—¡No me quiero «acordá» —refería Joselito— de aquellos toros chiquitines! Seis «purgas» de «Sartiyo», que me cabían por entre las las piernas, sin carnes, como espátulas... «Er» público, «indignao», estaba de chufla: «¡Míralo con telescopio! ¡Qué seis fieras te vas a cargar! ¡Dales el biberón!» Yo sudaba sangre y me estaba viendo una «corná» de las grandes «ensima», porque cada bicho de «aqueyos», por su «podé» y sus «intensiones», tenía tanto que «matá» como seis toros. «Aqueyos» ratones corrían, con dos «estocás» en el cuerpo, con la mismita «agilidá» que los bailarines, mientras la gente se reía de mí ¡No «me se» «orvidará» tan «fásirmente»!
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