La muerte de Fernando Gómez El Gallo mereció un amplio reportaje en el número 325 de la revista El Enano que apareció el 4 de agosto de 1897. A continuación reproducimos íntegramente los textos:
FERNANDO GÓMEZ “EL GALLO”
Poco nos ha durado la satisfacción, que hace tres días sentíamos por no haber sido confirmada la noticia que el día 30 corrió por Madrid de que había muerto el clásico torero cuyo nombre encabezan estas líneas.
Anteayer 2 de Agosto, a las dos y diez de la tarde falleció en la huerta denominada “Algarrobo” término de Gelves cercano a Sevilla.
FERNANDO FUE PORTADA DE EL ENANO. |
Ha fallecido después de recibir los santos sacramentos, rodeado de su esposa y dos hijos, los demás de estos no se hallaban presentes y anoche ignoraban la muerte de su padre.
Ya en estos últimos días Fernando no dejaba de acariciar a sus queridos hijos, pues al ver tan cercano su fin y considerar el desamparo en que su familia quedaba, sentía mayores deseos de verlos felices que nunca.
Ha sido una muerte la del simpático Gallo, que no nos ha sorprendido; mas no por eso ha sido menos nuestro sentimiento al perder para siempre al torero de la buena escuela, de lo poco que nos va quedando, y más que al torero al amigo cariñoso, afabilísimo en su trato, y de esmerada educación como pocos de su clase.
Cuando hace dos o tres meses próximamente estuvo en Madrid gestionando su despedida, tuvimos ocasión de hablar con él y cuando nos dijo que la corrida se celebraría en Octubre, un distinguido aficionado añadió por lo bajo: -¡Pobre Fernando, no llega él a esa fecha!
Por desgracia la profecía se ha cumplido.
En cadáver ha sido amortajado por el tío del finado D. Emilio Alcalá y el picador Pimienta, que quería entrañablemente al maestro Fernando y no le ha abandonado un segundo en el ocaso de su carrera.
Hablar de lo que era Fernando como torero es repetir lo que mil veces hemos dicho: era un torero excepcional que dominaba a los toros como muy pocos; unía a su inteligencia extraordinaria un completísimo conocimiento de todas las suertes del toreo, y si bien a la hora de matar no fue sobresaliente, era reconocido por todos como verdadero maestro.
Sabía como nadie hablar de toros, y se aprendía más hablando con él que leyendo todos los tratados de tauromaquia habidos y por haber; tal era su facilidad para expresar el pensamiento. Por eso ha sido el torero de estos tiempos que más ha enseñado a la grey torera actual, y no habrá uno solo que haya toreado a su lado que no haya aprendido algo provechoso con sus lecciones.
Para corroborar esta afirmación, relatamos seguidamente lo que un aplaudido matador de novillos nos decía no hace mucho tiempo. Tiene la palabra el matador citado:
- “Toreaba yo un día con el maestro Fernando, figurando de sobresaliente con obligación de matar los dos últimos toros.
Llegó la hora de matar mi primero, que yo creía era noble y acudía bien, y al dirigirme a cumplir mi misión, dije al maestro: Señor Fernando, ¿le tanteo con un cambio?, y me contestó: -No, hijo, no; no cambies ni dos pesetas; tantéalo con la derecha y estira bien el brazo que puede que te venga todavía corto. Obedecí al maestro, paseé con la derecha alargando mucho el brazo, y todavía se llevó con el cuerno algunos alamares de la manga. Tenía razón él. ¡Si todos supiéramos lo que sabe el Gallo, cuántas desgracias se evitarían en las plazas’”.
He citado este ejemplo como prueba de lo que en todas ocasiones enseñaba a los toreros que con él trabajaban; pero pudiera citar muchos más si para ello tuviera tiempo y espacio.
Imposible es que olvidemos sus clásicas largas, sus artísticas verónicas, sus adornados quites, su elegante toreo de muleta y sus inimitables quiebros de rodillas, de los que no ha tenido inconveniente en decir Frascuelo: Hay que desengañarse, eso no lo hace nadie más que el Gallo.
Han figurado en su cuadrilla los picadores Manuel Bastón, Manuel Crespo, Francisco Fuentes, Emilio Bartolesi, Rafael Alonso, Chato, Artillero y Pimienta, los banderilleros Diego Prieto, Cuatrodedos, Miguel Almendro, Antonio García, Morenito, Rafael Guerra, Guerrita, José Martínez Galindo, Fernando Lobo, Lobito, Saleri, Regaterillo, Aransáez, Nene, Tomás Recatero y otros varios, y los puntilleros Pepín, Jaro, Mejía y otros.
