-¿De modo que si Joselito el Gallo y
Belmonte trabajaran juntos, usted apostaría por Juan?
-Yo, en primer
lugar, no dejaría que toreasen juntos; al menos, por ahora. Siquiera
esperaría a que toreasen en igualdad de condiciones de salud; no por
miedo al baño, que al que tiene ríñones y dignidad, no se le mete
en el agua como él no quiera.
-Y en segundo
lugar...
-En segundo,
siempre ha de ser un duelo desigual, en que tal vez las más
ensordecedoras ovaciones se las lleve el de Triana, pero en el que
venza en mayor número de asaltos, el rey de la sabiduría taurina,
el Guerrita moderno, que para mí es Joselito.
-¿Duelo desigual?
-Sí, ya lo verá
usted cuando se encuentren los dos campeones, si continúan siendo
como hasta aquí. El uno, escudado con su inteligencia, con su
talento y con su puesto en la tauromaquia, irá al torneo con careta,
peto, guante y todos los chismes defensivos que se han inventado; a
lo sumo, recibirá un palo, con el sable sin punta ni filos con que
se le puede atacar. El otro irá al duelo, o debe ir, con el
testamento hecho y confesado, porque no se presentará en ninguna
sala de armas a hacer un bonito asalto, una muralla vistosa; sino al
campo del honor, con el pecho descubierto, a jugarse la vida con
floretes sin botón a la punta y para batirse a muerte con quien sea.
¿Es posible admitir el duelo en estas condiciones?
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