En el Heraldo
de Madrid (12 de febrero de 1912) se publicó, en primera página, una
extensa entrevista con Pastora Imperio y con Rafael, ya separados. El trabajo
lo firmó ‘El duende de la Colegiata’, es decir, Adelardo Fernández Arias,
periodista, dramaturgo y director de cine, que años después mostraría sus
inclinaciones fascistas.
‘El duende’ se fue a Sevilla
para hablar con el exmatrimonio. Primero acudió a la calle Santa Ana número 3,
la casa de Rafael. Allí un criado le advirtió de que Rafael no se levantaba
antes de las 12, por lo que decidió ir a la calle Correduría, números 43 y 45,
donde vivía Pastora Imperio.
Pastora Imperio entra en la
habitación, vestida de luto; sus ojos de gata, grandes, de niñas enormes, nos
miran con curiosidad
—¿Qué tal, Pastora?! ¿No se acuerda usted de
mí? ¿En el Japonés? ¿Cuando usted empezaba?—le dije.
—Sí, sí…ya recuerdo…. ¡Creo que
no recordaba!... jBueno, no importa!
—¿Está usted de luto?
—Sí, señor; ha muerto mi padre
hace dieciocho días
Pastora Imperio |
.—Doy á usted mi pésame.
—Muchas gracias
[…..]
Y Pastora calló. Le hablé en
varios tonos de varias cosas, y al fin me dijo precipitadamente, con voz
sonora, de un timbre metálico:
—Verá usted. Usted me ha
conocido en El Japonés; supo que de mí no ha podido decir nadie nunca nada, y que
yo traía loco á Madrid y todos se decían: «Ese es terreno vedado,.. No pierdas
tiempo.» Yo he sabido coquetear con todo el mundo, y lo mejor de Madrid estaba
loeo por mí; ¿se acuerda usted? Bueno; pues cuando yo me marché con Rafael era
porque lo quería, porque fué el primer hombre que me hizo tilín... y me marché
con él, ¡ea! Después nos casamos; cuando Rafael se casa conmigo, algo vería
Rafael en mí que le hiciese decidirse á hacerme su esposa. La noche que nos casamos fuimos al Eslava y, al salir, la gente nos apretó y nos metió en el
coche sin que nos enterásemos; el vestido, el sombrero, todo me lo rompieron...
Cuando llegamos á casa, Rafael me dijo: «¡Oye, no volvemos al teatro, porque
esto es un escándalo y á mí me fastidia!» . “Lo que tú quieras» le respondí..,
y ¡ea!, desde entonces no he vuelto á saber ío que es una diversión ni salir
con él por ahí... Ya ve usted, á Bienvenida le gusta lucir a su mujer, llevarla á paseo,,, ¡A Rafael, no!
Y yo, ¡tan á gusto! ¿Lo quería él así? ¡Bueno! Entonces me dijo qua íbamos a
vivir con su familia y allá fuimos.,.
Pastora hizo una pausa; tomó
aliento y continuó:
Adelardo Fernández |
—En Santa Ana, número tres, vivía su familia;
en el cinco, nosotros; pero una puerta comunicaba las dos casas,.. Yo, al principio,
estaba contenta porque como él se pasa algunas temporadas en El Pedroso, yo, en
vez de estar sola prefería estar con su familia,,,; pero ¡no quiera usted
saber!... Yo estoy acostumbrada á otra cosa... en fin.,, ¡una de disgustos!...
¡la mar!... ¡Que no era posible!.,. Luego Rafael es un hombre raro; no habla;
no dice nada; una ve que le pasa algo, que tiene alguna preocupación, y él no dice
nada. Y yo me he pasado un año encerrada….allí…
—¿Encerrada?-le pregunto.
—Bueno… encerrada, encerrada,
no; pero ¡vamos!, que no he ido á ninguna parte. Yo iba algunas veces á El
Pedroso á verle á él… Y con mi mantón como una gitanilla, porque a él no la
gustan los sombreros, ni los vestidos, ni esas cosas; ¡á mí tampoco me gustó! Y
allí me tiene usted, encerrada, y pidiéndole á la Virgen, los días de corrida,
que me lo tratara con bien, porque, ¡á ver!, mi pan es el suyo, y usted ya ve,
¡qué vida de zozobra!
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