Paco Pica Poco firmó en la página 17 del número 111 de la revista ‘Palmas y Pitos’ el siguiente artículo titulado ‘Los hermanos Gómez Ortega’, tal vez para compensar el que reprodujimos en nuestra última entrada...:
Los hermanos Gómez Ortega, con Vicente Pastor y Juan Belmonte, forman los cuatro «ases» de la actual baraja taurina.
No discutiré los méritos de estos dos lidiadores; pero cuando la afición los ha colocado a la altura en que se mantienen, razón tendrá para ello.
El mayor de los hermanos—según «El Barquero» dijo—«comenzará valiente una faena y la acabará acobardadísimo. Empezará otra con habilidades grandiosas, y al final se mostrará con una torpeza inaudita. Huirá de primeras ante una res, y de pronto querrá comérsela. Parecerá no saber qué hacer en tal ó cuál momento y repentinamente abrirá cátedra de filigranas y adornos.
¡Ese es Rafael Gómez! ¡Así es Rafael Gómez!
¿Datos biográficos? ¿Para qué? ¿Clasificación de su arte? ¡Todo ó nada, según le parece! ¿Recursos? Muchos; pero borrados instantáneamente sin absoluto motivo y sin razón absoluta.
Y sin embargo. Con todas esas rarezas, con todos esos alifafes, con todas esas oscuridades y con todos esos desquiciamientos, ¡qué artista más grande y más genial!
¡Cuántos querrán en vano adquirir, sea como sea, una millonésima partícula del arte inmenso de Rafaelito Gómez!»
De Joselito dijo Eduardo Muñoz al siguiente día de la retirada de Ricardo Torres:
«Un sol que muere y otro sol que nace.»
Y se fundaba en que Joselito «en un año de alternativa—palabras del mismo revistero—había puesto el quilo de chuletas a cuatro mil reales, y en una tarde célebre, única, en la que un gran torero (Bombita) se iba en apoteosis triunfal, paseado como un héroe vencedor en cien batallas, ganándose una oreja en su postrera estocada, Joselito sintió de súbito que la ola de la afición, de la vocación, del amor propio, le subía al corazón, y en el último toro enloqueció a la muchedumbre con sus faenas de maestro y también lo pasearon en triunfo.»
Tales son, trazados de manos maestras, los dos toreros más discutidos de la presente época, y que, con Juan Belmeonte, el torero clásico por excelencia, son los que más público llevan a las plazas y ganan más billetes del Banco de España.
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