El mausoleo donde entre otros reposan los cuerpos de Joselito, Rafael El Gallo, Ignacio Sánchez Mejías es, junto al de Manolete, el monumento funerario más famoso del toreo. Realizado en bronce por Mariano Benlliure y con la cara de Maravilla esculpida en mármol de Carrara, fue fundido por la empresa radicada en Madrid Mir y Ferrero Fundidores. En 1.926 fue instalado en el cementerio de San Fernando de Sevilla para conmemorar el sexto aniversario de la desaparición de José.
La obra, realizada entre 1.922 y 1.925, muestra un cortejo fúnebre portando los restos del torero. Abre el mismo una gitana que lleva en la mano una imagen pequeña de la Esperanza Macarena, por la que el de Gelves sentía gran devoción. Para el rostro de la joven Benlliure se inspiró en María, la esposa del cantaor Curro el de Jeroma. Entre las figuras reconocibles está el ganadero Eduardo Miura e Ignacio, en el lado izquierdo. Se da la circunstancia que don Eduardo había fallecido en 1.917 y, en toda lógica no pudo participar en el cortejo. Sea, pues, una licencia del escultor. El grupo mide 2,35 metros de alto, está formado por 18 figuras y se expuso en 1925 en el Palacio de Bellas Artes para que aficionados y curiosos pudieran contemplarlo. El grupo mide
Parece ser que Don Mariano fue testigo directo del entierro del menor de los Gallo y tanta impresión le causó la reacción popular que no dudó en inspirarse en ella cuando tiempo después recibió el encargo de los herederos para realizarlo.
Es tal la importancia de la obra que la misma reina Victoria Eugenia visitó al autor en su estudio, la infanta María Luisa de Borbón y Orleans y el infante Don Carlos lo contemplaron cuando fue expuesto al público por primera vez. También Alfonso XIII hizo lo propio en 1.930 en el mismo cementerio
Paso previo
Detalle de la restauración. (Foto: http://www.ivcr.es) |
Hay una primera versión en yeso patinado con estructura de madera cuyas dimensiones son 2,40 x 3,78 x 1,93 m. Desgastado por los años y por la riada de Valencia de 1.957 esta obra, que podía contemplarse en el San Pío V de la capital de Turia, ha sido restaurada recientemente por el Ivacor (Instituto Valenciano de Conservación y Restauración de Bienes Culturales). Como paso previo la entidad referida contactó con la catedrática Violeta Montoliú, experta y gran conocedora de la vida y obra de Mariano Benlliure. Se extrajeron micromuestras de la escultura para ser analizadas y conocer con precisión la naturaleza química del material. Se realizaron ensayos de tinción selectiva y microscopías estereoscópicas con luz visible y ultravioleta.
Se llegó incluso a realizar una endoscopia para conocer la estructura interna de la obra con el objetivo de reforzar su estructura a la hora de un posible trasladarlo.
Después de un exhaustivo análisis, se realizó una primera fase de limpieza en la que, mediante microaspiración, se logró eliminar gran parte de la suciedad ambiental depositada sobre la epidermis sin afectar a la delicada pátina de barbotina. De este modo, la escultura recuperó la tonalidad de la pátina superficial.
Una vez eliminada la suciedad depositada y cohesionada la pátina, se reintegró volumétricamente con un yeso de menor dureza que el original y se realizó unos pequeños ajustes cromáticos.
Don Mariano. (Foto: http://www.pasoyesperanza.com/) |
El autor
Mariano Benlliure y Gil (Grao de Valencia, 1862 – Madrid, 1947) cultivó desde niño la tauromaquia como uno de los pilares de sus obras, representando distintas suertes del toreo. En 1.876, cuando solo contaba 13 años, participó con un grupo escultórico de cera al que llamó La cogida de un picador en la Exposición Nacional de Bellas Artes.
Si primero se inclinó por la pintura, siguiendo las enseñanzas en París de Domingo Márquez, fue en Roma donde, atraído por el legado de Miguel Ánge,l se decantó por la escultura. Preferentemente se dedicó al retrato y a los monumentos conmemorativos, obtuviendo con ello muchísima fama en su momento.
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