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domingo, 17 de abril de 2022

JOSELITO 26 DE SEPTIEMBRE DE 1912: CRÓNICA DE UNA SUSPENSIÓN

Cartel de la alternativa de Joselito en Sevilla
 

El 26 de septiembre de 1912 estaba prevista la alternativa de Joselito en Madrid. La corrida se suspendió a causa de la lluvia. A continuación reproducimos la crónica de 'El Barquero' publicada en el Heraldo de Madrid del 27 de septiembre. Además de comentar los pormenores del suceso, se anuncia a los aficionados que la alternativa en Sevilla será grabada por la empresa Iberia Cines.


A la una y media de la tarde, sin más vacilaciones, y en vista de que por el lado de Toledo llegaba un nublado morrocotudo, fue suspendida la corrida magna, noticia terrible llevada á la taquilla por un mono diligente, caballero en un jamelgo destinado á quedarse sin bandullo en los primeros encuentros con los cornúpetos. 

La desolación fue general, y particularísima en algunos elementos puramente gallísticos llegados á Madrid exclusivamente para devorar á besos y estrujar con abrazos entrañables á los dos gitanazos, reservando alguna que otra mirada compasiva para el espada madrileño y el neófito de Alcalá del Río. 

Sin embargo, la suspensión era cosa indudable, y obedecía á varias causas. La primera la ya anotada del temporal. Además, el redondel de la mezquita necesitaba un arreglo nada fácil á no acudir con escobas, rastrillos, serrín, etcétera, un escuadrón, más otro escuadrón con bayetas para secar los asientos de las localidades descubiertas. 

Cuéntase que también hubo quien indicó que, si a la trágala se daba la fiesta (es decir, sin parar mientes en la inseguridad del tiempo y en las incomodidades para el público, lo mismo dentro de ia plaza que fuera, donde los charcos tenían caracteres de lagunas), una vez comenzada habría de acabarse, aunque cayesen espuchinitos de bronce. Todo menos tolerar que algunos animalitos se quedasen sin lidiar, ad majoren gloriam Indalecius

Añadíase que un procer ganadero no autorizaba el enchiqueramiento de sus reses hasta no tener el
menor asomo de temor respecto á probable suspensión, y dijéronse otras cosas de menor cuantía, y lanzáronse especies más ó menos fantásticas. A todo puso fin la llegada del mono caballero, é inmediatamente apareció el cartelillo de suspensión á causa del mal tiempo. 

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A pesar de la suspensión de la corrida, los aficionados no se privarán del gusto de ver el gran acontecimiento taurino de la alternativa de Gallito 1III, pues esta tarde han salido para Sevilla los operadores de la Casa madrileña Iberia-Cines, Enrique Blanco y Pepe Gaspar, los cuales, con la maestría que tienen demostrada en este difícil arte, obtendrán la película, que se verá en toda España, de la corrida que se verificará mañana en la capital de Andalucía.


domingo, 15 de diciembre de 2019

EL SEÑOR FERNANDO Y LOS POLLOS COJOS


Ángel Caamaño ‘El Barquero’, dramaturgo y crítico taurino del Heraldo de Madrid, recoge, en su obra De la torería, publicada en 1914, la siguiente anécdota protagonizada por el señor Fernando.

Doña Gregoria Echezarreta (famosa pupilera vascongada, establecida durante muchos años en la calle de León, en Madrid), tuvo siempre alojada en su casa á la flor y nata de la torería, y entre otros que consideraron siempre insustituible aquella casa, figuraron el gran Guerrita y el inolvidable maestro Fernando Gómez, el Gallo.

Una larga temporada pasó allí también el diestro onubense Miguel Báez, Litri, el cual llevaba en su cuadrilla á un banderillero apodado La Vieja, verdadero demonio que traía revuelta á toda la servidumbre de la casa.

La Vieja, componiéndoselas Dios sabe cómo, al servirse el plato de ave (gallina, pollo, perdiz, pichón, etc.), se apropiaba por lo menos de una de las patas del animalito, y con tal mutilación llegaban á la presencia de Fernando Gómez las víctimas plumíferas.

