En el periódico La Vanguardia, el 16 de septiembre 1915, Ariel publicaba este comentario acerca de la posibilidad de que se fuera a rodar una película, sobre los estereotipos de lo español, cuyo protagonista iba a ser Joselito.
Siquiera en esto podríamos aprovechar las ventajas de nuestra neutralidad, ya que en todo lo demás son los Estados Unidos los que se aprovechan. Y desde luego la primera invitación ha partido ya de una casa editorial inglesa. Quiere hacerse una película española, una película de la España genuina, auténtica; y al efecto, el oro inglés se ofrece tentador y abundante a... Joselito el Gallo.
Lo sé de buena fuente: la película ha de titularse Amour, soleil et taureax, y el Gallito cobraría, caso de aceptar, 3.000 pesetas por sesión. Suponiendo que se necesitaran cincuentas sesiones para impresionar esta cinta (me dicen que el argumento consta de variaspartes), cobraría el afortunado y jacarandoso Joselito la friolera de treinta mil duros.
Señores comediantes, ¿van ustedes a permitir que se lleve ese dinero un matador de toros, correspondiéndoles a ustedes de derecho como les corresponde? ¿Habrán de tolerar que les hagan ahora la competencia los toreros?
Ya sé yo que en esa película vamos a salir todos los españoles hechos unos Joselitos; bien comprendo que desde los tiempos de Mérímée a estos años trágicos de 1914-1915, todo ha seguido igual para España, y que a los españoles no nos queda más que esto: Amour, soleil et taureaux; pero ¡qué remedio! Hagan valer los comediantes su temperamento de españoles y ¡a la plaza! es decir: ¡a la película!
¿Que les obligan a malar loros? Bueno; no importa. Todos ellos saben ya que peores cornadas da el hambre. Y vean la diferencia: Ricardo Calvo, haciendo películas, cobra 30 pesetas por sesión; Joselito cobraría tres mil. Hay, pues, que dejarse crecer la trenza... y darles gato por liebre a los ingleses.
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