miércoles, 6 de julio de 2022

A LA MUERTE DE RAFAEL

Rafael Gómez 'El Gallo' falleció en Sevilla el 25 de mayo de 1.960. Pocos días después, el 30 del mismo mes, 'La hoja del lunes' le dedicaba este artículo firmado por F. López Grosso:


RAFAEL EL GALLO, VESTIGIO DE COSAS PASADAS

Llora Sevilla la muerte de Rafael "El Gallo", al recuerdo de su vida de sublime artista, gozoso de todos los colores en el bello contraste de sus genialidades, en la espontánea pincelada de su arte impar. En estos días, desde la fecha de la Ascensión, en que el Divino Calvo palideció, por ultima vez, ante el único enemigo indomable, la Muerte, cuando plumas felices han dado a conocer cuanto era preciso sobre el óbito del famoso torero, no queda para mí más que el profundo recuerdo del trance y la promesa solemne de mantenerlo en reliquia, deseándole el descanso de paz en la eterna posesión de la Gloria. 

¡Hablar de Rafael "El Gallo"! ¿Cuántos tomos para cubrir miles de páginas, hacer historia comparativa desde los primeros tiempos del arte de los toros, y más aún de un “relicario’’ de anécdotas como pueden citarse desde que su padre, Fernando, le diera lecciones para torear, hasta quizás esos mismos días en que, transido en. el dolor, diría cosas dignas de él, como de él eran dignas sus bondades? 

En estos momentos me voy a permitir una, o quizás dos, de las miles de anécdotas que podían formarse al recuerdo de sus genialidades. 

Corría el arlo 1896 cuando Fernando "El Gallo’’ -Rafael, su hijo, contaba entonces con poco más de trece- hablaba con un grupo de amigos en su huerta de Gelves sobre el aprendizaje que iba ofreciendo a su primogénito para hacerlo torero. Y el gran Fernando les decía: 

— ¡Qué buen torero será mi hijo! Lo que le falta es que sea valiente. Torea mejor que yo, y como logre “aquello", ha do verse un diestro superior a Prim y O'Donnell (.como el famoso espada llamaba a Lagartijo y Frascuelo). Rafael, (que oía la conversación del autor de sus días, interrumpió para decir: 

—Oye, papaíto, tú dices que yo “juyo" delante de los becerros y a ti te he visto yo "juí" también en la plaza... 

Y Fernando, indignado del "insolente" informe del muchacho, le contestó: 

— Tú no tienes que hacer más que lo que yo te diga y nunca hagas lo que a mi me veas... 

Puede por último considerarse como otra anécdota de Rafael una breve conversación que mantuve con él en la calle Rioja. y durante la misma me preguntó: 

— En catorce lustros que viene usted viendo toros, ¿a qué torero ha visto usted más cerca de los pitones, sin arrugarse? 

— A uno llamado Rafael "El Gallo". 

- Y a la hora de “ juí" ¿a cuál? 

—A otro llamado el Divino Calvo... 

—Chóquela usted, amigo, eso me ha pasado a mí muchas veces... 

Y ahora, que Dios reparta suerte a la hora de lograr, .si se puede, algún recuerdo de su propiedad. ¡Su último cigarro puro sobre la mesa de noche, o su sombrero ancho, tan gracioso, tan juncal, tan torero!... ¡Una reliquia!


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