El primer día no dijo nada Gallito. El segundo ya se molestó un tanto. El tercero amenazó á la camarera con ponerlo en conocimiento de doña Gregoria; y como los bichos continuaban presentándose imperfectos, Fernando, muy incomodado, dijo á la sirviente:

—Deja ahí á ese probesito pollo cojo, y llama á la señora.

Acudió ésta muy solícita, y preguntó á Gallito',

—¿Qué quieres, Fernando?

 —¿Que qué quiero? Pos que me conteste osté á una cosa.

—Tú dirás.

—Pos voy, y digo que aonde merca osté las aves dende hase ocho días. ¿Es en el hespitá de inválidos, por una casoliá?

domingo, 8 de julio de 2018

MEJOR QUE YO, NI MI PADRE

Fernando Gómez 'El Gallo'
Recoge 'Verdades' en 'El Noticiero Gaditano' de 10 de julio de 1931 una anécdota protagonizada por 'El Barquero' y Joselito:

"Íbamos de Bilbao a San Sebastián en un departamento de primera clase Joselito, Blanquet, Cantimplas y yo (Barquero). 

El pobre José, que siempre que se presentaba la ocasión me instaba a que le contara anécdotas de su padre, me preguntó de pronto:

- Y digasté, ¿es verdad que mi padre era mu güen torero?

- Tu padre, contesté, era mejor torero que tú.

Otro cualquiera, por decirlo yo (a quien aquel simpático muchacho quería y respetaba) y por tratarse de su padre, hubiera dado por buena y legítima la opinión. Joselito, no, Joselito, inmediatamente, dando un puñetazo sobre sus rodillas, y poniéndose en pie exclamó fuera de sí:

- Mejor que yo, nadie. ¡Ni mi padre! Y a otra cosa. 

¡Era mucho el amor propio de Joselito El Gallo!"

domingo, 10 de mayo de 2015

EL SEÑOR FERNANDO Y EL PAPA DE ROMA

El señor Fernando posando en
un estudio fotográfico.
Traemos a este blog otra sentencia del señor Fernando que recoge Ángel Caamaño 'El Barquero' en su libro 'De la torería. Cosas y casos, historias y cuentos dichos y hechos tauromáquicos, vistos, oídos, comprobados y ordenados', que publicó en 1.914 la imprenta madrileña R. Velasco:


En presencia del gran Fernando Gómez, (Gallito), y encontrándose de broma con algunos amigos y tal cual buena moza, se habló de que Fulano derrochaba el miedo por arrobas, y de Zutano, que también sentía los efectos del miedo á todas horas.

—Toreros de esa clase—dijo uno— tién á tóos sus parientes en la gloria, porque juyendo tanto, es mu difisi una ocurrensia gorda.

Y contestó Gallito'

.—No, mi amigo. En pisando la arena poco importa que er torero s'arrime ú no s'arrime pa que un toro lo coja. ¿Sabusté á quien no cogen los bureles? ¡Ar Papa, que está en Roma!

domingo, 29 de marzo de 2015

ANÉCDOTA DE FERNANDO EL GALLO EN TALAVERA

El escenario de la anécdota en la actualidad.
(Foto: http://volapie.blogspot.com.es/)
Traemos otra vez hasta este blog un pasaje de 'De la torería', obra que publicó Ángel Caamaño 'El Barquero' allá por 1.914. El escritor subtituló el libro 'Cosas y casos, historias y cuentos dichos y hechos tauromáquicos, vistos, oídos, comprobados y ordenados por..." él mismo.

El señor Fernando, antecesor de la gracia que atesoró su hijo Rafael, fue protagonista, en este caso involuntario, de un hecho acaecido en el que, tiempo después, se convirtió en infausto ruedo de Talavera.

Ello fué en Talavera de la Reina, y en una corrida en la que actuaba de único espada el inolvidable Fernando Gómez, Gallo, que en su cuadrilla llevaba al novel picador madrileño, Miguel García, Miguelito, muy animoso, muy decidido y con fatigas de adquirir renombre para figurar en una buena cuadrilla.

