'Palmas y Pitos' publicó el 3 de mayo de 1.915 en su página tres, y firmado por Don Pepe, una dura diatriba en contra de Joselito y, por extensión, de Rafael, que reproducimos íntegramente:
EL ODIO A JOSELITO
El público, la afición madrileña, odia a Joselito el Gallo; esto es indudable. Lo hemos notado gallistas y belmontistas. ¿Motivos, razones, fuadamentos de esta antipatía, de este desvío hacia el notable torero?
En primer lugar, Joselito no es simpático; su rostro no tiene ángel, como dicen en Andalucía; su tipo echado hacia atrás, el labio superior plegado despectivamente, hasta su voz chillona, hacen que el sevillano, a primera vista, no atraiga ni muchísimo menos.
Además, Joselito, cuando triunfa, le rebosa el orgullo, que aparece en infinidad de desplantes ridículos y molestos. Cuando fracasa, la ira, la envidia se apoderan de él en una forma que tiene que perjudicarle por fuerza.
Unid a esto su protección a toreros miedosos y sus exigencias con los empresarios y que en su vida privada cuenta con rasgos impopulares y ninguno popular, y tendréis abocetada una de las razones del odio al menor de las Gallos: su aspecto físico y su comportamiento moral.
¿Otra razón? Su clase de toreo. Hay dos clases de toreo; el basado en el valor y el cimentado sobre la habilidad. Este es más útil para el lidiador; el otro agrada más al público que, como es natural, premia más aquello que es más difícil, más grande; el espectador aplaude de mucha mejor gana al que se juégala vida por servirle, por agradarle, que al que renuncia a servirle y entretenerle en cuanto corra el menor peligro.
Otra razón. Joselito el Gallo es hermano de Rafael, y el parentesco era sumamente útil a los gallistas, que siempre se mostraban partidarios del que mejor quedaba; ¿que una tarde se destapaba Rafael?, pues no tropezabais en ningún sitio con joselistas; este y el otro y el de más allá. habían sido siempre de Rafael. ¿Que éste daba el mitin y Joselito era ovacionado? Pues aquel día todos los partidarios de la casa de Gómez confesaban que nunca habían sido rafaelistas.
Pero este juego había de tener su quiebra como todos los de la vida le tienen. Rafael Gómez está borrado de los toros desde 1913; leed su campaña de 1914 y las que lleva toreadas en 1915 y veréis que no es posible tolerar a un torero veinte corridas de maleta por verle un día bien, aceptable o superior. Y es claro que los desastres de Rafael se le apuntan, en parte, sobre todo en Madrid, a Joselito; cosa muy justa, porque así como el éxito de cualquiera de ellos se aprovechan los dos, justo y equitativo es que de los fracasos de Rafael disfrute Joselito.
No solo el carácter de éste y su clase de torero y la decadencia del hermano han contribuido a su impopularidad. Los que más han perjudicado a José Gómez han sido, como siempre, sus partidarios y sobre todo sus partidarios periodistas.
Los que primero se declararon joselistas, fueron los que menos entienden de toros; los que se ofuscan con las revoleras, el toreo al alimón y el salto de la garrocha; los que por ignorar el valor de cada suerte, están inhabilitados para ejercerla critica.
Y uno de ellos salió diciendo que Joselito era un jabato de valiente; y el otro desdichado, que Joselito mataba más que Frascuelo; y el otro infeliz, que Joselito era rondeño y que toreaba por verónicas como nadie. Y en el afán de defender, sin saber cómo, a Gallito, dijeron que Belmonte era una máscara; que sólo toreaba becerros, que no se atrevía a matar miuras, que se libraría muy bien de encerrarse mano a mano con Joselito, ¿queréis más? Hasta aplaudieron el fracaso de éste con los siete toros, sin ver que lo que aplaudían no era el arte, sino la salud y la musculatura.
Y ha sucedido lo que tenía que suceder, que el pobre Primat creyó cuanto le dijeron los plumíferos; y discutió y apostó que era verdad cuanto sostenían The Kon Leche, ABC y demás periódicos gallistas. Pero al encontrarse con que estos le equivocaron, con que le engañaron, con que defendió cosas indefendibles, como que Joselito mata y torea como nadie y que Belmonte es un mal torero que vive gracias al reclamo; como lo que más rabia da en este mundo es hacer el ridículo, hacer el primo, por la reacción natural, el público quiere vengarse en la única cabeza visible en que puede hacerlo, y esta es la razón de que se meta con Joselito y se ensañe con él y le monde.
¿Por qué tanto calor en silbar a Joselito? Porque en cada fracaso hay que cobrar su rostro antipático; lo de Rosalito y Moncada y lo de las empresas de Bilbao y la de Burgos, lo de los cines, lo de no exponer jamás un pelo de la ropa, lo mucho que con su mandanga cuesta a la afición el fresco de su hermano, los engaños de la prensa y sobre todo, el ridículo que hemos hecho al creer y proclamar que Joselito mataba como Frascuelo y toreaba mejor que Belmonte o Gaona, y que Juan el de Triana era un vividor y un sinvergüenza que con un miedo cerval y sin saber coger un capote, quería nada menos que luchar con el papa taurino, con el rey de la sabiduría, con Joselito Gómez Ortega.
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