Excusado es decir que la redacción de El Enano lamenta la pérdida de tan notable torero, cuya biografía publicamos en artículo aparte.
Reciban su desconsolada viuda e hijos cariñosos la más sincera expresión de nuestro sentimiento, y cónsteles que tomamos una parte muy activa en su justísimo pena.
A Dios rogamos que le conceda la gloria y descanso que todo buen padre de familia se merece.
LA REDACCIÓN
SU HIJO RAFAEL
Ayer mañana llegó a esta corte de Valladolid en el expreso del Norte, el mayor de los hijos del pobre Fernando.
Cuando llegó a la fonda de Dª Gregoria Echezarreta, que es donde paraba su padre, los compañeros allí hospedados le ocultaron en un principio la noticia; pero por fin creemos que ha sido Minuto el encargado de comunicarle la triste nueva.
El pobre joven comenzó a llorar, sin que fueran bastante para acallarle las frases de consuelo que todos los presentes le dirigían.
Ayer noche en el correo marchó el joven Rafael a Sevilla a unirse con su desgraciada familia.
¡POBRE FERNANDO!
Estaba herido de muerte y en vano fue que la artera enfermedad que minaba su existencia concediera una tregua al paciente.
La fatal noticia que corrió hace unos cuantos días y que por fortuna se vio entonces desmentida, por desgracia no ha tardado en confirmarse.
El torero alegre y lleno de inteligencia, el que supo ocultar sus deficiencias físicas, con su arte consumado y con su habilidad por todos celebrada, ha muerto joven todavía.
CABECERA DE LA REVISTA EL ENANO. |
La fiesta nacional había perdido ya al diestro.
El año pasado dio las últimas corridas despidiéndose de las plazas en que mayores habían sido sus triunfos y para éste reservaba dar su adiós postrero a la de Madrid, donde siempre tuvo entusiastas partidarios y cariñosos amigos.
En realidad hoy al que se llora, y se llora sinceramente, es al hombre cuyas excelentes cualidades superaban a un a sus buenas dotes de lidiador de toros.
Su cortés y abierto trato, su amabilidad para con todo el mundo, había que los que con gran placer cultivábamos su amistad, le estimáramos en todo lo que valía.
Amante de su familia, no pensando en otra cosa que en labrarla un porvenir, que su mala suerte hizo que no fuera todo lo risueño que debió soñar, su expresiva fisonomía se animaba extraordinariamente siempre que hablaba de los suyos y el recuerdo de su amante esposa y de sus hijos humedecía a veces sus ojos.
Además de esto Fernando era un excelente maestro, quizá el más maestro en el sentido de saber enseñar, de cuantos toreros existían en estos últimos tiempos.
Discípulos suyos son más de cuatro que ni de ello se perciben siquiera, y que a ciencia infusa atribuyen recursos que sólo del Gallo aprendieron.
Para éstos, más que austero y áspero dómine fue cariñoso compañero y sabe Dios si todos pagaron en la medida que lo merecían los cuidados que Fernando empleó con ellos.
Pero aunque esto, que es cosa perfectamente humana haya sucedido, no quita para que hoy esos mismos que no tuvieron tiempo de agradecer reales, e inestimables favores sientan la pérdida del que no siempre se vio mantenido por la veleidad de las multitudes en el puesto que tan legítimamente se había ganado.
No son para mí estos momentos los de apreciar las grandes cualidades que a Fernando Gómez adornaba como torero.
Por mucha que sea mi afición al arte en que tanto se distinguió, confieso que en este momento más recuerdo al amigo cariñoso que no al diestro que con sus gallardías nos distrajo cien veces y que en más de una ocasión llenó con sólo el anuncio de su nombre las plazas.
Más tranquilidad de espíritu, que la que mi sincera pena me deja ahora, sería preciso para aquilatar los méritos del que supo hacerse fuerte en tiempos en que no era tan fácil abrirse camino como en épocas que sobrevinieron posteriormente.
Baste como recuerdo al torero traer a la memoria que el período en que Fernando logró ser solicitado por todas las empresas y deseado de todos los públicos, era aquel en que todavía estaban en todo su apogeo esos dos colosos que se llaman Lagartijo y Frascuelo y en que ocupaban una segunda fila espadas tan alegres y lucidos como Cara-ancha y de torero tan clásico y perfecto como Ángel Pastor.
