Plaza de toros de La Habana. |
La revista ‘El
Toreo Sevillano’ recoge el domingo 3 de marzo de 1889 una crónica,
firmada por Tabardillo, de la corrida toreada el 27 de enero en La
Habana por Fernando ‘El Gallo’ y el valenciano Fabrilo. Día
lluvioso en el que los espadas reconocen el ruedo antes de hacer el
paseíllo. Durante el mismo resbaló el caballo del alguacilillo y
dio con sus huesos en la arena.
Reproducimos a
continuación cuanto dice de la labor realizada por el señor
Fernando:
“Saltó al ruedo
el primero, de pelo salinero y sin divisa alguna; tomó un puyazo
primero de Crespo, la res cae al suelo y proporciona en una vara un
tumbo al Portugués al quite Fernando, palmas; dos varas más recibió
del segundo y una del primero.
Por poco alcanza en
un arranque al Morenito, que tenía los palos: después clavó un par
de los de olé en las mismas péndolas; síguele el Cuco con un par
desigual y delantero. El toro salta por entre el tendido 7 y 8,
cierra el tercio Antonio con un buen par; el Creu se quedó con un
par en las manos.
Llegó a manos de
Fernando, que vestía de corinto y oro; para hacer boca empezó el
matador con uno natural, dos ayudados y otro natural, largandole un
buen pinchazo; trasteó de nuevo, pisó el toro el trapo y se quedó
desarmado; vuelve a trastear, pinchó cogiendo hueso y endispués
(sic) atizó el volapié padre, hasta la taza; se echa el animal y lo
levanta el puntillero, acertando después a la primera: palmas
merecidas. (…)
Ya está el tercero
en la plaza. Era negro ‘bragao’, marcado con el núm. 62, bien
puesto; dicen que se llamaba ‘Tomatero’, sin divisa como los
anteriores; del Portugués aguantó una varita, sacando el potro mal
‘ferido’; tres de Crespo a cambio de una caída; el Chato sufrió
una colada y clavó una vara.
Aranzaenz deja medio
par; el Morenito uno al relámpago, la rematando en las tablas; el
primero clava un par abierto.
Fernando está ante
su enemigo a quien encontró entero por completo; la faena empleada
fue de tres naturales, dos con la derecha y uno ayudado para pinchar
una vez y verse obligado a tomar el olivo; pinchó de nuevo una vez
sin soltar; dos veces más a la media vuelta; después dio media
estocada un poquito caída, de la que se echó; vuelve a levantarse y
el puntillero la remató a la segunda. (…)
Estamos en el
quinto, bragao, listón y dicen que se llamaba ‘Renegado’, de
Cámara. El Gallito quiso dar el quiebro, se arrodilla, no parte el
toro y se levanta a tiempo. Dos medias verónicas dio y oyó palmas.
Cuatro varas recibió del Chato, por un tumbito y dos de Cachero.
Los espadas en los
quites oportunos. Un buen par de Creu, otro desigual, dos buenos
pares de Aranzáez y pasó a manos de don Fernando. Siete naturales,
cuatro ayudados y uno cambiado, fue el preludio de media en su sitio;
más faena para pinchar una vez, sale perseguido y con el trapo
cambió los terrenos al bicho; un nuevo pinchazo; media estocada;
previos los necesarios pases, otro pinchazo, y lo remató a pulso, a
la primera”.
Paco Fabrilo trasteó
bien al natural y mató tras varios viajes al segundo. Ante el
cuarto, poco hábil con el estoque, estuvo ¡veintitrés minutos!
trasteando. Enmienda la plana con el último, de Juan Vázquez,
acabando de media al primer intento.
Remata ‘Tabardillo’
enjuiciando a los diestros: “El Gallo trabajador y admirable en los
quites y animado en la muerte del primero. En su segundo, si se tiene
en cuenta que el animal estaba incierto, hizo lo que debía. En el
tercero, bien con la muleta”.
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