-Hola, Juan…
-Hola, José…
-¡Otra vez juntos!
-Otra vez juntos, José…
-¡Cuarenta y dos años hasta hoy!
-¡Si vieras cómo pasa el tiempo allá abajo!
-Y tú ya verás qué bonita es Sevilla desde aquí.
-¿También veías la Feria?
-Desde que tú te retiraste, me he asomado muy pocas veces, ¿sabes?
Una leve brisa como de romero empapado en incienso.
-¿Te acuerdas, Juan?
-¿Quién nos vería a nosotros cuando estábamos los dos allá abajo?
-Seguro que los ángeles…
-Y serían ‘gallistas’, como si lo viera.
-También los hay tuyos, Juan….
[…..]
-¿Qué años tendrías ahora, José?
-Sesenta y siete…¿Tú?
-Setenta, para unos días…
Luego José señalará algún punto lejano desde el mirador de la nube:
-Mira, aquello es Talavera…
Y Juan:
-Aquello otro, mi cortijo….Ya ves, todos mis toros oliendo la ausencia del amo…Fíjate en aquel negro. Mira cómo huele el aire, buscándome.
[…]
Abajo ya todo es sombra. Noche sevillana.
-Bienvenido, Juan…
-Bien hallado, José….
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