La revista 'Arte Taurino' publicó el 31 de diciembre de 1.912, dentro de su sección 'Los bautismos de sangre' el de Rafael El Gallo, que hacía el número 17 de la colección. Don Pepe firma el siguiente artículo:
"Querido primo N :
He recibido
tu grata y me apresuro a contestar a tu pregunta pidiéndome consejo sobre a qué podrías dedicarte para ganar honradamente la vida. No te quepa duda. Tienes en la actualidad treinta y tantos abriles; y si por tus condiciones y las de tus padres no has podido estudiar de joven una carrera, menos la podrás estudiar hoy, que sigues tan pobre, algo más bruto y bastante más viejo que hace años.
A torero ya quisiste dedicarte cuando joven, y ya sabes lo que te ocurrió: que no ganabas más que para patatas. Hoy ya no ganarías ni eso, porque los públicos ya no tiran más que almohadillas y alguna que otra piedra.
Pues entonces, ¿ qué dudas ? Hazte periodista; y si quieres serlo cuanto antes, y que en breve plazo te conozcan, sin molestarte en estudiar nada, te haces revistero de toros. Tengo previstos y contados de antemano los inconvenientes que me has de presentar.
¡ Que no sabes gramática ! ¡ Pues vaya un inconveniente! No se lo digas a nadie, y con que no seas sincero, que es el mayor de los males, podrás llegar hasta senador del reino. Si tu flojedad está en la ortografía, en la imprenta te lo corregirán sin que nadie se entere, tonto.
falta garrafal que te presente de los escritores de más fama ? Hay por ahí quien da lecciones a Lagartijo, y equivoca un farol y una navarra; y quien confunde una navarra con una aragonesa y hasta con una vizcaína.
Todo lo que tienes que hacer para medrar (no te hablo de los malos caminos de la profesión, de los completamente prohibidos, porque esos yo no he de recomendárteles ; además de que, por desgracia, lo malo sin maestro se aprende) es esto : meterte en un periódico lo antes posible, utilizando el procedimiento más breve y sin reparar en medios (en los comienzos está perdonado hasta el maquiavelismo) ; y una vez en él te echas un ídolo : el Tumbadecas, el Mesías chico, cualquiera, el que te dé la gana. Y una vez que tienes tu idolito, malo o bueno, te dedicas a hablar bien de él y mal de todos los demás toreros que con él alternen.
Ya te estoy viendo venir; ¿ me preguntas que cuál es mi ídolo?
Yo, desgraciadamente, no tengo
ninguno, muchacho. Y por eso, y
porque escribo muy mal, nunca lograré llegar a ser alguien en el oficio.
Yo sé, querido pariente, que la
manera mejor de que le lean a uno
es ésa : inscribirse en uno de los
infinitos bandos de coletudos, que siempre abundan. Así, te leen y, por lo tanto, te compran los amigos por amigos ; y los enemigos por enemigos.
Si hablas de este o del otro diestro, bien cuando esté bien, y mal cuando esté mal, el público sensato, el agradecido, el sincero (es decir, el que no existe, ni jamás ha existido) te alaba correcta y parcamente ; los amigos de los lidiadores (éstos son los que muchas veces dan patentes de entendimiento y saber) si no se atreven a hablar mal de ti, por conveniencia, por egoísmo, no hablan bien o no hablan, que es peor.
Podrás objetarme tú : ¿ pero, y si me equivoco y mi espada, mi ídolo fracasa tan sonadamente que hay que dejarle solo, con qué cara digo yo que me he equivocado ?
Querido primo : ¿ y quién te exige tal confesión ? Mudas de diestro y asunto concluido; nadie te dirá
nada, aunque varíes más que una veleta. Escritor te citaría, si quisiera hacerlo, que en dos años de
escribir ha defendido a cinco o seis toreros diferentes con igual entusiasmo ; eso sí, diciendo como prueba de su constancia, que el que patrocinaba en aquel momento era el mejor de todos.
Y nadie le ha dicho ni una palabra, y él es el primero que se cree un conglomerado de Carmena y Pascual Millán, Sánchez de Neira, etcétera, etc.
Llevo escribiendo de toros unos quince años, y hasta que no he tenido mi dios correspondiente, nadie se ha ocupado de mi persona. Me ha bastado tener un ídolo, aunque ídolo negativo, para que sobre mí llovieran los anónimos espeluznantes o ridículos y las efusivas y cálidas epístolas de felicitación.
El decir que Rafael Gómez, Gallo, no era, a mi modesto juicio, el mejor torero del día, ha movido en
mi derredor las convulsiones de las multitudes. Si no fuera porque no me gusta engañar al público, estaba por hacerme partidario del propio Gallito, de Bombita ó del Moreno de Alcalá, de cualquiera ; tal vez sea lo único que esperen mis lectores para levantarme una estatua.
Y ya dentro del tema de Gallito, y aunque la confesión me perjudique, he de decir, una vez más, que Rafaelillo no me es antipático ; a veces, su dominio sobre las fieras, su conocimiento del arte, me entusiasma ; pero otras, su pavor, su falta de vergüenza profesional, me enloquece.
No hace mucho que me han referido lo siguiente : Estaba Gómez Ortega delante de un toro boyante, al que no se acercaba ni a tiros.
Uno de los banderilleros le increpó en esta forma :
—Pero , Rafael, ¿ por qué no te arrimas, si el bicho
no tiene nada ?
— ¿ Sabes por qué no me arrimo ?—contestó el espada—, porque no quiero ; y si me contratan así , bien ; y si no, que no me contraten.
No respondo de la veracidad de la anécdota ; pero sí respondo de que si Rafaelillo quisiese y los públicos le achucharan, había de torear bien muchos más toros de los que hoy torea.
Rafaelito Gómez Ortega tuvo su bautismo de sangre á los diez y siete años. n una atenta carta suya, que poseo, dice el propio maestro lo siguiente acerca del percance : « Mi primera herida me fue inferida en la Plaza de Sevilla el año 1899, en una corrida de novillos de la ganadería de Muruve que toreé en unión de mi compañero Algabeñito chico.
La corrida fue organizada por la Hermanda d de la Virgen de la Esperanza, del barrio de la Macarena.
El toro que cerró plaza, perteneciente a la y a citada ganadería , me dio un puntazo en un muslo, cuya
herida tardó en curarse veinte días. Aprovecho esta oportunidad, etcétera, etc. »
El Toril, en su número 20, dice que la corrida se verificó el 30 de Julio de 1899, y en ella estuvo Rafael muy desgraciado. En el sexto (negro, mean o, cornicorto y mogón del derecho, que llevó seis picotazos por cuatro tumbos y un arre), toreó Rafael sin parar ni castigar, y dio media tendida recibiendo y saliendo empujado ; un pinchazo barrenando, y en una arrancada (ya con el público en el redondel) fue cogido y volteado, siendo retirado por algunos espectadores á la enfermería.
Esta cogida, y siete más (entre las que se cuentan como cogidas, herirse una vez con un estoque, la dislocación de un pie y la luxación de una muñeca ) son todas las que ha sufrido en su larga vida torera, diez y seis año s próximamente , ese torero tan discutido, extraña mezcla de lo peor y lo mejor, cuya próxima temporada esperan impacientes muchos aficionados, y un servidor de ustedes el primero".
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