Salió en segundo lugar un verdadero pavo, grande, cornalón, con un poderío terrible, y sucedió lo de siempre: que los caballos no marchaban; que el toro no estaba en suerte; que si esto, que si lo otro... Total, que ni con cañón arrimaba nadie á los picadores veteranos.

Miguelito (á pesar de su voluntad y su deseo), también se retraía no poco, y el señor Fernando enronquecía mandando sin ser obedecido; pero apretó todo lo que pudo cerca del novel, (del que quería palmas y fama), y le animó hasta convencerle.

—¡Vamo p'allá, Miguelito, que tú vale! ¡Vamo á pegá ar toro!

—¡Miste que me va á estrellar!

—¿Qué va á hasé eso? En cuantito lo pinches, se va. ¡Si es un güey!

Resumiendo: que allá fué Miguelito que la fiera arremetió brutalmente, y que el pobre muchacho pegó un porrazo tremendo, espantoso; de tal calidad, que quedó materialmente doblado sobre la barrera. El señor Fernando, verdaderamente pesaroso de aquel tremendo lance, y muy asustado, temiendo que el infeliz piquero estuviese partido por el eje, se aproximó al grupo, compuesto por el caído y los que le atendían.

—¿Qué ha sío eso?—preguntó.

Y como le contestaran que el lance era serio, procuró alentar alentando, y dijo:

—!Animo, home! ¡Animo, Miguelillo, que eso no ha sío ná!

Miguelitó gruñó unas palabras ininteligibles, pronunciando únicamente con absoluta claridad, y repitiéndola mucho, esta: Gallo.

—¿Qué me quiés desí, hijo? Habla claro —dijo Gallito.

Y el piquero, mirando á su jefe y recobrando por completo la palabra, mediante un soberano esfuerzo, dijo:

—¡Que maldita sea hasta la primera gallina que puso el primer huevo del que salió el primer gallo!

miércoles, 14 de enero de 2015

EL HOSPITAL DE INVÁLIDOS

Portada del libro.
Ángel Caamaño, más conocido por el Barquero, escribió en 1.914 'De la torería', libro donde recoge infinidad de anécdotas protagonizadas por los diestros más sobresalientes. El señor Fernando Gómez protagonizó unas cuantas. Vayamos con la primera:

"Doña Gregoria Echezarreta, famosa pupilera vascongada (establecida durante muchos años en la calle de León, de Madrid), tuvo siempre alojada en su casa a la flor y nata de la torería, y entre otros que consideraron siempre insustituible aquella casa, figuraron el gran Guerrita y el inolvidable maestro Fernando Gómez, el Gallo.

Una larga temporada pasó allí también el diestro onubense Miguel Báez, Litri, el cual llevaba en su cuadrilla a un banderillero apodado La Vieja, verdadero demonio que traía revuelta a toda la servidumbre de la casa. 

La Vieja, componiéndoselas Dios sabe cómo, al servirse el plato de ave (gallina, pollo, perdiz, pichón, etc.) se apropiaba por lo menos de una de las patas del animalito y con tal mutilación llegaban a la presencia de Fernando Gómez las víctimas plumíferas. 

Las ocurrencias del señor Fernando.
El primer día no dijo nada Gallito. El segundo ya se molestó un tanto. El tercero amenazó a la camarera con ponerlo en conocimiento de Doña Gregoria, y como los bichos continuaban presentándose imperfectos, Fernando, muy incomodado, dijo a la sirviente: 

- Deja ahí a ese probrecito pollo cojo y llama a la señora. 

Acudió ésta muy solícita y preguntó a Gallito:

- ¿Qué quieres, Fernando?

- ¿Que qué quiero? Pues que me conteste usted a una cosa.

- Tu dirás.

- Pues voy y digo que dónde merca usted las aves desde hace ocho días. ¿En el hospital de inválidos por una casualidad?".