Mas ya lo dije, no son éstos ocasión ni tiempo de hacer un trabajo crítico de los méritos del que como verdadero maestro ha de ocupar un distinguido puesto en la historia de la tauromaquia.
Esta, con la fría imparcialidad que dan los años le hará la justicia, que a veces la pasión anubló un tanto y seguramente Fernando Gómez, el Gallo, figurará en ella, si no en la línea de los más excelentes matadores de toros, al nivel de los toreros que mayos prestigio han dado a un arte que dominó como pocos y en que llegó a la más envidiable de las alturas.
Hoy, por lo menos en mí, no hay espacio para otra cosa que para lamentar muy de veras la muerte del amigo excelente y cariñosísimo que se llamó en vida Fernando Gómez, el Gallo.
ANGEL R. CHAVES
¡POBRE FERNANDO!
En la llamada por los poetas Perla del Guadalquivir, en la inmortal Sevilla, nació Fernando Gómez el día 18 de Agosto del año 1849, sin que nada de particular ofrezca su vida en los primeros años que no haya sido común a todos los de su oficio.
Dio a sus padres los naturales disgustos al querer dedicarse a una profesión que raro es el padre que quiere dedicar a sus hijos; pero saltando por encima de todo, y desobedeciendo los mandatos de los autores de sus días, no desperdició ocasión para asistir a los tentaderos y capeas que se verificaban en las posesiones y pueblos inmediatos a Sevilla, en donde unas veces con fortuna y otras sin ella, toreó hasta cuajarse y hacerse notar, con especialidad en las suertes de capa y muleta, en las que desde un principio fue notable por la precisión y elegancia con que lo ejecutaba todo.
Como todo el que es notable, no tardó en llamar la atención de los buenos toreros, y le empezaron a sacar como banderillero unas veces Manuel Domínguez y otras Bocanegra y el Gordo, al lado de los que aprendió no poco ya que él era tan dispuesto y tan buenos toreros eran los que ejercían de maestros suyos.
Enseguida se distinguió como buen peón de brega y como muy notable banderillero, sin desperdiciar ocasión cuando se le presentaba de ensayar la suerte de matar, la que no pocas veces ejecutó con fortuna, haciéndolo por fin antes el público sevillano el día 26 de Diciembre de 1873.
Hizo después una excursión a América, en donde ganó mucha honra y no menos provecho, regresando a la madre patria hecho ya un torerito de cuerpo entero, con no poca nombradía, por lo que fue muy solicitado por todos los públicos que con mucha satisfacción aplaudían sus hechuras y consumados conocimientos en el arte de Pepe Hillo.
Tenía un hermano, José Gómez que fue banderillero de Lagartijo y al que apodaban Gallito, por cuya razón Fernando fue por entonces conocido por Gallito-chico.
Manuel Fuentes “Bocanegra” le dio en Sevilla la alternativa de matador de toros el día 16 de Abril de 1876; pero realmente su carrera como tal matador de toros no dio comienzo hasta que la confirmó en Madrid el día 4 de Abril de 1880, en que Currito le cedió el primer toro de aquella tarde, que pertenecía a la ganadería de D. Vicente Martínez, de Colmenar y se llamaba Coleta.
Muy difícil era en aquella época sobresalir, y algo extraordinario debía tener el que esto consiguiera, si se tiene en cuenta que estaban en todo su apogeo los dos titanes de la tauromaquia que se llamaron Lagartijo y Frascuelo, y que aún alternaba con ellos Antonio Carmona “el Gordito” y ya habían empezado a sumar simpatías los buenos toreros Cara-ancha y Ángel Pastor.
INVENTOR DEL QUIEBRO DE RODILLAS. |
Pero como en vencer loas grandes dificultades está el mérito de los hombres, no se arredró Fernando, y cifró todo su afán en no hacer nunca un mal papel al lado de hombres que tanto valían, y con conseguirlo hizo todo lo que podía hacerse en aquellos tiempos.
Tal era su modo de ser y su modestia, que a Rafael y Salvador les llamaba Prim y O’Donnell, y por su parte los dos maestros no se ocultaban para decir que el que quisiera encontrase una cornada que trabajase al lado de Fernando Gómez.
Por aquella época era cuando Lagartijo entusiasmaba a los públicos con sus clásicas y elegantes largas, y Gallito llegó a dominarlas de tal manera que los mismos lagartijistas reconocían que era el único que había logrado imitarlas y le admiraban como se merecía el que tan bien supo apropiarse lo que vio en los buenos maestros.
