver a Rafael.
—Ya la habíamos preparado, y además procuró contenerse.
—¿Y Rafael?
—Rafael, que ya sabe usted lo que la quiere, la recibió con cara risueña, diciéndole que no .tenía na.. ¿No le digo a usted que él es el más animoso de todos nosotros?
- Pues ahora ya podréis estar todos tranquilos. Aquí ha habido ayer una verdadera manifestación de sentimiento, una demostración de simpatía que os debe enorgullecer.
—Pues hágame usted el favor de dar las gracias a todo el mundo de parte de mi hermano y mía. Y diga, usted en los periódicos que estamos muy reconocidos al interés de todos y que no se molesten los que tarden en recibir contestación a sus telegramas, porque hemos recibido lo menos cuatro o cinco mil, y no dan abasto Parrita y Blanquet, que son los que más saben de letra, a contestara todos.
—Bueno, José. Y enhorabuena por esas faenas de ayer y anteayer.
—¿Y qué iba á hacer? ¿No tenía que estar bien?
—¿Cuándo vienes a Madrid?
—No lo sé.
—Pero ¿no tienes que torear el domingo en Barcelona?
—Sí, señor; pero como quiero estar todo el tiempo posible al lado de Rafael, le he pedido a la Empresa que me cambie la fecha, porque quisiera estar con mi hermano hasta que nos lo llevemos a Sevilla. Y adiós. Déle usted muchos recuerdos a los amigos, y muchas gracias a todos.
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