miércoles, 12 de julio de 2023

CINCUENTENARIO DE LA MUERTE DE JOSELITO (IV)

'Hoja del lunes' publicó el 11 de mayo de 1970 el siguiente artículo, sin firma, en el que se referencian los monumentos que de José había en ese momento y algunos datos más:


TRES MONUMENTOS ESCULTÓRICOS Y TRES LÁPIDAS MURALES EN MEMORIA DE JOSELITO


Tres efigies de bulto y tres lápidas adosadas a otras tantas edificaciones evocan en cuatro poblaciones españolas a la egregia figura taurina de José Gómez Ortega, más conocido como Joselito o Gallito, de cuyo nacimiento se han cumplido setenta y cinco años el pasado día 8, y de cuya trágica muerte se cumple medio siglo el día 16 próximo.

El más notable de los monumentos dedicados a tan célebre torero se alza sobre su propia tumba, en el cementerio de San Fernando, en Sevilla. Es obra de Mariano Benlliure, en bronce, y representa en figuras de tamaño natural a toreros y a gitanos y gitanas (Joselito era 'calé') llevando a hombros o acompañando, en procesión de dolor popular, al cadáver del gran lidiador, yacente en féretro descubierto. El cuerpo embalsamado de Gallito fue conducido desde Talavera de la Reina a Madrid, y desde aquí, en tren, a Sevilla, donde se le dio tierra. A partir de su llegada a dicha capital andaluza, las campanas de la Giralda estuvieron doblando lúgubremente durante veinticuatro horas seguidas, y por acuerdo del cabildo catedralicio se ofició en el grandioso templo metropolitano, con asistencia del gobernador civil y del Ayuntamiento en pleno, un funeral tan solemne como los aplicados en sufragio de los cardenales que rigieron la archidiócesis.

El BOTIJO ROTO

 Otro de los monumentos aludidos se encuentra cerca del coso taurino de Talavera de la Reina; es un busto de mucho mérito, en bronce sobre pedestal de mármol blanco, con esta breve inscripción: "1895 - Joselito - 1920". Cuentan algunos viejos talaveranos que a muy poca distancia del lugar en que se halla dicho busto es donde el 16 de mayo de 1920, cuando Joselito y su cuadrilla se dirigían en tartana descapotada desde la estación ferroviaria al hotel, alguien ofrendó amablemente un botijo de artesanía talaverana al matador, con el nombre de éste bellamente dibujado; pero al tomar agradecido la bonita pieza de loza, se le cayó a Joselito y se rompió en muchos pedazos, quedando su nombre partido por la mitad, lo cual impresionó mucho al torero gitano por considerarlo un mal presagio, que, en efecto, se cumplía pocas horas después.

El tercer monumento, con la inscripción "A Joselito el Gallo, la afición española", fue inaugurado en abril de 1964, costeado por suscripción pública, en el pueblo de Gelves, a pocos kilómetros de Sevilla, donde el famoso diestro vio la luz primera y donde, siendo aún niño, su padre le enseñó a torear las primeras becerras. La escultura, elegida en previo concurso de maquetas y fundida en bronce, es original de Federico Coullaut Valera, quien, para realizarla, estudió centenares de fotografías de Joselito y contó además, para ciertos detalles taurinos, con el asesoramiento de Antonio Bienvenida. Representa al torero triunfador en el instante supremo en que el toro cae muerto, de un estoconazo, patas arria.

EMOCIÓN DE UN BRINDIS

En el mismo pueblo sevillano de Gelves, en la modesta casa de la huerta donde Gallito vino al mundo hace ahora tres cuartos de siglo, hay una lápida conmemorativa, por iniciativa del anterior duque de Alba (el padre de la actual duquesa), quien, costeándolas de su bolsillo, dedicó también sendas lápidas artísticas a Teodosio en el pueblo segoviano de Coca (la Cauca de los romanos), donde dicho emperador nació; a Garcilaso de la Vega, en Frejus (Francia), donde el galán y valiente poeta cayó herido de muerte al asaltar la fortaleza de Muy; y a don Antonio Machado (en este caso no se trata de lápida, sino de unos azulejos) en el palacio sevillano de Las Dueñas, en el cual vino al mundo el genial cantor de los campos de Castilla, pues su padre tenía allí vivienda como administrador de dicha finca de la casa ducal de Alba.

Otra de las lápidas evocadoras de Gallito está en la plaza de toros de Talavera de la Reina, en la cual fue muerto por el toro 'Bailaor', hijo de 'Canastillo' y 'Bailaora', que era el quinto de la tarde. El cartel era un mano a mano entre Joselito y su cuñado Ignacio Sánchez Mejías, quien también moriría de una cogida en la plaza de Manzanares. Una especial emoción tenía para Joselito aquella corrida, como se desprende del brindis de su primer toro: "Brindo por el presidente, por su distinguido acompañamiento y por el pueblo de Talavera, donde tenía muchas ganas de torear porque esta plaza la inauguró mi padre, por cuya memoria también brindo". Treinta años antes, ciertamente, en 1890, se había inaugurado ese coso con un mano a mano entre Fernando Gómez, padre de Joselito, y Antonio Arana (Jarana).

CARROZA HISTÓRICA

Tres cuartos de hora escasos vivió Gallito tras el momento de la terrible cogida. La mesa de operaciones en la cual expiró aún la conservan en Talavera los descendientes del médico forense don José Fernández Sanguino, quien practicó la autopsia y redactó la certificación facultativa del fallecimiento. Aquella mesa o cama de operaciones y el instrumental quirúrgico eran propiedad del citado galeno, y cada vez que había corrida se trasladaban desde su clínica privada a la enfermería de la plaza de toros.

Finalmente, hay otra lápida relativa a Joselito en Madrid, sobre la fachada de la casa número 14 de la calle de Arrieta, junto a la plaza de la Encarnación. Dice así: "En esta casa vivió José Gómez (Gallito) y aquí le rindió Madrid el último tributo de admiración. Gelves, 8 mayo 1895. Talavera, 16 mayo 1920". Costeó este recuerdo mural la peña taurina Los de José y Juan, gallistas y belmontistas unidos. En ese piso de la calle de Arrieta, que ocupaba Joselito durante sus estancias en Madrid, quedó expuesto su cadáver, y ante él se oficiaron varias misas, una de las cuales oyó devotamente el estadista don Antonio Maura, admirador y amigo de aquel gran torero. Luego, el fúnebre cortejo  por las calles de nuestra capital, hasta la estación ferroviaria de Atocha, fue seguido o contemplado por todo Madrid. Se utilizó en aquella ocasión la más lujosa carroza funeraria para tiro de caballos, dándose la circunstancia de que en ese mismo carruaje negro fueron llevados al Panteón de Hombres Ilustres, en 1912 y en 1921, respectivamente, los cadáveres de dos famosos hombres públicos asesinados: Canalejas y Dato. Cuando en Madrid se motorizaron los traslados mortuorios, esa histórica carroza fue vendida a una empresa funeraria de Gijón, que allí la siguió empleando y que, a comienzos de 1967, siéndole ya innecesaria, intentó venderla con destino a algún museo de Madrid, per aquí ya no interesó a nadie. Era un recuerdo demasiado voluminoso y bastante tétrico.


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