Baste para juzgar lo que valía, advertir que figuró en el cartel de Madrid sin interrupción hasta el año 86, siendo el mejor tercer espada que por aquellos tiempos alternó con los ya referidos.
Sus mejores campañas fueron sin duda las ejecutadas los años 83 y 84, durante los cuales ejecutó faenas que hubieran aprobado los mejores toreros habidos y por haber.
Una tarde de Julio el primero de dichos años, por una de esas causas imprevistas, se entabló una competencia entre Rafael Molina y él, en la que no quedó desairado, haciendo con la capa, la muleta y las banderillas tan fina labor, que los mismos partidarios le tocaron las palmas, porque en justicia las mereció.
Su toreo de muleta era tan fino y artístico, que el aficionado se extasiaba al ver con la maestría que Fernando se llevaba a los toros, como si una atracción sobrenatural les hiciera seguir el trapo rojo en las direcciones que el maestro les marcaba.
También dominaba a la perfección las verónicas y navarras, siendo verdaderamente notable su modo de ejecutarlas; así es que quien tanto arte poseía, no era extraño que todas las tardes que pisaba el ruedo obtuviera ovaciones unánimes de esas que tanto ansían todos los toreros.
El fue el primero que presentó en Madrid al célebre Guerrita, porque Fernando ha tenido siempre esa buena condición, ver cuando un torero tenía algo bueno y ayudarle en todo lo que podía; vio a Rafaelillo en Bilbao en la inauguración de la plaza de Vista Alegre, banderillear con Bocanegra, y con el permiso de éste, le dio un puesto en su cuadrilla para ocupar la vacante que dejara al hacerse matador de toros Diego Prieto, Cuatrodedos.
Con cariño paternal dio la mano a Guerrilla, como él le llamaba, enseñándole mucho de lo que sabía, y haciéndole en poco tiempo el niño mimado de todos los públicos.
Ha tenido tiempo la difícil facilidad de saber enseñar aquello que sabía, cosa que no saben todos, por lo que en la actualidad era, sin disputa, el que con más títulos podía llamarse maestro.
A su lado han trabajado y de él han aprendido no poco, además de Guerrita, los buenos toreros Cuatrodedos, Almendro, Lobito, Saleri, Regaterillo, Jarana, Cuco y algunos otros que no recuerdo en estos momentos.
Un pasajero disgusto que tuvo con Guerrita le alejó algo de la plaza de Madrid, sin que por ello dejara de venir con alguna frecuencia, aunque no con la que venía en un principio.
En el año 88 hizo otra excursión a América acompañado del infeliz Fabrilo, y en estos últimos años ha ido perdiendo facultades de un modo, que ya el pasado, lo poco que toreó lo hizo con no poco trabajo.
Últimamente estuvo en Madrid gestionando su corrida de despedida, y cuando le vimos, se nos cayó el alma a los pies al ver aquel hombre en otro tiempo tan estirado delante de las fieras que apenas se podía tener de pie. Pero aunque conocía que no estaba bien, no juzgaba tan cercano su fin.
Deja una suerte suya que nadie se la ha copiado a la perfección, y es el quiebro de rodillas.
Había que ver al Gallo con ambas rodillas en tierra citar a toda clase de toros, sin que al embestir la fiera se alterase un solo músculo de su faz, y en aquella hermosa postura las esperaba y cambiaba con una precisión que nadie ha sabido copiar. Solamente Minuto es el que más se ha aproximado, sin que la domine como él la dominaba.
Seis hijos deja, y de ellos el mayor es Rafael, que ya empieza a torear por esos mundos de Dios, y sobre el que hoy pesa la obligación de cuidar de su madre y hermanos.
Que no se olviden los compañeros de los desgraciados huérfanos, pues Fernando muere pobre, y las corridas que se preparaban para despedida, que se celebren a beneficio de la familia del que tanto hizo siempre por todos.
Como dato final anotaremos que en donde últimamente ha toreado ha sido en Barcelona a fines de Octubre del pasado año.
En Madrid ha dado alternativas a Espartero, Fuentes, Lesaca y Algabeño.
Descanse en paz el veterano torero a quien tan de veras he aplaudido tantas veces.
MANUEL SERRANO GARCÍA-VAO
Minuto ha dirigido a Sevilla el siguiente telegrama:
“José Pazo
Zaragoza, 70.- Sevilla
Estimaré mucho trasmita este telegrama de pésame a la viuda Gallo, cuya muerte siento de todo corazón.
Minuto”.
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