Alfonso Martos IV Conde de Heredia-Spínola |
Joselito aceptó el ofrecimiento, siempre que no se fijase una fecha. A cambio, se comprometió a no olvidarse del brindis, en espera de que le saliera un toro adecuado.
A partir de aquella conversación, cada vez que el conde acudía a plaza lo hacía acompañado de un lacayo cargado con un voluminoso paquete que, por supuesto, contenía el capote. Cuando terminaba el festejo, el criado recogía el paquete y lo llevaba de nuevo al coche. El diestro le había hecho a su amigo el inequívoco gesto de “Hoy no va a poder ser”.
Transcurrieron cuatro o cinco festejos sin que se produjera el brindis. Hasta que llegó un día en el que, en el tercio de banderillas, José le hizo una seña: “Este va a ser”. Y efectivamente, tras el brindis a su amigo, Gallito realizó una gran faena que correspondió a su amigo ante toda la plaza.
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